Antiguamente el éxito de una canción dependía de cuánto sonaba en radio y de cuántos discos se vendían. Más acá en el tiempo, pasó a ser sinónimo de éxito que un tema tenga una importante cantidad de streams o views. Pero si la canción en cuestión, “Puerto Pollensa”, pasó con el tiempo a competir de igual a igual con la playa de las Islas Baleares del mismo nombre, entonces estamos ante la presencia de un clásico.
“Puerto Pollensa”, la canción, la escribió en el comienzo de la década del ochenta Marilina Ross y la popularizó Sandra Mihanovich.
En una entrevista reciente , Sandra Mihanovich contó que Marilina Ross había vuelto del exilio y en 1981 escribió esta canción. Se la había dedicado a una persona. Era algo íntimo pero Sandra la escuchó y se la pidió para cantarla y grabarla. Marilina primero se negó y luego aceptó. Ningún éxito está asegurado, pero hay que reconocer que muchos temas se convirtieron en hits gracias a la voz de Mihanovich. De hecho, algunos de ellos son apenas conocidos en las versiones de sus propios autores. “Me contaron que bajo el asfalto” es un tema bellísimo de Horacio Fontova, pero no sonó tanto en la voz de “El Negro” como en la de Sandra. “Puerto Pollensa” fue, y sigue siendo, uno de los hits de Sandra, aunque ella llegó a pisar la arena de aquella playa recién en 2014.
“Fuimos con Marilina y nuestras parejas -recordaba Sandra-. Le dije: ‘tengo que conocer Puerto Pollensa pero tengo que ir con vos’. Y lo planificamos. Tomamos el ferry de Valencia a Mallorca, bajamos a las 5 o 6 de la mañana. Recorrimos los 100 kilómetros que hay entre Palma y Puerto Pollensa, y cuando llegamos el hotel todavía no estaba como para entrar. Entonces nos fuimos a hacer tiempo a la playa. Estuvimos sentadas en la arena viendo salir el sol en los amaneceres de Puerto Pollensa. Mágico”.
Y la canción también tiene cierta magia. Por la insinuación y, sobre todo, por cómo está contada dentro de su contexto. En aquellos años, como se dijo, principios de los ochenta, España vivía sus años de “destape”, pero la Argentina todavía estaba regida por la última dictadura militar. Se podía hablar en una canción de dos personas que se amaban pero no se podía decir que esas dos personas eran del mismo sexo. Aunque no sólo no se podía por la imposición de un gobierno de facto. No se podía por la “moral” de esa época. Ante todo, lo que cuenta “Puerto Pollensa” es la historia de un amor prohibido. Pero la prohibición si bien responde a un contexto social de época, está determinada por el miedo. Es el miedo el que prohíbe una relación, y gracias a algo que podría definirse como un “descuido”, el amor nace y se expresa.
Así dice la primera parte de la canción: “Me nació este amor, sin que me diera cuenta yo. Tal vez el miedo no dejó que apareciera. Y creció este amor alimentándose en el sol, de los amaneceres de Puerto Pollensa. Y no me animé a decirte nada. Pánico porque me rechazaras. Como una semilla que no puede ver la luz. Hundió sus raíces mucho más profundo aún. Y te miraba y te esperaba”.
El tema está firmado por María Celina Parrondo, el verdadero nombre de Marilina, ya que la cantante, actriz y compositora había estado exiliada cuando su nombre artístico formó parte de las listas negras del proceso militar. Seguramente su estada en España, durante la segunda mitad de los setenta sirvió de inspiración para el tema (o al menos su ubicación geográfica). Para 1981, cuando se grabó, Marilina tenía 38 años y había participado en una docena y media de películas, incluida La raulito. Sin embargo, con gran talento pudo ponerse en la piel de esa adolescente que no se animaba a decir lo que sentía. Lo hace absolutamente explícito en el estribillo, la parte más conocida de esta canción, con una melodía que siguió sonando durante décadas. Allí habla seguramente de una mujer de veintipico (o de una treintañera) que siente como una adolescente.
“Y tu mirada se clavó en mis ojos. Y mi sonrisa se instaló en mi cara. Y se esfumó la habitación, la gente. Y el miedo se escapo por la ventana. Y amándonos en una carretera, nos sorprendió la luz del nuevo día. Como a dos jóvenes adolescentes, tu mano húmeda sobre la mía”.
La segunda parte habla de las sensaciones de esa otra persona que “clavó su mirada en sus ojos”. Cambia el pronombre y traslada las mismas sensaciones a la otra persona. Dice: “Te nació este amor, sin que me diera cuenta yo. Tampoco el miedo permitió que apareciera. Y te creció este amor. Alimentándose en el sol de los amaneceres de Puerto Pollensa. Y no te animaste a decir nada. Pánico porque te rechazara. Como una semilla que no puede ver la luz. Hundió sus raíces mucho más profundo aún. Y me mirabas. Y me esperabas”.
En esa segunda parte el estribillo es doble pero no por repetición. “Y nuestros cuerpos festejaron juntos. Ese deseado y esperado encuentro. Y un sol muy rojo te guiñaba un ojo, mientras se disfrazaba de aguacero. Y sin dormir nos fuimos a la playa. Y nos amamos descaradamente. Alucinando al gordito de gafas, que fue corriendo a cambiarse los lentes”.
La gran clave de la canción, ya superado el miedo en este relato, se encuentra en las dos oraciones finales. En las palabras “descaradamente”. Y “alucinando al gordito de gafas”. ¿Por qué se sorprendió el gordito de gafas? ¿Por el descaro de una pareja en la playa que quizá no hacía más que besarse? Descaro es aquello que hace alguien sin disimulo aunque sea considerado inadecuando. Y en ese momento, lo inadecuado era que esas personas fueran dos mujeres. No se menciona en ningún momento de la canción. Pero el hecho de que el que mira quede alucinado (y más allá de que el personaje -gordito, de gafas- pueda haber sido tomado de la realidad) da cuenta de que le gusta lo que ve, le gusta eso que está prohibido. Además, es un personaje que de la manera como lo describe Ross termina siendo un llamado de atención para que, justamente (de manera deliberada o no), quien escuche repare en ese dato y sospeche de qué se está hablando. Una genialidad de Marilina, que le pone un broche, de la manera más imprevista, a una exquisita canción.
El tiempo y los cambios de paradigmas sociales hicieron que se convirtiera en precuela de varias luchas de la comunidad LGBT. Fue la banda sonora de varias banderas.
Fuente: Mauro Apicella, La Nacion