Un libro antiguo, esas joyas que atesoran coleccionistas y bibliófilos, tiene un valor que va más allá de su fecha de impresión. Es un ejemplar único o escaso, muchas veces con marcas y anotaciones que reflejan las huellas de los lectores a lo largo de su historia. «Cuando hablamos de libro antiguo hablamos de una pieza muy difícil de encontrar», coinciden los libreros anticuarios. En la próxima edición de la Feria del Libro Antiguo, que se inaugura el miércoles en el CCK, se exhibirán varios títulos impresos en las primeras imprentas nacionales.
«La imprenta ?nace’ en nuestra región de la mano de los misioneros de la Compañía de Jesús y del arte genuino que poseían los indígenas guaraníes. Bajo la guía de los religiosos, los guaraníes la suplían a través de su arte: dibujaban y copiaban a pluma los escasos libros llegados del Viejo Mundo, y lo hacían con tal calidad que solo mirándolos en detalle se advertía que no eran el fruto de una letra de molde. Hasta les agregaban las imágenes que ilustraban la edición impresa. Estos ejemplares son extremadamente escasos; se sabe que uno de ellos se conserva en un museo religioso del interior, un ‘Ritual’ copiado a dos tintas en poco menos de 120 páginas. Un verdadero tesoro», contó a LA NACION Roberto Vega, de Hilario. Artes, Letras & Oficios, que estará presente en la Feria junto con otros quince anticuarios, como Alberto Casares, Aquilanti & Fernández Blanco, Librería de Ávila y Víctor Aizenman.
Organizada por la Asociación de Libreros Anticuarios de la Argentina (Alada), la Feria del Libro Antiguo ofrece una variedad de ejemplares «raros, escasos y buscados», que abarca desde el siglo XV hasta míticas primeras ediciones del siglo XX como Rayuela, Fervor de Buenos Aires y Don Segundo Sombra. Este año, vuelve a coincidir un día (el sábado 2) con la Noche de los Museos.
¿Qué hace que un libro sea antiguo? Según los especialistas, la definición no depende únicamente de una fecha. Tiene más que ver con la particularidad del libro, si está intervenido o dedicado, si tiene una característica especial que lo vuelve extraordinario. Los expositores llevarán a la Feria ejemplares raros, grabados, mapas, fotografías, afiches de otras épocas, ediciones ilustradas y cómics de hace un siglo, entre otras joyas.
De los 22 incunables guaraníticos de los que quedaron registro solo se han encontrado ejemplares de ocho títulos. Según un informe de Alada, hay uno de ellos en el país, De la diferencia entre lo temporal y eterno, de Juan Eusebio Nieremberg. «Publicado en 1705, se destaca por la envergadura de su volumen y por los numerosos grabados en cobre que lo ilustran, realizados por los guaraníes instruidos por los jesuitas. Se conocen dos ejemplares: uno está en el Museo Udaondo de Luján y otro en manos privadas. Se trata seguramente del libro más apetecible de la bibliografía local», explicó Aizenman.
«En 1764 llega desde España la imprenta que se instalará en Córdoba, que tuvo una existencia efímera debido a la expulsión de la Orden en 1767. La rareza de esos impresos es similar a la de la imprenta misionera. En 1780, el Virrey Vértiz la traslada a Buenos Aires, para dar origen a la primera imprenta de la ciudad, la Real Imprenta de Niños Expósitos, que tiene un papel preponderante como testimonio de nuestra evolución histórica», agregó el anticuario. Aizenman llevará a la Feria los primeros reglamentos, estatutos y ensayos constitucionales, emitidos por la Primera Junta, el Primer Triunvirato, el Directorio y el Congreso Constituyente, entre 1811 y 1819, impresos por los Niños Expósitos.
En el puesto de la librería Casares se podrán conocer algunos libros de las primeras décadas del siglo XIX: entre ellos, Oficio que dirige el Gobierno, de Ignacio Álvarez (Niños Expósitos, 1816), Astete, Catecismo de la Doctrina Cristiana (Imprenta del Estado, 1831) y Prácticas de un Cristiano (Imprenta de la Libertad, 1841).
Por su parte, Hilario. Artes, Letras & Oficios expondrá varios «impresos»: hojas sueltas que llevan la alusión a los Niños Expósitos como pie de imprenta. «Algunos son de carácter administrativo, como un formulario de la Real Aduana de Buenos-Ayres, de enero de 1784; otro se refiere a la expulsión de los ingleses en 1806. Poseen el encanto de ser parte de la historia más temprana de nuestra patria», asegura Vega. «Nuestro máximo tesoro de la Feria será un pequeño fragmento xilográfico hallado en Córdoba. Para el jesuita Guillermo Furlong, estudioso de los orígenes de la imprenta en la Argentina, podría ser obra del mismo artista que hizo el escudo con el nombre de María para la portada de las Lauditions: un taco de madera tallada con el nombre de Jesús».
Fuente: Natalia Blanc, La Nación