Las calles de Buenos Aires guardan millones de historias y secretos. Algunas de ellas pueden develarse tan solo con cruzar la puerta de muchos negocios y lugares que la vieron nacer y transformarse en una de las ciudades más importantes del mundo.
Caminando entre los adoquines que aún permanecen en los barrios de San Telmo y Montserrat, se encuentran estos seis lugares centenarios que resistieron a la transformación de la ciudad y sobrevivieron a todas las modas, convirtiéndose en emblemas de la identidad porteña y en joyas del patrimonio arquitectónico.
Farmacia de la Estrella
Con más de 130 años de historia, es la primera farmacia del país que permanece en funcionamiento hasta hoy y que además forma parte del Museo de la Ciudad. Por ella pasaron grandes próceres argentinos como Mitre, Roca y Pellegrini, entre otros, quienes hacían reuniones en el subsuelo del boticario.
En el exterior, el mismo cartel de entrada de antaño, la misma pérgola de vidrio y hierro, y las mismas puertas vaivén reciben a los visitantes. Dentro, aún conserva sus muebles originales, como el mostrador de madera de nogal traída de Italia, el piso de mosaico genovés y los típicos frascos antiguos para drogas y perfumes. Pero todas las miradas se las llevan los lienzos y frescos de sus paredes y cielo raso, como “El triunfo de la farmacopea frente a la enfermedad”, pintado en 1900. Abre de lunes a viernes de 8 a 18.
Iglesia de San Ignacio de Loyola
Es la Iglesia más antigua de la ciudad, construida por los jesuitas entre 1686 y 1722. Forma parte de la Manzana de las Luces y fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1942. En este mismo edificio también funcionaron la Escuela de Medicina, la Biblioteca Nacional y la Universidad de Buenos Aires. Fue catedral de la ciudad a fines del siglo XVIII, se convirtió en cuartel militar durante la resistencia a la invasión inglesa de 1806 y debajo de ella corren parte de los túneles construidos en la época colonial. Su fachada remite al barroco colonial, con influencia del barroco bávaro.
Se destaca por sus columnas salomónicas, sus esculturas de santos, su frontón con el escudo jesuítico y su cúpula sobre tambor cuadrangular. El reloj que corona una de las dos torres es el más antiguo de la ciudad y estuvo en la torre del Cabildo. El altar mayor, tallado en madera y dorado posteriormente, es original del siglo XVII.
Mercado de San Telmo
Fue inaugurado en 1897 y declarado Monumento Histórico Nacional en el año 2000. Nació para abastecer de los víveres necesarios a la nueva ola de inmigrantes europeos que llegaba a la ciudad. El edificio es obra de Juan Antonio Buschiazzo, el segundo arquitecto que obtuvo su título en Buenos Aires. Aún conserva su estructura interna original formada por vigas, arcos y columnas de metal con techos de chapa y vidrio, con la gran cúpula en el centro de la construcción.
En 2022 se hizo la primera restauración integral de su fachada y se pusieron en valor los escalones de mármol de los accesos.
Hoy, en su interior no solo pueden encontrarse carnicerías y verdulerías, sino también puestos gastronómicos, cafés de especialidad y hasta tiendas de antigüedades y de diseño. Está abierto todos los días de 9 a 20.
El Viejo Almacén Tango
El edificio se remonta a 1760, donde funcionaba un almacén de campaña en el Virreinato del Río de la Plata. En 1840 amplió su capacidad y se transformó en el Hospital Británico. Más tarde funcionó allí la Aduana General de la Nación, e incluso durante la Guerra del Paraguay refugió a combatientes heridos o enfermos. Recién en 1969 abrió sus puertas para albergar una tradicional casa de tango, pionera en la ciudad, de la mano del famoso cantante de tangos Edmundo Rivero. Por él pasaron grandes exponentes como Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese y Roberto Goyeneche. En 1977 estuvo a punto de demolerse, aunque finalmente se suprimieron 140 metros cuadrados. En 1982 fue declarado Sitio de Interés Cultural y luego de estar cerrado durante unos años, en 1996 se convirtió en un complejo gastronómico con el mejor show de tango de Buenos Aires. Todas las noches brindan shows y se asiste con reserva.
Librería de Ávila
No solo es la librería más antigua de la ciudad, sino de Argentina y de América. Incluso, parece ser la más antigua del mundo que sigue en pie. Abrió sus puertas en 1785, entre paredes de adobe y techo de paja, y además de libros, vendía hierbas medicinales y artículos para los gauchos.
Con el tiempo, se transformó en la primera casa de la ciudad de dos pisos, y fue punto de encuentro de los revolucionarios de mayo de 1810. Pero en el siglo XX, la librería quebró, el edificio fue cerrado y estuvo a punto de convertirse en un local de comida rápida hasta que el librero Miguel Ávila decidió comprarlo en 1993 manteniendo el tradicional estilo del local.
Entre sus estantes pueden encontrarse libros y revistas antiguos, ediciones de colección y primeras ediciones, rarezas históricas, traducciones difíciles de encontrar, además de clásicos y best sellers.
Bar El Federal
Con 160 años, El Federal fue declarado Café Notable por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y Sitio de Interés Cultural. Nació como pulpería en la misma esquina que se encuentra hoy, pero donde antes las calles eran de tierra. Supo ser almacén de productos ultramarinos, en su planta alta alojó un prostíbulo clandestino y más tarde se convirtió en almacén con despacho de bebidas. Ya en el nuevo siglo fue escenario para clásicos del cine argentino, como Cafetín de Buenos Aires.
Todo el lugar es una pieza arquitectónica con su barra de madera con arco en alzada y vitreaux y su piso de mosaicos calcáreos originales. La antigua máquina registradora, el reloj detenido a las ocho, las chapas enlozadas y los avisos publicitarios del siglo pasado forman parte de su colección de piezas únicas.
Abre de lunes a lunes de 8 a 2 am.
Fuente: María Florencia Sanz, La Nación