Cuando se trata de rutas, pocos destinos en el mundo pueden ser comparados con la Argentina y su gigantesca geografía. Por supuesto, la madre de todas es la 40, famosa mundialmente, con sus maravillosos paisajes, desde los confines gélidos del continente hasta valles donde perduran huellas del mundo de los incas. La 40 es una meta soñada, al igual que otras míticas rutas, pero por más larga y prestigiosa que sea, la 40 no llega a ocultar las muchas otras carreteras turísticas del país. Menos largas, pero no menos intensas e interesantes.
Santa Cruz: Ruta Azul
Entre las más conocidas de las rutas regionales del país, es una de las pocas que bordean momentáneamente el mar. En su caso, es entre Comodoro Rivadavia y Caleta Olivia. La Ruta Azul es en realidad una porción de la Ruta Nacional 3, que une Buenos Aires con Ushuaia. Le debe el nombre a su cercanía con el mar y también a que vincula tres parques marítimos o costeros de la Patagonia. Se la puede comenzar en Camarones, un puerto pesquero del sur de Chubut, vecino al Parque Marino Costero Patagonia Austral. No muy lejos se encuentra la increíble reserva faunística del Cabo Dos Bahías, uno de los mejores lugares para avistar animales en toda la Patagonia y refugio de la segunda pingüinera más importante de la argentina.
La Ruta Azul termina en Puerto Santa Cruz y el Parque Nacional Monte León, donde los carteles informan a los visitantes sobre la actitud que adoptar en caso de encontrarse con pumas… Son más de 800 kilómetros, una distancia a la que se deben sumar otros 200 adicionales para ir y volver entre Jaramillo y Puerto Deseado. Aunque este tramo esté fuera del eje de la Ruta Nacional 3, no se lo puede pasar por alto, ya que es uno de los mayores puntos de interés del circuito gracias a su ría y el Parque Interjurisdiccional Marino Isla Pingüino, donde se puede conocer una colonia única de pingüinos de penacho amarillo.
La Rioja: Ruta de la Costa
El mar más cercano está a cientos de kilómetros, pero La Rioja igual tiene su “costa”. Así llaman los lugareños a todo el pedemonte de la Cordillera de Velasco, en el centro de la provincia. Un tramo de la RN 75 permite descubrir pueblos que han sido olvidados por el paso del tiempo y toparse con varias sorpresas, entre Sanagasta y Aimogasta. Entre estos dos puntos hay menos de 100 kilómetros. La Costa Riojana es un importante centro de producción de frutos secos y aceitunas, con varias fincas y pequeñas tiendas que invitan a probar y comprar.
En Sanagasta, un antiguo sitio paleontológico fue reconvertido en atracción turística gracias a la instalación de réplicas de dinosaurios, que lucen como si estuvieran vivos dentro de un valle. Unos 60 kilómetros más al norte, Anillaco volvió a su histórica calma y apenas se recuerdan los agitados 90, cuando el pueblito se había transformado en un anexo de la Casa Rosada bajo las presidencias de Carlos Menem. Cerca del final del camino, hay que desviarse para llegar hasta Santa Vera Cruz y conocer el Castillo de Dionisio. Se trata de una construcción esotérica levantada por un adepto a las filosofías orientales, que ha sido comprada y cuidada por Pedro Fernández, el anfitrión de ese “castillo” único en el mundo.
Río Negro: Ruta de los Acantilados y de las Aves
La ruta provincial rionegrina 1 va desde Viedma hasta San Antonio Este y bordea la costa del Golfo San Matías. No es muy larga (un poco más de 200 km en total) pero tiene su cuota de dificultades, ya que cruza una zona de médanos que a veces sepultan el camino de ripio. Aunque la provincia se encarga de su mantenimiento –y particularmente en temporadas turísticas– siempre es mejor informarse antes de emprender el viaje. Entre el balneario El Cóndor y Bahía Creek, la Ruta 1 domina la costa y el paisaje desde lo alto de un acantilado. Bordea así el asentadero de la mayor colonia de loros del mundo. Decenas de miles de parejas cavaron nidos a lo largo de kilómetros en la roca y se los puede avistar con mucha facilidad, desde la ruta misma. Otro atractivo de esta primera porción es La Lobería y su centro de interpretación de la reserva faunística Punta Bermeja, donde vive una gigantesca colonia de lobos marinos. Tanto La Lobería como Bahía Creek son dos de los balnearios más liliputienses del país. Este último está construido al borde mismo del campo de dunas.
Jujuy: Ruta de la Sal y la Puna
El habitual circuito del turismo masivo en la provincia más norteña del país se limita a la Quebrada de Humahuaca. Pocos conductores se animan a enfrentar la Ruta Nacional 52, que sale desde Purmamarca y va hacia el oeste y la frontera con Chile en el Paso de Jama. La 52 es una ruta que cruza de par en par la puna argentina y presenta uno de los tramos más escénicos de los Andes. Luego de haber dejado el hermoso pueblo de Purmamarca y su Cerro de los Siete Colores, los vehículos enfrentan a la Cuesta de Lipán, que tiene un desnivel de casi 2000 metros.
En las partes más altas, un mirador permite ver la ruta y sus legendarias curvas (se dice que tiene 99 en total). En el camino es muy frecuente cruzar grupos de vicuñas. El mayor atractivo de la puna es la cuenca de las Salinas Grandes, (sobre todo desde que se instaló un complejo de glamping). Si bien es el final del paseo para una mayoría de automovilistas, algunos pocos eligen seguir en dirección a Susques y más allá, hasta Jama.
Córdoba: Ruta de Gigantes y Túneles
Para pasar de un lado a otro de las Sierras Grandes cordobesas, la mayoría de los viajeros elige la excelente y muy escénica RP 34, que bordea el Parque Nacional de la Quebrada del Condorito y llega hasta Mina Clavero, no sin antes haber regalado soberbios puntos panorámicos sobre el valle de Traslasierra. Esa ruta se conoce como el Camino de las Altas Cumbres. Un poco más al norte está la vieja ruta 28, que fue durante buena parte del siglo XX la única conexión entre Córdoba Capital y San Juan. Son pocos los viajeros que se animan a recorrerla porque necesita cierto grado de preparación y es imprescindible informarse bien previamente al viaje, ya que algunos tramos son delicados para conductores poco acostumbrados a manejar sobre ripio en montaña.
Entre Tanti, en el este, y Chancaní, en el oeste, no llega a alcanzar 150 kilómetros. Se la conoce como el Camino de los Túneles y el Camino de Los Gigantes, ya que pasa cerca del macizo del mismo nombre. Atraviesa pequeños caseríos, cruza arroyos de montaña, transita por valles, llanuras y montañas y se desliza bajo varios túneles. En el paraje de Taninga empalma con la ruta 15, que lleva hasta el turístico Valle de Traslasierra. La ruta 28, con sus dificultades y su ripio, que pone a prueba a vehículos y conductores, es un paraíso para los amantes de la naturaleza y los fotógrafos. En la actualidad, la provincia está poniéndola en valor y se asfaltaron algunos tramos, por ejemplo entre Taninga y Las Palmas.
Fuente: Pierre Dumas, La Nación