NUEVA YORK.- Si tuviera que elegir un sitio icónico de New York, la elección recaería en ese corazón verde que teniendo un nombre genérico como Central Park nadie puede confundir con uno distinto. Si decimos Central Park es el de Manhattan.
En sus 341 hectáreas desaparecen los edificios y la ciudad se transforma en una pradera cercada de bosques, colinas y espejos de agua que pueblan peces, aves, ardillas y mapaches.
Ubicado entre la calle 59, también llamada Central Park South, y la 110 o Central Park North el parque tiene cuatro kilómetros de largo. Su ancho es de 800 metros, entre la 5a Avenida (que nunca cambia de nombre) y Central Park West. Es cuatro veces más grande que Mónaco y ocho veces más grande que Ciudad del Vaticano.
A mediados del 1800 Nueva York crecía y debían preservar algún área verde. Algunas versiones indican que en principio se pensó en un predio que hoy ocupa la ONU, pero ahí se asentaban familias ricas que se opusieron. Finalmente decidieron usar esas 341 hectáreas pobladas por unas 1600 personas. Eran afroamericanos libres e inmigrantes alemanes e irlandeses, que fueron desalojados.
El diseño del parque se concursó y de 33 proyectos presentados ganó el conocido como Greensward Plan cuyos autores eran Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux. Desde 1859 la Legislatura del Estado de Nueva York fue periódicamente aprobando presupuestos para la compra y puesta en valor de esas hectáreas. Para 1870 Olmsted estimó el costo final en 8,9 millones de dólares. En aquel tiempo Estados Unidos pagó 7,2 millones por Alaska, cuya superficie alcanza aproximadamente las 170 millones de hectáreas.
Hoy el presupuesto anual del Central Park asciende a 82 millones de dólares, de los que la ciudad aporta el 25% y el restante 75% surge de los fondos que recauda la Central Park Conservancy, entidad sin fines de lucro.
Todos llegan a Central Park a disfrutar de la naturaleza. Curiosamente nada de lo que hay allí es natural del lugar. Ese paraíso de colinas, montículos rocosos, lagos y bosques era en su origen un bañado pantanoso y una superficie seca donde pastaban las ovejas.
Todo ha sido traído desde otros sitios, principalmente de New Jersey. Tierra, rocas y 4 millones de árboles, arbustos y plantas que integran las 1500 especies que hoy viven en el parque fueron trasladados en carretas.
Para ir de pesca
En el Central Park habitan unas 300 especies de animales. En sus lagos se puede pescar… siempre y cuando se devuelvan las piezas inmediatamente al agua. El lago Harlem Meer –en el límite norte del parque– alberga unos 80 mil peces.
Las ardillas son protagonistas de la vida del parque. Un censo reciente concluyó que en el lugar había 2373 grises. También hay una variedad de ese tipo de animales más pequeñas y rayadas conocidas como chipmunks.
En el otoño las aves que escapan del frío migran desde el norte. Es el momento en que Central Park convoca a miles de birdwatchers, particularmente en la parte norte del parque, donde los bosques se mantienen agrestes.
En 1890 Eugene Scheifflin, un farmacéutico que admiraba a Shakespeare, se le ocurrió en 1890 liberar un centenar de aves exóticas traídas de Inglaterra, para poblar el parque con las aves que el escritor menciona en sus obras. El resultado fue que a los pocos años los estorninos llegaron a Canadá y en 1940 ya habían colonizado California. Hoy unos 200 millones de estorninos son un gran problema para la aviación, al punto que es una de las pocas especies no protegidas por la ley.
Los mapaches también habitan en el parque (hay unos 500), aunque hace pocos años representaron un peligro por una epidemia de rabia que los había afectado.
El norte también existe
Central Park termina en la calle 110. A partir de allí comienza Harlem. En ese lugar se instaló Bill Clinton luego de dejar la Casa Blanca y donde existen restaurantes, clubes de jazz, el mítico teatro Apollo y las iglesias para escuchar música góspel.
En el norte del parque existen bosques disciplinados sólo por los ciclos naturales, que los convierte en hábitat ideal de aves y mamíferos. Es una reproducción en escala del Airondack Park en el noroeste del Estado de New York.
Un túnel cerca de la pileta de natación Lasker Ring fue reconstruido con técnicas antiguas romanas trabando piedras para sostener su arco.
La Central Park Conservancy aportará 100 millones de dólares y la ciudad 50 para rediseñar esa zona para recuperar cursos de agua y básicamente para integrar el Lasker Ring al paisaje. Esta pileta de natación junto a dos pistas de patinaje y el Carrousell fueron concesionadas a la Trump Foundation.
El área norte tiene, además, una importancia histórica. Tras la evacuación de los británicos de New York en 1783 George Washington inició su camino para tomar posesión de la ciudad, cuyo límite en aquel tiempo era la calle 14.
Hace muy poco un cucharón que durante el siglo XIX estaba atado a una cadena sujeta a una roca y que se utilizaba para servir agua de un manantial fue encontrado al hacer una excavación. Hoy está en custodia en el centro de información Charles A. Dana próximo a la calle 110.
La zona norte, curiosamente, es la menos visitada por el turismo, no así por los newyorkers que la disfrutan cotidianamente. Generalmente los turistas entran al Central Park por su límite sur –es decir la calle 59–, y cuanto mucho llegan hasta la calle 96.
Los cambios en la seguridad han generado usos antes inexistentes. El parque permanece abierto desde las 6 a 1. En los 80 entrar de noche al Central Park era de suicidas. El submundo criminal disfrutaba a sus anchas de las sombras y guaridas naturales. Hoy es transitado por oficinistas, ancianos, familias y deportistas sin el riesgo de antaño. Central Park está considerado como uno de los parques urbanos más seguros del mundo.
Celebridades
Un enamorado del Central Park, tal vez por haber nacido muy cerca en el Bronx, es Ralph Lauren, que dona dinero a la Central Park Conservancy y ha celebrado sus cuarenta años con la moda cerca de la 5a avenida a la altura de la calle 103 y sus 50 años en la terraza de la fuente Bethesda.
Jacqueline Kennedy Onassis, vivía en el 1040 de la 5a Avenida y cruzaba con frecuencia. El Reservoir lleva su nombre. Son famosas fotos de ella paseando por el parque con su última pareja, el empresario de diamantes Maurice Tempelsman.
Frente al parque también vivían John Lennon y Lauren Bacall, ambos en el mítico edificio Dakota. En el 220 de la calle 59 hace muy poco se compró la vivienda más cara de Estados Unidos: el fundador del Fondo de Inversión Citadel, Ken Griffin, pagó 238 millones de dólares por ese ático.
Pero quienes quieren dejar su huella pueden inscribir su nombre o el de un tercero en una placa amurada a uno de sus bancos. Claro que cuesta 10 mil dólares.
Experiencias de película
Muchas son las películas que tuvieron como locación al Central Park. Entre las más conocidas vale recordar a Desayuno en Tiffany’s (1960), Love Story (1970), Kramer vs. Kramer (1979), Cuando Harry conoció a Sally (1989), Mi pobre angelito 2: perdido en Nueva York (1992), Hombres de Negro 2 (2002), Soy leyenda (2006) y Encantada (2006). No podría faltar de esta lista la serie Sex and the city grabada entre 1998 y 2004.
Pero si hay un fanático del Central Park se llama Woody Allen. Hay escenas en ese lugar en varias de sus películas, como Annie Hall (1977), Delitos y Faltas (1989), Historias de Nueva York (1989) y Poderosa Afrodita (1995), por mencionar sólo algunas.
Acaso los más nostálgicos recuerden Un día en Nueva York basada en el musical de Leonard Bernstein, donde Gene Kelly, Frank Sinatra y Jules Munshin encarnan a tres marineros paseando un bicicleta por el parque.
Básicamente se puede hacer todo lo que no moleste fue la respuesta de Juan Jesús el guía de la Central Park Conservancy al preguntarle qué estaba prohibido en el parque. Desde 2014 en Nueva York no se puede fumar en ningún lugar público, lo que obviamente incluye al parque. Tampoco pueden utilizarse amplificadores que eleven demasiado el sonido, aunque hay artistas debidamente autorizados en lugares específicos.
La gente realiza deportes, alguno de los cuales tienen destinadas canchas o espacios apropiados, toma sol, patina, anda en bicicleta (salvo en senderos en los que no se permite), corre, y se pierde entre plantas, estanques y lomadas.
Ah!… hablando de perderse, si eso ocurre hay un recurso. Cada columna de alumbrado –hay unas 1600– tiene una chapa con un número. La primera cifra, que puede ser de dos o tres dígitos, menciona el número de la calle (entre la 59 y la 110). Si termina en número impar se está del lado oeste. En caso de ser par estaremos más cerca del este.
Pero no se preocupe. Piérdase. Alguna de sus múltiples salidas va a aparecer. Después de todo caminar hasta quedar exhausto es lo que se acostumbra en la Gran Manzana.
Visitas
No importa las veces que se visite el Central Park. Siempre queda algo por ver. Lo mejor es dejarse llevar y caminar sin rumbo. Aunque también hay visitas guiadas que organiza la Central Park Conservancy. Las hay gratuitas y también pagas (15 dólares).
Los tours incluyen monumentos (hay más de 50, entre los que se encuentra el del general José de San Martín) y vistas icónicas recorriendo la fuente Bethesda, el punto Imagine en Strawberry Fields en honor a John Lennon, justo frente al edificio Dakota donde vivía y en cuya vereda fue asesinado, el Reservoir Jacqueline Kennedy Onassis, el Bow Bridge, el Boathouse, y muchos otros puntos tanto culturales como paisajísticos. Está abierto de 6 a 1. centralparknyc.org
Museos
Dentro del parque se encuentra el célebre Metropolitan Museum. Y en el perímetro de las calles que lo rodean están el Museo de Historia Natural, el Museo Guggenheim, el Museo Judío, el Museo de la Ciudad de Nueva York, el Museo Nacional de Diseño Cooper-Hewitt y la Colección Frick entre otros sitios de interés cultural sumamente concurridos.
Fuente: Nino Ramella, La Nacion