(Desde Córdoba) Con ropa negra, Martín Caparrós. Con una chalina azul, Juan Villoro. Ambos, sobre el escenario de la inmensa Sala de las Américas en la Universidad Nacional de Córdoba, se erigen como dos de las voces más importantes de la crónica latinoamericana, ese subgénero del periodismo que se animó a batallar codo a codo con la literatura. El moderador de esta conversación es el español Mariano Jabonero, secretario general de la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura). Lleva por título «Desafíos de la palabra y el periodismo» y es una de las atracciones principales del Seminario de Comunicación y Periodismo, en el marco de un megaevento que Córdoba ya está viviendo: el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE).
«Me parece detestable la palabra consumidor, y más cuando se la usa en referencia a los lectores de noticias«, comienza diciendo Caparrós, metido ya en la temática que aquí atañe: la actualidad de una profesión que parece haberse transformado. Pero, ¿qué tan grandes han sido esas transformaciones? ¿Cuál es el grado de injerencia de internet sobre nuestras costumbres, sobre nuestras vidas? «Había un profesor en Sociología —comenta con ironía Villoro— que nos decía: ‘estudien mucho que sino van a acabar siendo periodistas’. Yo creo que la mejor forma de aprender periodismo es en la práctica, y quiero decir también, aunque Martín seguro lo niegue, el mejor periodismo se hace acá», a lo que Caparrós mueve la cabeza en una clara señal de no, pero con una sonrisa que parece agradecer el cumplido.
«¿En qué medida sería posible que el Estado con sus instituciones educativas enseñara a leer? Ahí hay una tarea importante que, creo, no se está cumpliendo en absoluto», agrega el escritor argentino, mientras que su par mexicano comenta: «Hay personas que no distinguen entre leer información veraz e información falsa. Tenemos que generar una cultura de leer de una manera diferente y convertir al lector en un militante de la información«. Pero, ¿cuáles son los elementos que han hecho de estos lectores en meros consumidores de noticias? ¿Qué fenómenos de esta actualidad son los que se imponen frente a la anhelada lectura crítica?
«El fenómeno actual —sentencia Caparrós— ya no es tanto cuál es la historia, cuáles son los hechos, sino qué pienso yo de la historia y de los hechos. Aunque si bien el siglo XIX y gran parte del XX los periódicos eran partidarios, ahora, con las redes sociales, el fenómeno es mayor. Hoy, el periodismo, en un gran porcentaje, se lee para confirmar lo que uno piensa. A mí lo que me interesa es un periodismo que pueda poner todo en duda. Sino, se vuelve una actividad, usando una palabra suave, onanista». Por su parte, Villoro asegura que «la búsqueda de la verdad está en entredicho porque abunda la desinformación, las fake news. La ideologización de la noticia, la permanente editorialización y opinión en la noticia son una distorsión preocupante«.
Ambos son cronistas, esgrimistas del periodismo como arte narrativo, y autores de libros ensayísticos, de cuentos, novelas y periodísticos. Han buceado por todos los géneros. ¿Cómo se posicionan dentro del eterno debate ficción-realidad? Para el narrador mexicano, autor de libros como El vértigo horizontal (una ciudad llamada México) y El libro salvaje, «hay ciertas zonas subjetivas del periodismo que son legítimas. Yo creo que un buen periódico tiene que tener noticias objetivas y este periodismo de tentación».
En cambio, dice el autor de Todo por la patria, La voluntad y Un día en la vida de Dios: «Si hay ficción yo no lo pondría dentro de la categoría de periodismo. Con lo que sucede siempre alcanza. Porque no hay ‘información necesaria’. Estamos viciados de tanta información que en algún punto se puede pensar que nos llenan de información que no necesitamos para que creamos que de algún modo estamos participando. ¿Y cómo participamos realmente? Votando cada cuatro años a cuatro o cinco ñatos que no elegiríamos».
«¿Qué puede hacer el periodismo ante este círculo vicioso de la información?», pregunta Jabonero, entonces Villoro toma el hilo imaginario que se desenrolla sobre el escenario y responde: «Las redes sociales han traído velocidad, pero también un cortocircuito informativo, una sobredosis. Estamos como con el estómago empachado. Hoy en día una mesa de redacción compite con otra mesa de redacción y al final todos dicen lo mismo. Yo creo que siempre es mejor arriesgarse a escribir algo distinto y original. El futuro del periodismo tiene que ser la investigación y la crónica, el periodismo de emoción. La empatía que produce el periodismo está en la emoción que acompaña los datos».
¿Realmente no hay «información necesaria»? Martín Caparrós lo explica así: «A mí no me interesa tanto el décimo octavo soborno de tal diputado. Si hay periodistas que lo quieren escribir, gracias y salud, pero a mí lo que me interesa es pensar y tratar de hacer sentido con todo eso». Volviendo a los elementos coyunturales que pusieron al periodismo en esta extraña encrucijada, en este desafío —como indica el título de esta charla en la Universidad Nacional de Córdoba—, el autor continúa: «Con los clicks, el periodismo escrito ha entrado en la lógica del rating. Los editores han caído en la tentación de hacer lo que los lectores quieren. Y no hay nada peor que eso.«
No hay dudas, el periodismo ha sido una de las profesiones que más han sido atravesadas por el cambio tecnológico que, a su vez, es un cambio social: la cotidianeidad ha sido trastocada y promete no volver a ser lo que fue. Jamás. Entonces, ¿qué pueden hacer los periodistas que comprendan la magnitud de todos estos elementos planteados en esta conversación: la sobredosis informativa, la ideologización de la noticia, la lógica del rating clickero, el onanismo de la actividad, las fake news y la lectura acrítica? «El sustrato esencial del periodismo —concluye Villoro— es el lenguaje, ahí está todo». El Congreso de la Lengua también se trata de eso.
Fuente: Infobae