Cómo nace una leyenda de fantasmas, o cualquier leyenda? No lo sabemos. Podriamos investigar acerca de cómo se fundan las historias sobre mitos urbanos o rurales pero seguramente nunca llegaremos a encontrar aquel embrión, el momento genesiano dónde, a lo mejor, una madre junto a su hijo, acompañando el sueño retisente de la criatura, crea una historia sobre una luz que vendrá a retarlo si no duerme.
Esa pequeña Luz espectral, comenzará a tomar entidad de Boca en Boca hasta que un día se transforme en la «Leyenda de la Luz mala» por ejemplo, la cuál aterrorizará a los peones rurales empoderándose como Mito y relato popular para siempre Como han nacido las leyendas de fantasmas de San Telmo?
Tampoco lo sabemos y así me lo preguntaba yo luego de escribir la ficción «Niñas de Pelo color naranja» sentada a la mesa del pequeño patio de Atis Bar, el más pequeño de todos los patios interiores de este hermoso lugar de nuestra ciudad emplazado en la calle Perú al 1400, en un edificio que se estima se construyó en el año 1890 y dónde se cree que existió un antiguo convento de monjas de clausura.
Esta historia de las gemelas pelirrojas Josefina y Justina (cuyo link de YouTube para escucharla con mi «actuación’ cercana al suspenso es el siguiente: https://youtu.be/bYBeLksWuWw) la escribí inspirada en el ambiente recoleto, antiguo y etéreo de la terraza llena de vegetación y los salones decorados con objetos de anticuario,junto a la recreación de una capilla, cómo pueden ver en las fotos del IG de @atis.bar
A pocos días de escribir está ficción, la comparto con algunos colegas periodistas y con turistas que visitaron el lugar. Muchos de aquellos que recibieron la historia le dieron difusión y, para mi sorpresa, algunos visitantes que concurrieron tiempo después, a comer o tomar un café en Atis, que dicho sea de paso tiene una gastronomía que ha sido muy bien recibida por todos aquellos a los que he invitado. Los nuevos visitantes, digo, empezaron a preguntar acerca de estas dos gemelas, que en verdad existieron por primera vez en mi imaginación y cuyos nombres elegí solamente porque ambos terminan en ina y porque su raíz es de nombre de varón, cosas de escritora o de inspiración nomás.
Para mí asombro, muchos de los que vinieron luego de darle difusión a la historia, nombraban a las gemelas cómo si hubieran existido, cómo si de verdad hubiesen sido alguna vez personas de carne y hueso, cómo si hubiesen tenido voz y sentimientos, no sé: Sensibilidad, la piel tibia, amor, brillo en los ojos, aliento, respiración.
Las nombraban cómo personas que estuvieron ahí, en los recovecos de Atis, de verdad, venían a verlas a ellas, a sus animas, o a lo que se pensaba de ellas, en esta leyenda que comenzó a crearse… más allá de mi y de mi puño y letra.
De manera sorprendente las «niñas de pelo color naranja» comenzaron a ser más famosas que la comida del lugar, que las posibles monjas que podrían haber habitado allí o que Sandra Altinier, renombrada artista plástica que realizó la recreación del salón donde existe la capilla, incorporando a ella figuras de Santos que estaban en lugares cerrados del convento.
Increíblemente Josefina y Justina ya tenían voz, la de aquellos que las creían verdad. Para mí asombro, aquellos que las buscaban, daban por sentado que eran dos, cuando en realidad en mi ficción nunca terminé de definirlo. Tampoco está claro si habían estado allí en el convento.
Esta ficción está repleta de tal vez, lo cual ha logrado más avidez alrededor de conocer acerca de ellas, de las niñas: Tal vez, simplemente el relato está contado por una monja alucinada que cree ver dos gemelitas, o tal vez la misma monja se cree por momentos Josefina y por momentos Justina, nombre cercano a la palabra Justicia; tal vez, en una necesidad de impartir Justicia divina «educando» a estás dos hermanas inexistentes producto de su imaginación. Tal vez, alguna monja si vió alguna vez algún anima en algún trance espiritual y, tal vez, podamos conformar a los visitantes de Atis dejando que Josefina y Justina tomen vida recorriendo el lugar fruto de un relato de boca en boca producto de la locura creativa de esta monja llena de «Tal vez», mientras cuidaba a sus gemelitas imaginarias que iban descalzas, comiendo fresas, imitando aves o entonando una canción para que las flores lloren otra vez… pero aunque sería genial escuchar música en el aire, aunque sería sublime que la música de los ángeles nos acompañe mientras cenamos, almorzamos o tomamos el té, y también las gemelas alrededor de nuestra mesa, este relato que escribí «Niñas de Pelo Color Naranja», para decepción de aquellos que visitan Atis Bar, amantes de las historias de fantasmas y de los cuentos de terror, es solamente una ficción inconclusa, sentimental, imaginativa y atemporal, con muchas ganas de ser leyenda.
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Gabriela o Gaby Zárate, ya que así firma sus trabajos, nació dentro de una familia artística que luego se vínculó con la publicidad y los medios de Argentina. Así, Gaby comenzó su carrera laboral en Agencias de Publicidad a temprana edad, siendo tan sólo una adolescente. Pasó por Productoras y medios de comunicación y con el tiempo, llegó a integrar el staff del área de redacción periodística de editoriales y medios digitales. Se formó en UCES, Escuela Éter, Escuela de Cine Eliseo Subiela y en Centro Cultural Rojas, junto con cursos y talleres relacionados con el periodismo, la escritura, las artes plásticas y el arte en general. Entre otros trabajos, publicó tres blogs de estilo Periodístico y uno de Ficción, llamado Bella Oscuridad (https://bella-oscuridad.blogspot.com/?m=1).