Imaginate esta posibilidad: tenés una varita mágica para agitarla sobre el mapa de Italia que te arma un recorrido relevante donde sentirte un local, sin muchos turistas cerca. Si pudieras hacerte de una Vespa y subirte para andar por rutas alejadas del tránsito, llevando una mochila pequeña al hombro, y sólo ganas de que se deslumbren tus ojos y se gratifique tu estómago. Si imaginaras meterte en una clásica película que te pasea por la península, donde un elenco de personajes pintorescos te abren sus casas y comparten sus rutinas cotidianas para recibirte en su mesa con copas de vino local. Si te abordaran las ganas de convertirte en un italiano más viviendo en las afueras de las grandes ciudades, como un modo de hacer realidad aquello que circula en las redes sociales de comprarte una casa por un par de euros e irte a vivir a un pueblo en el medio de la esencia italiana. Si quisieras que todo eso pase, aquí te contamos un recorrido perfecto para hacer que todas esas ideas se transformen en recuerdos, sabores y muchas imágenes. Registrá estos datos y armá la vida soñada en los pueblos más bonitos de los que nunca escuchaste hablar.
El taco de la bota: Alberobello
Alberobello, a unos 50 km de Bari, es un encantador pueblo del Valle de Itria, en la región de La Puglia. En este rincón del mediterráneo se erige una especie de comarca de Bilbo Bolsón reconvertida al estilo itálico. La región de Murge dei Trulli desborda de olivos, árboles frutales y viñedos, aquellas expresiones que hacen de la gastronomía local un imperdible tan rico como su paisaje.
Los habitantes locales han dado a sus villas la identidad que nunca antes viste en otro pueblo de Italia: la piedra. Con ellos construyeron sus trullis, casas circulares que son una mezcla perfecta entre los molinos clásicos de Castilla la Mancha y las casas griegas que se derraman en los acantilados. Las culminan con una cúpula cónica, también en piedra, pero coloreada en gris.
Aunque se utilizaban para resguardar al ganado o a los objetos utilizados en las tareas de agricultura, también eran en los trullis donde solían guardarse los aperos de labranza y el ganado, pero igualmente podían servir de vivienda. Sovrano es la única casa que se conserva como museo. Dentro perdura un espacio original, tal como se vivía en el momento en que fueron construidas estas viviendas.
Estas construcciones tuvieron su origen en un edicto del siglo XV que instaba a pagar a los propietarios de viviendas. Los locales decidieron edificar las suyas ensamblando piedras que, al llegar el recaudador, podían ser derribadas y vueltas a armar a su partida. Hoy, cuando ya se trata de opciones permanentes, se encuentran recubiertas de cal y el techo con ceniza.
La iglesia de San Antonio está enclavada en la colina del barrio Monti y respeta el estilo arquitectónico. A pasos de ella se puede acceder a Terrazzino Belvedere, un mirador perfecto para tener una vista ideal de la ciudad antigua.
El souvenir perfecto es el pito, un silbato con forma de gallo realizado en cerámica que era regalado por el novio a su pareja como símbolo de felicidad.
En el Rione Montegrappa, uno de los barrios de Alberobello, se encuentra la Basílica de los Santos Médicos Cosme y Damián, por su puerta pasa el Corso Vittorio Emanuele, la avenida principal del pueblo, donde se concentran los comercios y restaurantes. En tanto en el barrio Rione Monti, donde se nuclea la mayor cantidad de trullis, se recomienda detenerse en el Belvedere Santa Lucia, el mirador desde donde se toman todas las imágenes del pueblo.
Imperdible: la oportunidad de contratar el “hotel diffusi”, es decir un hotel que tiene sus habitaciones dispersas en diferentes trullis.
El surco milenario: Bellano
Bellano es una de las estrellas del legendario Lago di Como. Recostado sobre la orilla oriental, los lugareños aseguran que es el punto de partida perfecto para iniciar un recorrido en lancha por el sitio. La medalla de oro del lugar se la lleva Orrido, un desfiladero natural, al que localmente se denomina surco, creado hace unos 15 millones de años por el río Pioverna. La única manera de acceder es atravesando una serie de pasarelas colgantes. Las fotos desde allí son increíbles.
Como todo pueblo de Italia, el laberinto de calles, su estrechez y las calzadas reducidas invitan a mirar lo que ocurre dentro de las casas, fisgoneando por las ventanas de estilo barroco. La iglesia que domina el sitio data del siglo XIV y está dedicada a San Nazzaro y San Celsio. Dentro se conservan frescos de la escuela lombarda El Cà del diavoles un castillo que conserva algo de estilo del medioevo y sobre el que se tejen leyendas misteriosas. El Sendero del Caminante se ha convertido en un trekking sin exigencias pero que demanda mucho a la vista: sus vistas panorámicas de la región merecen la pena.
El souvenir perfecto: el aceite de oliva DOC típico de los lagos de Lombardía.
Con ancestros moriscos: Buccheri
Buccheri es una localidad italiana de la provincia de Siracusa, región de Sicilia, con apenas algo más de dos mil habitantes. Los Montes Ibleos son una cadena de colinas localizada en la parte sudeste de Sicilia, en las que el Monte Lauro es la cima más alta, con 986 msnm.
La zona fue habitada por árabes quienes colonizaron el territorio, antes cubierto por un interminable bosque de pinos, fresnos y encinas. Se supone, aunque no existen certezas, que fueron precisamente los árabes quienes, como método de defensa de sus territorios fortificaron la colina Tereo. Aún persiste una larga cadena que conforma el muro que protege la ciudad y un enorme castillo en la cima de dicha colina que puede visitarse.
Circundado por bosques, alberga un profuso tesoro histórico y cultural. En la zona destinada antiguamente al vulgo, al pie del Castillo, se pueden visitar la Iglesia Matriz y el Santuario de Santa Maria delle Grazie
Anécdota: la localidad es célebre por una práctica poco común. Allí existen las neviere, una serie de cuevas en donde se recolecta nieve que, más tarde se utiliza con diferentes fines domésticos.
Vecino de Roma: Castelnuovo di Porto
La antigua región de colinas suaves llamada Ager Capenas, apenas a una decena de kilómetros de Roma, fundada por los etruscos cuyas ruinas se encuentran en Civitucola. De allí en más todas las civilizaciones que atravesaron Italia dejaron huella en este pueblo pintoresco de la zona del Lazio, Castelnuovo di Porto.
A lo largo del valle se puede visitar un extraño complejo de comienzos de la Edad Media con instrumentos diseñados para prensar uvas, realizados con piedra caliza. Por su parte, la vía Tiberina, próxima al Ponte Storto, se localiza un cementerio paleocristiano, con nichos de varias alturas excavados en la toba que se cree que ha sido utilizado entre el siglo V y VI.
El pueblo introduce en una gesta medieval porque, si en algún sitio se ha logrado, es en Castelnuovo di Porto donde apto para la visita se conserva un caserío original de la Edad Media.
En la plaza principal se encuentra el castillo Rocca Colonna, la antigua prisión, una iglesia medieval y la logia pintada al fresco por Federico Zuccari con escenas de la fundación de Roma, leyendas romanas, batallas, puertos y algunas de las riquezas de la familia adinerada, propietaria del feudo en esa época. En la propia plaza también se encuentra Colegiata de Santa Maria Assunta, una iglesia barroca construida en el siglo XIII sobre una estructura más antigua de la que solo queda el campanario.
Testigos: torres, murallas y casas con emblemas de escudos familiares se mantienen en pie y traen al presente las condiciones de vida de la época.
Un refugio para un rey: Abruzzo
En Abruzzo, Vittorio Emanuelle III, rey de Italia entre 1900 y 1946, se refugió en el castillo de un pequeño pueblo medieval escapando de los avatares de la Segunda Guerra Mundial. Crecchio es, sin dudas, uno de los refugios más increíbles de Italia, configurado como una antigua ciudad-fortaleza que alberga el bello Castillo Ducal, rodeado de museos, espacios culturales y decenas de piezas arquitectónicas históricas aportan a este paseo una riqueza inesperada.
El castillo cuenta con cuatro torres, de ellas la noreste, más alta que las demás, representa una típica pieza normanda del siglo XII.
Más allá de perderse por sus callejuelas que trepan y descienden casi sin seguir una senda predeterminada, la visita al Museo de los Abruzos Bizantinos y de la Alta Edad Media, dentro del Castillo Ducal se exhiben objetos encontrados durante los estudios arqueológicos, se suman a estos hallazgos, otras piezas de origen ostrogodas y lombardas.
Resulta imperdible: apenas a 200 metros de distancia, la iglesia de Santa Maria da Piedi.
La mezcla hispánica y las mejores playas: La Maddalena
La Maddalena, en Cerdeña, es en verdad un archipiélago integrado por 7 islas. La Maddalena propiamente dicha, además de Caprera, Budelli, Santa Maria, Spargi, Santo Stefano y Razzoli. Esta región está dotada por algunas de las mejores playas de Italia. De todo el archipiélago, la primera es la única a la que se puede acceder en ferry. La mejor manera de disfrutar de todas sus alternativas es alquilar un auto o animarse al senderismo.
La ciudad de La Maddalena, donde atraca el ferry desde Cerdeña, es una colorida localidad clásica isleña que invita a caminar por el puerto y sus callecitas pequeñas. El recorrido costero es una incansable gran fotografía que se extiende por 20 km. Es aconsejable detenerse en cada mirador para tomar nota de las vistas. Spiaggia di Tegge, por ejemplo, es un atolón de rocas y mar. Cala Francese se destaca por sus piedras de granito rosa. En Carlotto es indispensable detenerse a visitar la capilla de la Madonnetta.
La playa más famosa: es la de la Bassa Trinita, con aguas turquesa y finísima arena blanca. Spiaggia di Monte di Rena es la playa más popular. Se encadenan, más allá de ellas, una larga sucesión de otras playas: del Cardellino, Cala Lunga, Spalmatore, y Capocchia du Purpu. Simplemente impresionante.
Fuente: Flavia Tomaello, La Nación