Ocho años después de la apertura de la biblioteca infantil Reina Batata, en Barrancas de Belgrano, el gobierno porteño inauguro una nueva biblioteca, la 31 de la red pública de la ciudad. En el medio hubo refacciones y puestas en valor de edificios como el de la Casa de Lectura, en Villa Crespo, y el de la Miguel Cané, en Boedo. La biblioteca Parque de la Estación, ubicada en un antiguo galpón pegado a las vías del ferrocarril Sarmiento, en el límite entre Once y el Abasto, es la primera que se construye desde cero durante la gestión de Horacio Rodríguez Larreta.
El nuevo espacio, que ocupa unos 700 metros cuadrados con entrada por la esquina de Gallo y Perón, abrió las puertas al público con espectáculos, conciertos, lecturas de cuentos con ilustración en vivo y una maratón literaria.
Con 7500 libros de géneros muy diversos, entre ellos unos tres mil títulos para chicos de 3 a 13 años, la nueva biblioteca está más cerca de un centro cultural que de una sala de lectura silenciosa. En los últimos años, tanto en Europa como en otras partes del mundo, el modelo tradicional de biblioteca fue mutando: es que en el siglo XXI parece anacrónico no incluir computadoras con acceso a internet, conexión wifi veloz y gratuita y puestos para leer, estudiar o trabajar como si fuera una oficina o un living compartido con sillones mullidos. El Ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro, de quien depende la red de bibliotecas públicas, define este modelo como «expandido».
«La biblioteca Parque de la Estación está en línea con el pasaje que venimos transitando en la ciudad: de ser espacios exclusivos para la lectura, las bibliotecas pasaron a ser espacios culturales expandidos. Además de los que van a leer, hay muchos que van a estudiar, a trabajar, a reunirse. Esta biblioteca, al estar frente a un parque, va a trascender las paredes hacia el espacio público. En el auditorio al aire libre habrá presentaciones de libros, pero también cine, teatro, música», explica Avogadro.
El desafío, entonces, para quienes definen las políticas culturales de las bibliotecas públicas sería cómo lograr que las ofertas de servicios y actividades no «tapen» la promoción de la lectura, función primordial.
En una visita a Buenos Aires en 2016 para hablar, justamente, sobre los desafíos de los bibliotecarios en la era digital, Hannelore Vogt, directora de la Biblioteca Municipal de Colonia (Alemania), dijo a LA NACION:«En el siglo XXI se suele plantear la pregunta sobre la vigencia de las bibliotecas, si tiene sentido que convivan con Internet. Mi respuesta como bibliotecaria siempre es: sí. Creo que la función de cualquier biblioteca es la transmisión de conocimiento». En Europa, según contó la especialista alemana en aquella entrevista, se llegó a debatir en congresos y simposios si tenía sentido cambiar la palabra ‘biblioteca’ por otro término más extendido. «Es muy difícil encontrar una palabra que pueda incluir todas las actividades y biblioteca es una marca registrada que la gente reconoce, que transmite confianza», explicó Vogt.
¿Es decir que seguimos llamando biblioteca a una institución que es, ahora, otra cosa? «La biblioteca sigue siendo ese espacio donde uno simplemente puede ir a leer, a estudiar, sin consumir algo ni participar de una actividad. Tiene una misión educativa y no sólo cultural. Por eso si uno sólo la piensa en términos de centro cultural sería un enfoque demasiado acotado», opinó Vogt.
Avogadro y Javier Martínez, director de la red de bibliotecas porteñas, coinciden en que el público que hoy se acerca a esos espacios va a buscar otras ofertas, además de préstamo de libros. De hecho, la decisión de levantar una biblioteca en parte del viejo galpón abandonado del ferrocarril fue un pedido de los vecinos, que demandaron que en ese amplio terreno que cedió el Estado Nacional a la ciudad a través de una iniciativa de la Legislatura, hubiera un espacio para trabajar y estudiar y también para uso recreativo. Un 62 por ciento de los vecinos que participaron del sondeo, cuando el gobierno porteño empezó a desarrollar el plan del Parque de la Estación, pidió espacios de trabajo y de recreación. Así surgió este proyecto, del que participaron el Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte y el de Cultura de la ciudad, que implicó una inversión estimada en 3,5 millones de pesos entre infraestructura, mobiliario, equipos técnicos y libros.
Según Avogadro, esta biblioteca «expandida» tiene tres ejes temáticos: movida joven, género y diversidad e inclusión social. «Queremos que sea un espacio de integración y de circulación. Por ejemplo, que los libros salgan de la biblioteca y la gente los lea en el parque, como ya hicimos con las bibliotecas móviles en las plazas durante el verano y el festival de teatro FIBA». El ministro asegura también que el catálogo amplio y variado (desde libros de cocina hasta las novedades de narrativa y no ficción de todas las editoriales) responde a que está dirigido «a todos los gustos».
Después de la Feria del Libro de Buenos Aires, en la que Barcelona fue invitada de honor, la capital catalana donó unos 500 ejemplares para la ciudad. Es por eso que muchos de los libros que se ven en los estantes son de arte, literatura y fotografía de autores catalanes. La ubicación del predio, en un barrio donde hay muchas salas de teatro independiente, llevó a sumar el teatro en la oferta de actividades. El programa anunciado también incluye talleres de freestyle, trap, rap y hip hop destinados a la «movida juvenil». Otras donaciones importantes fueron la del instituto Proteatro, con 94 títulos de dramaturgos, investigadores y críticos especializados, y la de la Fundación Fortabat, que aportó cien libros sobre arte.
En la ciudad de las librerías, donde cada vez se venden menos libros, también cae la cantidad de consultas de títulos en las bibliotecas públicas. Según el último informe sobre el consumo de los usuarios de la red pública porteña, el pedido de libros descendió un 41 por ciento entre 2006 y 2016. Y, acorde con los tiempos, cada vez son más los que eligen utilizar el espacio como centro de estudio y de encuentro. La biblioteca Parque de la Estación estará abierta todos los días, entre las 10 y las 20. Este fin de semana, además de libros, habrá puestos de foodtrack.