El género que mejor representa a los argentinos: Alejandro Veroutis no duda en definir al café concert como un monumento a la creatividad levantado por los artistas de los sesenta y setenta, cuando hablar de lo que no se hablaba era un arriesgado desafío al ingenio. Invento nacional que está vivo porque «las canciones de esa época parecen escritas hace cinco minutos», dice el periodista y, desde 2016, también actor y productor, que decidió dedicarle un espectáculo a aquella transgresión más actual que nunca.
Una noche en el café concert… en la Botica del Ángel tendrá cuatro funciones (por ahora), a partir de pasado mañana en un lugar mítico -hoy convertido en museo escenográfico gestionado por la Universidad del Salvador-, creación del conductor, actor y artista plástico Eduardo Bergara Leumann, que nació y murió un 5 de septiembre: ningún detalle al azar, también se servirán al público rosquitas españolas, champagne y café como hacía el Gordo. Cada noche, una estrella invitada. En la primera función será Marikena Monti, a quien seguirán Haydée Padilla (miércoles 11), Edda Díaz (jueves 19) y Marilina Ross (jueves 26). Aún sin fecha ni orden confirmados, serán de la partida Susana Rinaldi, Nacha Guevara y Valeria Lynch. Acompañado por el pianista Nacho Mascardi y la cantante Anita Co (hija de Juan Carlos Cuacci e Inés Rinaldi), Veroutis contará historias del café concert y el music hall escuchadas y vividas, y también cantará canciones que marcaron su infancia.
«Reconozco que siempre fui un joven viejo porque mi mamá, Caty Beltrán, que era periodista y artista, me llevaba al teatro, exposiciones, muestras, desde muy chico. Tenía cinco años cuando en 1970 vi cantar a Susana Rinaldi en El Erizo Incandescente -esos nombres que tenían los cafés concert, como El Gallo Cojo y La Gallina Embarazada, de Lino Patalano- y nunca pude olvidarlo. En mi casa estaban los discos de Nacha Guevara, María Elena Walsh, Eladia Blázquez y tantos otros, y yo sabía de memoria las letras, más actuales que nunca», dice Veroutis, y se pone a tararear «De qué se ríe», de Mario Benedetti y Alberto Favero: «Aquí en la calle, sus guardias matan y los que mueren son gente humilde, y los que quedan llorando rabia seguro piensan en el desquite. Seré curioso, señor ministro, de qué se ríe». «¿Te das cuenta -dice más que entusiasmado- de que nada de esto envejeció?», y continúa con «Los boludos», «La mala reputación», «Los ejecutivos» y «Coplas de mi país», entre otras.
Esta pasión comenzó a tomar forma este verano en el espectáculo Warangas, con Roberto Peloni y Pablo Sultani, donde Veroutis protagonizaba un segmento dedicado al café concert que era muy aplaudido. «Estaba -y estoy- escribiendo un libro sobre esta historia y se me ocurrió volcarla en este sketch, que después cobró vida propia como espectáculo autónomo: en marzo y en Semana Santa lo hice en Mar del Plata y ahora lo reformulé, a puro pulmón y en cooperativa, en la Botica, donde pasamos revista a la historia argentina de los últimos 50 años a través de la música, los textos, los recuerdos y las anécdotas de Bergara Leumann y de las estrellas que dieron vida al café concert», dice el maestro de ceremonias de esta fiesta temática del «prohibido prohibir».
Tal vez en honor a su madre, Veroutis eligió rendir tributo en especial a las mujeres del café concert. Los años sesenta, cuando se abrió la Botica, fueron claves para las artistas de este campo teatral y musical: Marilina Ross inauguraba en una vieja casona de la calle Viamonte al 1300 el primer y único café concert literario; Edda Díaz estrenabaHelp Valentino (junto a Antonio Gasalla, Carlos Perciavalle y Nora Blai) en una casa conventillo; Nacha Guevara, en el Instituto Di Tella; también Cipe Lincovsky, según Veroutis, la más grande artista del género; y en la Botica se abrían camino figuras como Susana Rinaldi, Marikena Monti y Haydée Padilla, una actriz de formación dramática a quien Bergara Leumann le dio la oportunidad del humor: fue en la Botica donde nació su personaje La Chona.
«Fue un fenómeno social, no algo cerrado a elites. Por eso Bergara Leumann llegó a la televisión y lo conocían todos», dice sobre el templo del café concert que tuvo que cerrar en 1973, tres años después que el Di Tella, a causa de las amenazas políticas: espacio íntimo, cercano al público como en el off teatral, llegó a realizar, medio siglo atrás, hasta tres funciones diarias.
¿Por qué hacer este espectáculo? Para Veroutis es una cuestión urgente: «Porque representa a una generación de artistas jóvenes que decían verdades con humor e ironía en una época de censura y represión, que se adelantaron a su época y siguen vigentes. Y estas mujeres desafiantes me impactaron y creo que hay que reconocerlo. Nada de eso huele a naftalina».
Una noche en el café concert… en la Botica del Ángel
de Alejandro Veroutis
La botica del ángel, Luis Sáenz Peña 543
Funciones, jueves 5, 19 y 26; y miércoles 11, a las 20.30. $300.
Fuente: Leni González, La Nación