Si está cansado de pasarse los feriados mirando series, pero piensa que finalizado el Bafici, ArteBA y la Semana del Arte, no hay nada bueno para salir a ver por la ciudad, vaya cambiando de idea y buscando un calzado cómodo: hay mucho arte para seguir alimentando las retinas, y del (muy) bueno. A continuación algunas sugerencias sobre qué ver y dónde, para que la abundante oferta no nos intimide.
1. Bajo el cielo de Palermo
Si es de los que disfrutan del arte tanto como del sol y la naturaleza, y prefiere fusionar las salas de museo con los árboles y lagos, Palermo será, si el clima nos acompaña, una buena opción esta semana santa. Ubicado en medio de los bosques y justo en frente al Rosedal, el Museo Sívori presenta dos muestras bien diferentes, pero igual de atractivas.
Curada por Florencia Qualina, Resplandor reúne las obras que la pintora Silvia Torras realizó entre 1960 y 1963. Referente indiscutido del movimiento Informalista –un tanto ensombrecida por las figuras de Alberto Greco o Kenneth Kemble- Torras murió joven, pero fue una artista prolífica, y la muestra le rinde un merecido (y postergado) homenaje: ideal para quienes quieran degustar de la pintura en su estado más puro.
Inaugurada a fines de marzo y curada por Sebastián Vidal Mackinson, 3 de espadas es la muestra site- specific de Nicolás Robbio que también puede verse en ese museo. Se trata de una exploración sensible -a partir de objetos- del Parque Tres de Febrero, una suerte de historia cultural de ese espacio (y de sus significaciones a lo largo del tiempo) realizada a través de ruinas, monumentos, jardines y paseos.
Nunca está de más, de paso por el hermoso edificio del Sívori, una visita a su jardín y sus hermosas esculturas.
Museo Sivori. A pleno, a 80 años de su fundación / Archivo Clarín
2. Panzada fotográfica
Alejarse de los bosques para continuar el itinerario traerá aparejada una encrucijada que cada uno deberá resolver según sus inclinaciones y gustos: tomar la Avenida Godoy Cruz hasta llegar a FoLa (Fototeca Latinoamericana) donde podremos darnos una panzada de buena fotografía de la mano de la muestra antológica de Jorge Aguirre nos llevará a encontrar las más irónicas postales de una Buenos Aires ya camino a la extinción. Bajar, en cambio, por Avenida del Libertador hasta llegar al muy felizmente renovado Museo Nacional de Bellas Artes, podría incluir un previo desvío por el Malba, también para ver fotos; en este caso de la mano de los grandes maestros de la modernidad argentina- Horacio Coppola, Grete Stern, Anatole Saderman, Annemarie Henrich, entre muchos otros- reunidos en Mundo propio por Facundo de Zuviría.
«En el andén (Sueño N° 2)», 1949. Una obra de Grete Stern en en el Malba.
3. Bellísimas artes
Elija el sendero que elija, la buena fotografía está garantizada. Procure, eso sí, no llegar al Bellas Artes muy cansado: allí hay mucho para ver. Para los amantes de la arqueología y de la belleza que desborda de los estrechos límites del arte occidental, la recientemente inaugurada sala de arte prehispánico ofrece más de 300 piezasde diversas culturas del Noroeste Argentino, nunca hasta ahora exhibidas como parte de la colección permanente.
A eso se suma, en el pabellón de muestras temporarias, Pintura y memoria, la retrospectiva del maestro Carlos Alonso, con algunas de sus series icónicas y una instalación inédita hasta el momento: un verdadero festival de trazos y colores.
En la planta alta encontraremos Paisajes insumisos, que reúne una combativa serie de pinturas de Diana Dowek realizadas en los 70, y Ninfas, serpientes y constelaciones, la muestra colectiva que curó el Profesor José Emilio Burucúa a partir de las curiosas teorías sobre la historia del arte, que desarrolló un siglo atrás el investigador Aby Warburg.
Valdría la pena el esfuerzo de cruzar la avenida y seguir un poco más hasta la casa de Victoria Ocampo –a poquísimas cuadras, sobre la cortadita Rufino de Elizalde- para ver Cuerpo y forma, la exposición que reúne el patrimonio gráfico del Fondo Nacional de las Artes: desde Abraham Vigo hasta Rómulo Macció, pasando por Aída Carballo y Pompeyo Audivert, los grandes nombres de una disciplina nunca lo suficientemente vista en Argentina.
4. Cerca del río
Hacia el bajo, Puerto Madero también presenta múltiples opciones, y el río –aunque no muy visible, cerca- ayudará a despejar la mirada entre muestra y muestra, como ayuda el granito de café entre copa y copa de vino en las degustaciones.
Una buena idea sería bajar por Avenida Córdoba hasta llegar al Museo de la Universidad Tres de Febrero, ubicado en el ex Hotel de Inmigrantes. Allí, la edición 2019 del Premio Braque nos servirá para hacernos una idea más o menos precisa de por dónde anda el arte contemporáneo nacional.
Si una vez afuera caminamos unos metros hacia el sur, nos encontraremos en la Fundación Fortabat con Tácticas luminosas la muestra que curó Francisco Lemus y que reúne la obra de distintas artistas (Elba Bairon, Cristina Schiavi, Magdalena Jitrick, por nombrar sólo algunas) en torno a la mítica galería del Centro Cultural Rojas: un capítulo significativo para una historia del arte contemporáneo todavía en ciernes.
Continuando camino por Juana Manso –que en sí, un feriado, ya es un muy pintoresco paseo- hasta Avenida Belgrano, encontraremos, en el Pabellón de las Artes de la U.C.A. la muestra Ambrotipos, que curó Abel Alexander, una oportunidad única de ver imágenes realizadas con esta antigua técnica fotográfica.
5. El viejo San Telmo
San Telmo también tiene lo suyo. A poquísimas cuadras de Plaza Dorrego, el Museo de Arte Moderno presenta El salón de los caprichos, la primera retrospectiva de Max Gómez Canle, uno de los artistas más singulares de su generación. También allí podremos ver los dibujos de la joven artista santafesina Clara Esborraz, que integran La hora rota.
No muy lejos, el Museo Histórico Nacional también es una opción, para quienes disfruten de lo precolombino: allí acaba de inaugurar Vida y belleza en los andes prehispánicos, que reúne la colección de piezas que forjó el artista Nicolás García Uriburu a lo largo de su vida, y que recientemente acaba de ser donada al museo por su hija.
El bar de Fundacion PROA, una opción para esta Semana Santa /Clarín
6. Esplendor boquense
En el barrio de la Boca, una buena opción será, para todos aquellos que disfruten del diseño, llegarse hasta Fundación Proa. Allí, la muestra Diseño en acción propone un cruce entre el diseño industrial, el de indumentaria y el urbanismo contemporáneo.
La llegada a Caminito podría complementarse con otras dos buenas ofertas, también en el barrio de las casas coloreadas. En la Usina del Arte el colectivo Pintoras (integrado por Paola Vega, Ad Minoliti, Silvia Gurfein, Leila Tshopp y Diana Aizemberg, entre otras) celebra sus 10 años con una muestra que reúne las distintas pinceladas.
Allí también puede verse Un zoodíaco posible, de Catalina León; una exploración simultánea de la pintura, el bordado y los signos zodiacales, realizada en conjunto con los espectadores.
Y media vuelta a la manzana, los paganos Templos de barrio que Marcelo Pombo levantó en la galería Barro, serán un muy buen cierre, para un fin de semana a puro ojo.