Bellas Artes ha captado la atención del público por el inminente estreno de la segunda temporada, que se destaca por la profundidad y solidez de sus guiones. Sin embargo, la posibilidad de una tercera temporada sigue siendo incierta. La serie, protagonizada por Oscar Martínez y un gran elenco, ha mantenido su característico tono picante y atrevido, lo que ha sido uno de los elementos más apreciados por su audiencia. Este enfoque ha contribuido a consolidar una base de seguidores que se muestra entusiasta con la dirección que ha tomado la trama. Tanto el público como la crítica han expresado su satisfacción con el desarrollo más profundo de los personajes y las historias más elaboradas que ofrece esta nueva entrega, por Disney+.
—Antonio Dumas ¿es un gran impostor?
—No, él es así, se ha dedicado toda la vida a eso, es un gestor cultural. Y como casi todos los gestores culturales que yo conozco, no son artistas, son políticos. Y bueno, hay ejemplos muy acabados de gestores que estuvieron con todos los gobiernos. Estuvieron con la dictadura militar, estuvieron después con Alfonsín, después estuvieron con el menemismo, con el kirchnerismo, digamos, no hace falta dar nombres. Y yo creo que es porque un poco a Dumas le pasa eso, que él está siendo de alguna manera funcionario cultural, pero funcionario de un gobierno con el que no comulga para nada. Pero bueno, no renuncia tampoco, es poca la gente que se ha dedicado y que amerita estar en esos lugares, manejando museos de artes plásticas o completamente teatrales, o son muy pocos los posibles postulados, entonces van rotando. Después de todo, el equipo es muy generoso conmigo y siempre me hacen participar desde la gestión de la idea y después en su desarrollo. Y me consultan, tienen en cuenta lo que les digo. Después revisamos guion por guion, casi diría palabra por palabra. Entonces estoy muy implicado desde el comienzo. Yo sabía de la idea, me contaron más o menos por dónde iba, me hablaron un poco del carácter de algunas de las historias que se les habían ocurrido, pero a partir de ahí, me dan mucha participación en el armado más complejo del asunto, en los vínculos, en fin, las historias, en muchas cosas.
Angela Molina Y Oscar Martínez en la serie «Bellas Artes» Créditos: (Disney+)
—¿Dónde pudiste intervenir?
—Propuse que el personaje adolezca de algo. Por ejemplo, estaba muy desarrollado su rol profesional y estaba menos desarrollado su costado personal, íntimo. Entonces no se sabía mucho de la historia de este hombre. Y en ese sentido, yo sugerí algunas cosas que serían buenas, que tendría una exmujer, que tendría un nieto, que tendría un hijo, que tendría vínculos.
—Odiado o amado, se plantea esa dicotomía…
—Sí, claro. Yo tenía dos o tres temores a priori. Uno, era que la serie no resultara atractiva por el lugar en el que se desarrollaba, por el título, que a mí me encanta, pero pensé que esto de un museo debe ser un embole, debe ser aburrido. El otro tema era que pensé que iba a ser para un público acotado, aficionado a las artes plásticas o pariente de eso, o por el arte, o por intelectuales. Pero no pasó nada de todo eso, afortunadamente. Y yo creo que es porque la serie, independientemente de que transcurre ahí, de que el protagonista es un director de un museo de arte contemporáneo, está atravesada por todos los temas que nos atraviesan a todos. A todos y en el mundo. Yo pensé que a Dumas lo iban a detestar, porque es un tipo para nada empático. Y entonces el temor tenía que ver, no conmigo por hacer un personaje que no fuera empático, porque no sería la primera vez, sino con el hecho de que es difícil que te interese una historia cuyo personaje no te resulta empático. No te identificas en algún punto, aunque sea remoto, secreto, no sé, con él. Y tampoco pasó eso con la primera temporada.
Imanol Arias y Oscar Martínez, en la segunda parte de «Bellas Artes»
—Uno percibe que todos los personajes que hay en la serie se reflejan en una sociedad más grande que un museo
—Y yo creo que es porque esta es una particularidad, más allá del poco mérito que me pueda tocar a mí de humanizarlo a este hombre, tiene que ver con algo que es propio de Gastón (Duprat) y de Mariano (Cohn), que son esa clase de antihéroes que no hacen lo correcto, que se animan a tener comportamientos que van en contra de las convenciones sociales más elementales, a veces. Y nosotros queremos ser así, pero no estamos dispuestos a pagar los costos que implica eso.
Y este, como es un personaje tan incorrecto para los tiempos que corren, políticamente incorrectos salvo cuando obviamente se trata de cuidar su pellejo, tiene que ser hipócrita. Lo es con la ministra, por ejemplo. Pero tampoco se ahorra situaciones fuertes, de controversia con la funcionaria, va hasta un punto y demuestra que no está de acuerdo, por ejemplo. Y yo creo que esto, funciona en el público como algo casi catártico, como decir ‘qué bien, qué bueno’. Entonces, curiosamente, la gente me dice que lo ama. Y eso me pregunté, porque digo, la verdad que es un tipo muy poco querible. Es un huraño, es un ermitaño, vive con un gato que es con el único que habla, tiene una relación pésima con su hijo. No pudo evidentemente nunca tener una buena relación con su hijo, ni hace el menor esfuerzo por tenerla. Le cuesta relacionarse con su nieto. La verdad que es un tipo que no despierta simpatías. Y sin embargo, insisto, lo aman. A mí en Instagram la gente me dice: ‘lo amo, lo amo. Qué grande Dumas’. Yo creo que es por esto, porque la gente lo ve como una especie de héroe, un antihéroe. Es como un gato, sale parado de cualquier situación.
—Tal vez uno lo asocia a la picardía argentina o porteña… porque resuelve los problemas a cualquier precio…
—Puede ser. Conecta con algo, no es un tipo muy local, por lo visto. Se supone que hace mucho que vive en Europa. Pero sí, puede ser. Es decir, la capacidad inventiva de la repentización, eso es verdad, que es muy argentino, a lo mejor porque es algo que hemos tenido que desarrollar, ¿verdad?. Esa capacidad de salir de situaciones complicadas. Sí, él tiene eso y también lo asociado con su perfil político. Es un tipo que ha estado en cargos de este tipo y tiene cintura, sabe cómo comportarse, conoce el ámbito en el que se desenvuelve, sabe del esnobismo, del interés, de las hipocresías, de los egos, de muchas cosas. Es un hombre que ya está de vuelta y entonces tiene mucha habilidad para desenvolverse. Él también se maneja con mucha habilidad, mucha perspicacia, y también hay que decirlo, con mucho arrojo, porque no miente.
—¿Es impune Antonio Dumas ?
—No es impune, no puede ser impune, como nadie termina siéndolo finalmente. Más allá de las instancias judiciales. Pero bueno, no puedo espoilear nada.
—Te veo muy cómodo en España…
—Estoy bien. Extraño, claro, por supuesto. Hay cosas que ¡cómo no voy a extrañar!. Sobre todos los afectos, los afectos más íntimos, más cercanos, mis hijas, mis nietos, mis amigos íntimos.
—¿Piensan volver con Marina?
—A vivir, difícil. Estuve en abril haciendo la promoción. Había estado en noviembre, hacía pocos meses. Pero ya a vivir, en principio, no está en nuestros planes. Nunca digas nunca. Pero no está en nuestros planes. Yo vendí mi casa. Marina vendió la suya. Yo empecé a venir aquí, a ver, trabajé un año aquí en España, cuando hace 20 años hicimos Art, con mucho éxito. Después, me bajé del espectáculo, pero en el 2016 empecé a venir a rodar e hice una película por año. Hacía cuatro películas en cuatro años. Entonces venía, rodaba, estaba un tiempo antes, me quedaba un tiempo después, luego tenía que volver para el estreno o para hacer la prensa. Y entonces empecé a estar aquí una cantidad de tiempo importante. Venía a rodar, estaba dos meses, tres meses, después tenía que volver al estreno de la película que había hecho el año anterior, después al estreno de esta, y además estaba filmando otra. Y así me pasó entre los años 2016 y el 2020. Y ahí me empezó a circular en la cabeza la idea de, en principio, invertir los tantos, es decir, en lugar de estar más meses allí y menos meses aquí, hacer al revés. Esa era la idea más o menos primaria. Y después, bueno, pasaron muchas cosas, entre ellas la pandemia. Y la pandemia nos precipitó, esa es la verdad, a tener que hacer las cosas de esta manera. Porque cuando yo en octubre de 2020 termino de rodar Competencia Oficial, la película de los chicos, con Penélope (Cruz) y Antonio (Banderas), la idea era quedarnos un mes, pasear, y en diciembre volver a Buenos Aires y estar el verano en Uruguay, a donde nosotros solíamos ir, pero no íbamos a ir por dos meses ni mucho menos.Oscar Martínez como Antonio Dumas, un director de museo único, en la nueva serie de Cohn y Duprat, «Bellas Artes»
—¿Y luego qué pasó?
—Y esta vez dijimos bueno, vamos. Y nos veníamos de la pandemia, un año complicadísimo, yo de años de mucho trabajo también. ¿Y qué pasó? Que cuando íbamos a ir, se cerraron las fronteras con Uruguay. Entonces dijimos ‘bueno, nos quedamos hasta marzo’. En marzo del ‘21 la pandemia se agravó en Argentina y volvió la reclusión sanitaria obligatoria. Dijimos ‘bueno, vamos en septiembre, octubre’, porque yo ya había estado seis meses encerrado en el 2020 en mi casa, y volver para estar encerrado y con la pandemia todavía peor que en el ‘20, cuando aquí ya había una vida post pandemia, pero bastante normal.
Entonces, eso fue lo que ocurrió. Y cuando volvimos, al día siguiente de llegar, me comunican que me habían otorgado la nacionalidad aquí, lo cual modificaba mucho mi situación laboral, porque además en pandemia había una reglamentación por la cual y post pandemia, si convocaban a un actor de otro país para hacer un personaje, tenías que probar que no había ningún actor español que no pudiera hacerlo y porque aquí también la pandemia pegó muy duro en el 2020 y afectó a la industria también.
—¿Tenías más proyectos allí en España ?
—Junto con eso yo sabía que después yo tenía un año de trabajo, que tenía una serie que era Galgos, y terminaba ya a los 20 días, a más tardar un mes, y empezaba a rodar las dos temporadas de Bellas Artes. Es decir, que tenía que pensar qué hacer. Aquí ya estaba, como ciudadano español. Y entonces ahí fue que puse en venta la casa, que más o menos en el término de un poco menos de un año se vendió. Y bueno, de hecho tuvo que viajar Marina, hacer todo el desarme de la casa, porque yo estaba trabajando 12 horas por día… Eso es lo que precipitó las cosas, porque la idea estaba, pero era una idea que íbamos a llevar a cabo de un modo más gradual.
Y la pandemia, todo lo que se aceleró. Y ahí fue que yo le dije ‘mirá, alquilamos una casa’, porque estábamos hasta entonces en alquileres de tiempo temporario, que son muy caros, porque son apartamentos que tienen todo lo que necesitas, pero que son muy caros y no termina nunca de ser tu casa. Le dije a Marina ‘vamos a alquilar porque después yo no voy a poder, vamos a alquilar antes de que yo empiece a trabajar y pongamos una casa nuestra ya para instalarnos’. Por otro lado, los gastos de Buenos Aires eran muchos y muy altos, y mantener una casa como la que teníamos nosotros, grande, para no ir, o para estar muy poco, o para ir un mes al año, no tenía ningún sentido, salvo que fueras millonario, que no lo soy.Bellas Artes, en la segunda temporada se suma al elenco Miguel Ángel Solá
—Y hoy están aquí…
—Así fue que se dieron las cosas, pero sí, quizás lo hubiéramos hecho más gradual, más tranquilo, pero bueno, yo creo que la pandemia en ese sentido modificó la vida de mucha gente en el mundo. De hecho hubo gente que se fue de las grandes ciudades, hubo gente que, como nosotros, que en medio de un cambio tuvo que elegir en la mitad del río, más allá de todas las consecuencias. Van a pasar muchos años hasta que podamos tener una mirada lúcida, clara, sobre todo lo que implicó, todo lo que modificó esa experiencia espantosa, porque por otra parte, nuestras generaciones nunca habían vivido algo así.
—¿Estás pendiente de lo que pasa en Argentina ?
—Pienso lo menos posible. Es decir, estuve muy capturado los primeros tiempos, pero ahora hace cuatro años ya que estoy aquí, y trato de no estar permanentemente relacionado con la crónica diaria, esa es la verdad. Por supuesto que me entero. Respecto a la universidad, no sé, creo haber leído, el gobierno desmiente categóricamente que esté previsto que deje de ser público y gratuito. Pero bueno, más allá de eso, yo lo dije el otro día, siendo quien soy y habiendo sido quien he sido toda mi vida, yo no puedo aprobar o estar de acuerdo con ninguna clase de gestión que no privilegia la educación como la herramienta fundamental, para rescatar a la Argentina y que pueda volver a ser lo que el país que en educación pública fue un modelo mundial.Bellas Artes, nueva temporada en Disney+
—La educación, la cultura, temas sensibles y también muy importantes…
—El nivel cultural medio de la Argentina ha sido muy alto, hoy no se puede decir lo mismo, lamentablemente. Pero bueno, en el año ‘57, siempre cuento esto, probablemente aburra y hay gente que lo sabe, Einstein fue a la Argentina a estudiar el fenómeno educacional argentino, es decir, fue, si no fue el primer país que erradicó el analfabetismo, por ahí anda. Está bien que habían habido dos guerras mundiales en Europa, pero aquí había analfabetismo. Entonces en esos años, teníamos la escuela obligatoria, laica y gratuita que fue lo que hizo más grande a la Argentina en todo sentido. Entonces yo creo que privilegiar la educación es un deber de cualquier gobierno, del signo ideológico que sea. De eso no tengo ninguna duda. Pero como digo, se puede debatir, pero que la enseñanza pública y la UBA , que ha sido un orgullo nacional durante décadas, hay que procurar que no sólo que recupere su prestigio y su pujanza, sino que en lo posible lo acreciente, porque es uno de los motores de la movilidad social ascendente en la Argentina. Entonces, si de verdad queremos abolir la miseria, porque ya no se puede hablar en muchos casos de pobreza sin educación, es imposible, si la falta de educación condena al que es pobre, a ser pobre toda su vida, salvo que sea un fenómeno del boxeo o del fútbol. Eso lo he pensado toda la vida y no voy a cambiar de opinión mientras viva.
Fuente: Infobae