Con interiores escenográficos y expertos a cargo del diseño floral las florerías boutique pican en punta en el mapa porteño de la exclusividad. Los ramos de autor llegan a los cafés de especialidad, tiendas de indumentaria premium y restaurantes sofisticados.
Con servicios personalizados, el mercado se disparó en pandemia y hoy no deja de florecer. En el Palacio Duhau, los huéspedes del hotel pueden apreciar el paso a paso de los arreglos que arma Marcos López, a cargo de La Florería del Duahu, ubicada entre el Paseo de las Artes y el spa. Allí se encuentran narcisos, iri, junquillos, hortensias y rosas importadas, cuya docena cotiza en 30 mil pesos. “Armamos un carrito anexo para embellecer todos los rincones del hotel”, señala López, que también provee de ramos a Chanel, Rolex y Visa, entre otras firmas.
En Salguero y Av. Figueroa Alcorta también se pueden encontrar rarezas. Anémonas, liriums, marimonias y los exóticos tulipanes que cuidan con cubitos de hielo en la Florería Nequi. Juan Pablo Arroyo, su hermano Martín y su cuñado Fabio Nequi fueron los elegidos de Damián Betular para la ambientación de su patisserie en Villa Devoto.
Especialistas en personalizar ramos (que pueden costar hasta 350 mil pesos si tienen tulipanes), explican que las temperaturas altas de los últimos días perjudican a las flores más sensibles, “aunque no se pueden dejar de cultivar”, señalan.
Otra de las emblemáticas es Florería Atlántico, en Arroyo al 800, una de las calles más parisinas de la ciudad. Allí las flores y el vino, las ramas y los cócteles entablan sus propias conversaciones. Es que el local, elegido el año pasado entre los 50 mejores bares del mundo, combina tragos de autor, pétalos y pimpollos autóctonos. Claudia López Aragón y Eduarda Tartaglia eligen los mejores ejemplares locales. “Las ramas de banano, los conejitos y alelíes son increíbles. También, las orquídeas simbidium, que no fallan. Es noble y florece siempre. Vale la pena la inversión”, destaca Claudia. Allí la ambientación parisina propone un contraste con la inspiración de una fonda de marineros que se descubre en el subsuelo, entre botellas y ramas en flor.
En tanto, Blumm Flower se instaló en Casa Cavia de la mano de Camila Gassiebayle, quien combina conceptos artísticos y poéticos en cada bouquet de flores frescas o secas, envueltas en textiles artesanales.
Los papeles de seda, artesanales, y las cintas de colores son parte de los accesorios infaltables. Y los floreros, como los de vidrio soplado que realiza la diseñadora Ana Manghi, cuyas piezas únicas fueron elegidas por Francis Mallman para ambientar el restaurante Patagonia Sur, en La Boca.
Por otra parte, Conde Florería, desarrolló un nuevo concepto para lograr presencia por toda la ciudad. Los puestos estilo pick up, en hierro, copan restaurantes, bares, tiendas de indumentaria y otros rubros bajo el formato de alianza estratégica: ramos de autor a precios accesibles.
Café, torta y ramo de flores, el combo que echó raíces entre los porteños.
Fuente: Vivian Urfeig, La Nación.