Qué consecuencias genera la idealización del mundo de las drogas en las series juveniles

Mientras se narran como entretenimiento, estas ficciones podrían estar alterando la realidad al presentar el uso de sustancias como algo glamoroso, atractivo y sin consecuencias peligrosas

Las series como Euforia, Élite y Ni una más han generado influencia en las audiencias jóvenes por su representación de algunas formas de adolecer. Estas series abordan, entre otros temas, el consumo de drogas como parte de la vida cotidiana de los personajes adolescentes, normalizando o, al menos, minimizando las consecuencias de su uso. Si bien puede argumentarse que la intención es generar conciencia, el efecto puede ser contraproducente.

Solo para nombrar las más aclamadas, Euforia, Élite y Ni una más han sido criticadas por su tratamiento del consumo de drogas en adolescentes, un tema que aparece con frecuencia en las tramas. Muestran a jóvenes involucrados en el uso de sustancias recreativas como una parte integrada de su experiencia adolescente.

Aunque algunas intentan representar las complejidades, violencias concomitantes y consecuencias del abuso de drogas, muchas veces contribuyen a la normalización de estas conductas al:

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  • Presentar personajes que continúan sus vidas sin sufrir consecuencias duraderas.
  • Mostrar el consumo como un medio de escape o una forma de explorar su identidad.
  • Minimizar los efectos a largo plazo, como el deterioro físico, mental y social que puede resultar del consumo.

La actriz Zendaya en un episodio de la serie Euphoria

CULTURA
HBO
La actriz Zendaya en un episodio de la serie Euphoria CULTURA HBO

La exposición repetida a comportamientos de riesgo, sin mostrar consecuencias reales o graves, puede reforzar la percepción de que son esperables o lo que es peor aún inevitables

La influencia de las series populares en la percepción del consumo de drogas es un fenómeno que va más allá de la representación de situaciones de adicción o uso recreativo: entra en juego una narrativa poderosa que incluye el glamour, la libertad y el éxito de los personajes.

En algunas series está muy cercana la representación que se conoce como narconarrativa, un enfoque que no solo explora el negocio de las drogas y sus conflictos internos, sino que también dota a los narcotraficantes de una dimensión casi heroica.

Las narconarrativas, presentes en producciones como Narcos o El Chapo, muestran a personajes que, aunque cometen actos de extrema violencia, son retratados como estrategas inteligentes, individuos carismáticos y líderes que alcanzan el poder por su astucia. La idea es que el espectador desarrolle una conexión empática y, en ocasiones, hasta admirativa, hacia estas figuras. Así, el narcotraficante no se percibe únicamente como un criminal, sino como un “antihéroe” atrae por su ambigüedad moral, propia de lo humano.Las generaciones más jóvenes se enfrentan a narrativas que podrían influir peligrosamente en su percepción del mundo real (Imagen ilustrativa Infobae)Las generaciones más jóvenes se enfrentan a narrativas que podrían influir peligrosamente en su percepción del mundo real (Imagen ilustrativa Infobae)

El riesgo de estas representaciones radica en la posibilidad de una normalización idealización del narcotráfico y del consumo de drogas en períodos tempranos de la vida. Al colocar el foco en el atractivo o la “épica” detrás de estos personajes, las series podrían estar contribuyendo a un proceso de desensibilización o una visión distorsionada sobre el impacto real de las drogas y del crimen organizado en las vidas de millones de personas. Varios estudios indican que este tipo de narrativas afecta la percepción pública, en particular en los jóvenes, quienes pueden llegar a ver el narcotráfico y el consumo de drogas con una mirada mucho menos crítica.

Así, las narconarrativas en series populares no solo se retratan, sino que también moldean las actitudes hacia las drogas y el narcotráfico, dejando un mensaje que en muchos casos resta importancia a la tragedia y el daño que este fenómeno representa para la sociedad.

Sabemos que en el segundo proceso de deambulación, como lo conceptualizó Ricardo Rodulfo, los adolescentes emprenden una exploración que los lleva más allá del ámbito familiar y los impulsa a identificarse con distintos modelos de comportamiento, con la intención de formar una identidad propia en un mundo social más amplio.El riesgo de estas representaciones radica en la posibilidad de una normalización o idealización del narcotráfico y del consumo de drogas y alcohol (Imagen ilustrativa Infobae)El riesgo de estas representaciones radica en la posibilidad de una normalización o idealización del narcotráfico y del consumo de drogas y alcohol (Imagen ilustrativa Infobae)

En este proceso, las influencias culturales juegan un papel fundamental y las representaciones de consumo de sustancias en los medios pueden normalizar la aceptación de las drogas y el alcohol, como parte del repertorio juvenil. Ante la necesidad de “no quedarse afuera”, los adolescentes pueden percibir el uso de sustancias como un aspecto inevitable de la transición a la adultez.

En este contexto, las narconarrativas y la estética del narcotráfico —géneros que incluyen literatura, teatro, música y obras audiovisuales— ofrecen una visión cruda, pero atractiva, de la vida de los narcotraficantes y de los consumidores. Este enfoque no solo expone los crímenes y las dinámicas violentas de este mundo, sino que también presenta consumos sin límites, sugiriendo un estilo de vida marcado por el poder, el riesgo y una especie de “libertad” que puede resultar seductora para la adolescencia. La exposición reiterada a este tipo de contenido podría influir en que el consumo de drogas se perciba no solo como un acto individual, sino como parte de una cultura que fascina y permite una “pertenencia” simbólica.

En estas series el consumo de drogas se asocia no solo con la rebeldía y poder sino que algunas, como las mencionadas sobre narrativa adolescente, con una supuesta autenticidad y profundidad emocional.El juego aparece como un medio accesible y rápido para superar dificultades económicas, alcanzar estabilidad financiera o incluso lograr el éxito de forma instantánea - (Imagen Ilustrativa Infobae)El juego aparece como un medio accesible y rápido para superar dificultades económicas, alcanzar estabilidad financiera o incluso lograr el éxito de forma instantánea – (Imagen Ilustrativa Infobae)

En muchos casos, no solo “glamourizan” el consumo de drogas, sino que también presentan argumentos simplistas para temas complejos, como la ludopatía y las apuestas en línea. Estas representaciones tienden a vender la idea de que el juego y las apuestas son una vía rápida para salir de la pobreza, lograr una mejora económica o alcanzar el “éxito” instantáneo.

Según el Informe Mundial sobre las Drogas 2022 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, alrededor de 284 millones de personas de entre 15 y 64 años consumieron drogas en todo el mundo en 2020, lo que supone un aumento del 26% respecto a la década anterior.

Las personas jóvenes están consumiendo más drogas y los niveles de consumo actuales en muchos países son más altos que los de la generación anterior.

El Informe estima que, a nivel global, 11.2 millones de personas se inyectan drogas. Alrededor de la mitad vive con hepatitis C; 1.4 millones con VIH y 1.2 millones, con ambos. También señala que alrededor del 13% de los adolescentes entre 15 y 19 años ha consumido alguna droga ilícita, y este número aumenta en entornos urbanos, donde la exposición a la cultura del consumo es mayor.284 millones de personas de entre 15 y 64 años consumieron drogas en todo el mundo en 2020, lo que se relaciona con el aumento de los casos de ansiedad, depresión y trastornos severos (Imagen Ilustrativa Infobae)284 millones de personas de entre 15 y 64 años consumieron drogas en todo el mundo en 2020, lo que se relaciona con el aumento de los casos de ansiedad, depresión y trastornos severos (Imagen Ilustrativa Infobae)

Desde un enfoque clínico, es fundamental entender que el cerebro adolescente está en pleno desarrollo, particularmente en áreas vinculadas al control de impulsos, la regulación emocional y la toma de decisiones. El uso de drogas está estrechamente relacionado con un incremento en los casos de ansiedad, depresión y trastornos severos. En adolescentes con predisposición genética o con experiencias traumáticas previas, el consumo de drogas puede actuar como un disparador para trastornos más graves, ideación suicida y suicidio.

Cuanto más temprano es el inicio en el consumo de drogas, mayor es el riesgo de desarrollar una adicción. Los circuitos cerebrales responsables del autocontrol y la regulación emocional no están completamente maduros en la adolescencia, lo que hace a los jóvenes más susceptibles a desarrollar patrones compulsivos de uso.

Investigaciones recientes sugieren que las representaciones del consumo de drogas en las series populares pueden influir en las actitudes de la audiencia hacia estas sustancias. En particular, los programas que muestran el uso de drogas de manera casual, humorística y romántica tienden a desensibilizar a los espectadores frente a los efectos reales del consumo, especialmente en adolescentes.

En la comedias se presenta el consumo de marihuana y alcohol como algo divertido, generando una especie de normalización cultural del uso recreativo. En contraste, las series de drama o crimen tienden a representar el consumo de sustancias más adictivas, como la heroína o las metanfetaminas, de forma mucho más cruda y realista, evidenciando sus efectos devastadores y resaltando las consecuencias negativas de la adicción.

 La representación de drogas en algunas ficciones muestra un enfoque estilizado y atractivo (Imagen ilustrativa Infobae)La representación de drogas en algunas ficciones muestra un enfoque estilizado y atractivo (Imagen ilustrativa Infobae)

Sin embargo, esta distinción en el tratamiento puede contribuir a que el espectador perciba algunas drogas como “menos peligrosas” o más aceptables socialmente, mientras asocia las adicciones más graves únicamente con drogas que tienen representaciones más intensas en la narrativa de suspenso o crimen. De todas formas muchas veces se muestra el consumo de las drogas más rudas como glamoroso y “canchero”.

En un estudio realizado para evaluar la representación del consumo de drogas en escenas de películas nominadas al Oscar entre 2008 y 2011, los autores analizaron el contenido mediático de 47 películas (nominadas a Mejor Película, Mejor Actor y Mejor Actriz) que mostraban el consumo de drogas y/o sus consecuencias. Los investigadores identificaron un total de 515 escenas de consumo de drogas en estas películas. Tanto el consumo de alcohol, cigarrillos como de drogas ilícitas se presentaron como comportamientos problemáticos u ocasionales, pero generalmente en respuesta al estrés y la tensión.

Además, se observó un aumento anual en las escenas de consumo de drogas distintas del alcohol y el tabaco y en las escenas de consumo simultáneo de múltiples drogas. Según los autores del estudio, las películas con episodios de consumo de drogas reflejan lo que está sucediendo en la sociedad; en los países occidentales, cada vez más adolescentes experimentan con drogas, por ejemplo, cannabis, mientras que el tabaquismo está disminuyendo. Al mismo tiempo, los investigadores señalan que las películas nominadas al Oscar se encuentran entre las más populares y pueden influir en la práctica de estos comportamientos

Si bien muchas series pueden representar las realidades adolescentes y juveniles es muy importante cuestionar cómo están moldeando la percepción de los adolescentes sobre el consumo de drogas.

Los datos estadísticos y las consecuencias psicológicas muestran que el consumo en edades tempranas puede tener efectos devastadores a largo plazo. Como profesionales de la salud mental y defensores de los derechos, debemos fomentar narrativas equilibradas que no solo revelen la realidad, sino que también ofrezcan una reflexión profunda sobre los riesgos. Aunque cambiar la industria es imposible, desde nuestros hogares, consultorios y espacios que albergan niños, niñas y adolescentes, podemos interpelar estas narrativas con propuestas desde una cultura de prevención y autocuidado.

* Sonia Almada: es Lic. en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO). Se especializó en infancias y juventudes en Latinoamérica (CLACSO). Fundó en 2003 la asociación civil Aralma que impulsa acciones para la erradicación de todo tipo de violencias hacia infancias y juventudes y familias. Es autora de tres libros: La niña deshilachada, Me gusta como soy y La niña del campanario.

Fuente: Infobae