“Este programa me revinculó con la historia, que es una pasión que tengo desde chico. No soy historiador en sentido estricto, pero mi comienzo intelectual estuvo ligado a la historia. Soy un periodista que se formó como historiador”, dice Carlos Pagni antes del estreno de su nuevo proyecto televisivo, el primero que llega directamente a una plataforma de streaming.
Pequeñas historias para entender la Argentina es una serie documental de cuatro episodios, disponible a partir de este jueves 7 y concebida con la intención, según revela Pagni, de “contar un conjunto de historias que tuviesen algún reflejo sobre el presente sin ser necesariamente explicativas de algo que está ocurriendo ahora”.
Cada uno de los episodios, como se sugiere desde el título, apela a la brevedad. Tiene una duración de entre 20 y 25 minutos. “No sometemos a nadie a largos monólogos, como hacen algunos por televisión”, bromea Pagni mientras admite que este formato puede ser un equivalente audiovisual de aquellas Miniaturas que llevaban cada sábado su firma en las páginas de LA NACION.
“Ese texto de mil caracteres era lo que más me costaba hacer en la semana. Tenía que sacrificar algo que podría haber dado para una nota en un recuadro. Y esta serie tiene un parecido. Lo que va a encontrar el televidente no es una narración completa sino un recorte del pasado en el que uno puede encontrar y mirar cosas, destellos, reflejos que nos llevan a mirar el presente u observar otros pasados”, describe.
En esta primera temporada, las cuatro “pequeñas historias” narradas por Pagni siguen dos derroteros paralelos. Dos de ellas aluden a hechos muy precisos (la epidemia de fiebre amarilla de 1871 y la muerte de Carlos Gardel) y los otros dos a sendas tendencias recurrentes en nuestro pasado: la venganza como motor de la historia argentina (cómo el opositor político puede transformarse en enemigo irreconciliable) y el vínculo entre los intereses políticos y el mundo del juego.
“No son historias que nos lleven hasta el presente por alguna línea narrativa determinada, pero sí tienen algún reflejo subliminal sobre la actualidad. Un ejemplo muy obvio es el de la epidemia de fiebre amarilla y lo que significó en ese momento para la configuración de la ciudad de Buenos Aires en casi todos los aspectos. Desde lo sanitario hasta la organización de los barrios. Hubo que hacer un cementerio nuevo y extender hacia ese lugar una red ferroviaria. Los ataúdes eran llevados sobre rieles que ni siquiera estaban fijos al piso. Por supuesto hay un reflejo con el contexto de la pandemia que nos tocó atravesar hace poco”, apunta Pagni.
En el caso del trágico fallecimiento de Gardel, ocurrido en 1935, el periodista destaca el papel que tuvo la construcción del mito del Zorzal Criollo en relación al escándalo político abierto alrededor del tema de las carnes, que precipitó entre otros hechos las denuncias de Lisandro de la Torre y el asesinato del senador Enzo Bordabehere. “Hubo un intento oficial de transformar a Gardel en mito a través de una gran escenificación de su funeral, en medio de una gran crisis política y económica. Como si dijéramos que fue la primera operación de prensa de un gobierno”, destacó.
Los otros dos abordajes de la serie, para Pagni, son “inclinaciones, tendencias, repeticiones”. Cosas que se repiten (“o que riman”, ilustra) a lo largo de la historia argentina, como el papel del juego. “Para decirlo con una anécdota del presente, Alberto Fernández recibe la noticia de la renuncia de Martín Guzmán comiendo un asado en lo de Cristóbal López. Si uno se remonta al pasado va a ver que el juego es un insumo de la política argentina desde hace muchísimo tiempo, con algunas historias maravillosas como la construcción del Casino de Mar del Plata y la propia evolución de esa ciudad en su conexión con el juego. ¿Sabías que la palabra puntero viene del juego? Alude al capitalista de punto y banca que tenía muchos puntos (o jugadores) y se los ofrecía a los políticos”, detalla. Personajes históricos como el gobernador bonaerense Manuel Fresco y el intendente de Avellaneda Alberto Barceló ejercieron enorme influencia alrededor de estos temas en un momento determinado.
El episodio dedicado a la venganza como motor de la historia argentina es un poco más extenso que los demás por sus connotaciones. “Hay muchos ejemplos –explica Pagni-. El parque 3 de Febrero, fecha de la batalla de Caseros, se levanta en la ciudad de Buenos Aires en el lugar en el que estaba la casa de Rosas. Allí, casi como una puñalada, en medio del parque se levanta la estatua ecuestre de Urquiza, quien fue su vencedor. Y hay otros hechos similares, como el de la casa de la familia Dorrego, que vivía enfrente a lo que hoy es la plaza Lavalle. Tuvieron que tapiar las ventanas porque todas las mañanas al abrirlas se topaban con la estatua de Lavalle frente a la puerta de la casa”.
Pagni está convencido de que el peor daño que puede hacer un historiador es caer en el anacronismo, que consiste en proyectar sobre el pasado las categorías y los valores del presente. A la vez, no se alinea con quienes se identifican con una idea circular o lineal de la historia. “No creo que la historia tenga un formato determinado. La historia no se repite, pero hay hechos que riman con otros. Como en la poesía, las palabras no son las mismas pero hay una música parecida. Pueden aparecer circunstancias que respecto de un momento histórico y otro registran una lógica parecida. Y cuando las comparás, lo que más resaltan son las diferencias. Cuanto más mirás, más diferencias encontrás. Es algo engañoso, casi como un espejismo”, afirma.
La serie nació de una idea de Carlos De Elía, que además es su director general. Mario Markic firmó los guiones y Camila Perochena aportó todo el asesoramiento histórico. Cada capítulo, además, incluye testimonios de historiadores que se especializaron en los temas aludidos (Lila Caimari, Ema Cibotti, Roy Hora y Pablo Gerchunoff, entre otros), e imágenes de época aportadas por el Archivo General de la Nación. “Camila está haciendo un gran trabajo de presentación de hechos históricos con los podcasts que hizo para LA NACION. Carlos le agregó el impulso, la agenda y el método”, señala Pagni.
“Hacer cada episodio lleva mucho más tiempo del que uno supone”, confiesa el conductor de Odisea Argentina (programa de LN+), que en esta nueva serie histórica presenta y comenta los detalles de cada episodio desde sitios y lugares que dan cuenta de los hechos narrados. El primer desafío, dice, es el de la investigación. Luego hay que preparar la narración y los otros aspectos del armado televisivo. “Descubrí que cuando hacés televisión en exteriores hay que sortear toda una serie de eventualidades que se producen en la calle. Te das cuenta que existen solo cuando te encontrás en ese momento con ellos”, admite con cierta sorpresa.
“Es una experiencia interesante, sorprendente, inesperada –concluye-. Es otro género. No tiene nada que ver con la televisión que uno hace habitualmente”. Antes del estreno de este jueves ya quedó abierta la posibilidad de una segunda temporada.
Fuente: Marcelo Stiletano, La Nación