Esta ciudad que cierra el año como uno de los destinos más elegidos entre los argentinos y extranjeros espera ocupación plena en enero de 2023. Así lo anticipó incluso el último fin de semana XXL de principios de diciembre, con casi el 80% de las plazas hoteleras ocupadas.
Según informó Aerolíneas Argentinas, la ruta Buenos Aires-Bariloche tendrá 64 frecuencias por semana entre enero y marzo. Miles de visitantes llegarán dispuestos a disfrutar de las playas y actividades acuáticas en los lagos Nahuel Huapi, Gutiérrez, Moreno y Mascardi, así como de cientos de senderos de trekking, excursiones y experiencias gastronómicas.
Más allá de quienes ya hicieron sus reservas para este verano, son muchas las personas que todavía no definieron sus vacaciones y tienen ganas de rumbear para el principal destino rionegrino. Todos ellos deben tener en cuenta que, tal como advierten las autoridades locales, lo recomendable es llegar con reserva previa confirmada.
Bariloche cuenta con 31.000 camas habilitadas, divididas en 860 establecimientos: es muy probable que todos esos lugares se ocupen en enero. ¿Qué alternativas tienen, entonces, los potenciales visitantes? Los alrededores de la ciudad ofrecen diversas opciones, ideales para quienes estén abiertos a explorar nuevos rincones.
Dina Huapi
Su nombre significa “isla danesa” y se destaca por sus imponentes vistas hacia la cordillera. En un entorno de estepa, el municipio se encuentra sobre la margen sudeste del lago Nahuel Huapi, a 15 km del centro de Bariloche, a 65 km de Villa La Angostura y a 140 km de El Bolsón.
Dos de sus límites naturales son el río Limay al norte y el río Ñirihuau al sur, por lo que es un destino particularmente interesante para los pescadores. “Nuestro destino es atractivo para quienes buscan contacto con la naturaleza, tranquilidad, momentos de silencio, de distanciamiento natural. A la vez, tienen a mano todas las excursiones del Parque Nacional Nahuel Huapi y la posibilidad de estar en un ratito en el centro de Bariloche, si así lo desean”, dice Verónica Montero, secretaria de Turismo y Cultura local.
Además de la pesca —Dina Huapi es la capital provincial de la pesca con mosca—, el lugar cuenta con 5 km de playa de acceso libre donde se puede practicar kitesurf, así como un paseo costanero con bicisenda, la histórica estación de tren de Ñirihuau y el puente ferroviario sobre el río, y un mirador en la embocadura del Limay.
Asimismo, el emprendimiento Cavernas del Viejo Volcán, en el cerro Leones, permite descubrir las cavernas de un volcán extinto, vestigios de pinturas rupestres y una laguna subterránea. Las caminatas a la cima del cerro Villegas, el Mercado de la Estepa y la elaboración de ahumados, cervezas, chocolates y dulces completan las opciones turísticas.
Dina Huapi tiene actualmente más de 750 plazas habilitadas, entre cabañas, departamentos y apart hotels. Los precios por noche en alojamientos para entre 4 y 6 personas van desde los 20.000 hasta los 40.000 pesos. “Sugerimos a los visitantes que reserven con tiempo y, sobre todo, para evitar estafas, que solo alquilen en alojamientos habilitados, aquellos que aparecen en la web de nuestro municipio”, advierte Montero.
Villa Llanquín
Destino emergente de turismo rural, es ideal para unos días de desconexión absoluta. Unos 50 km al norte de Bariloche, sobre la ruta 237, hay que cruzar el río Limay en la balsa Maroma (se llama así porque utiliza el empuje de la corriente del río) para acceder al pueblo. El servicio, que permite cruzar incluso vehículos, es gratuito y funciona de 8 a 20.
A la vera de la ruta 40, el cruce en balsa sobre el río Limay, límite natural entre las provincias de Neuquén y Río Negro, es uno de los principales atractivos del lugar. A poco de llegar también se puede disfrutar de la feria gastronómica y artesanal. A su vez, en la costa del río hay una plantación de lavandas, que resulta muy pintoresca. El emprendimiento se llama Lavandas del Limay y puede visitarse los sábados y domingos, de 14 a 20.
Los alrededores de Villa Llanquín también se destacan por los senderos públicos en plena estepa patagónica para entregarse a caminatas de corta o larga distancia, así como los sectores de escalada deportiva (Paredes Rojas y La Cosa) y las salidas en bicicleta o a caballo, como las que organizan en El Paisa (incluyen desayuno, almuerzo o merienda).
“Entre los alojamientos, hay cabañas, casas particulares que se alquilan en temporada, un hostel, una hostería con restaurant, dormis y varios campings cerca del río. También hay almacenes, una parrilla y un multirubro. Y yo tengo un patio cervecero”, cuenta Nelson Salazar, fotógrafo local.
El Manso
El ingreso al valle del río Manso inferior se encuentra 70 km al sur de Bariloche, y desde allí hay otros 45 km hasta la frontera con Chile. Destino privilegiado para la práctica de rafting, esta zona ha ido ganando adeptos en los últimos años, así como servicios. Actualmente hay opciones de cabañas, dormis, campings, glamping y domos. Hay más de 200 camas disponibles.
El río Manso ofrece posibilidades de rafting de clase 2, 3 y 4. Además, diversos operadores proponen flotadas de clase 1 y 2 para disfrutar en familia. Las excursiones de rafting se realizan en balsas inflables que, por lo general, tienen capacidad para 10 personas. Quienes disfrutan del contacto con la naturaleza también pueden elegir entre actividades como trekking, cabalgatas, hidrospeed, ciclismo y pesca. Y sobre el río hay unos pozones ideales para el verano.
En la zona hay varios cerveceros artesanales y se destaca la fábrica de El Ventisquero, donde elaboran IPA, Imperial Stout, Golden, APA y Frambuesa. “Entre los distintivos del paraje rural El Manso y de todo el valle del río están sus paisajes y su tranquilidad. Recibimos muchos turistas de ciudades grandes buscando esa conexión con la naturaleza. Además, nuestra gente es muy servicial y los hacen sentir como en casa”, dice Sabrina Santana, integrante de la junta de la comisión de fomento de El Manso.
Fuente: Paz García Pastormerlo, La Nación