1.Córdoba. Ruta de las Altas Cumbres
La cabecera de la región es Mina Clavero, que tuvo la suerte de ser votada entre las Siete Maravillas Naturales de la Argentina hace algunos meses, gracias el sugestivo paisaje que dibuja el cauce de su río, encajonado entre grandes bloques de rocas. Para llegar a Traslasierra desde Córdoba capital se transita por el Camino de las Altas Cumbres, la ruta más atractiva del centro del país: cruza el cordón montañoso de par en par, bajo la mirada de algunos cóndores que suelen anidar en el parque nacional al que le dieron nombre.
Esta ruta sustituyó a una más antigua, la RP28 que une Villa Carlos Paz y Salsacate, sorteando una sucesión de puentes y túneles y que a principios de este año se inauguró un tramo asfaltado para relanzarla como circuito turístico. Mientras tanto, casi todo el tránsito pasa por la Ruta de las Altas Cumbres, que está en perfecto estado de una punta a la otra. Se abrió a fines de los años 50 para actualizar la ruta 14, que se conoce todavía como el Camino de los Puentes Colgantes.
Pero se convirtió en un atractivo turístico a partir de fines de los 90, cuando Vialidad terminó de asfaltarla en su totalidad: así el deseo del Cura Brochero (que reclamó toda su vida mejores conexiones entre Traslasierra y el resto de la provincia) se hizo por fin realidad. Por eso se encuentra su efigie en La Posta, en el tramo más alto del recorrido.
Cóndores y llamas
Antes de llegar allí se pasa por varios parajes, viniendo desde Córdoba: El Cóndor, Pampilla, la Pampa de Achala y la entrada al Parque Nacional Quebrada del Condorito. En toda esta región hay refugios para detener el auto y admirar el paisaje, donde es común ver algunas llamas en las praderas, al costado de los arroyos, y cóndores en el cielo. Antes de emprender la bajada hacia Mina Clavero se pasa por el mirador sobre la cascada que da nacimiento al río Mina Clavero. También hay un puesto de venta de minerales, donde se consiguen placas de mica, como las que suelen aflorar entre las rocas de la región. La última parada es para disfrutar la vista sobre Traslasierra, en el puesto del Mirador del Valle. Es una tienda de recuerdos y de regionales -están las típicas cerámicas negras- desde donde la vista abarca Mina Clavero y el valle del Río de los Sauces. El circuito sigue, aunque no de manera panorámica, por la Ruta 14 (la misma de los túneles) que va de pueblo en pueblo pasando por Nono, Las Rabonas, Las Rosas y Yacanto, hasta San Luis. Un buen momento para recorrerlo es al atardecer, cuando las montañas reciben los últimos rayos de sol y se colorean con tonos rojizos.
En lugar de iniciar la ruta desde Villa Carlos Paz hasta el empalme de las RP 35 y 14, es posible arrancar el circuito desde Alta Gracia. El Camino de las Altas Cumbres empieza así en la Falda del Carmen, cerca de la ciudad jesuítica. Serpentea entre colinas y pasa al pie del Observatorio Bosque Alegre, cuya cúpula semiesférica blanca sobresale por encima de un bosque. Largo total del Camino de las Altas Cumbres: 90 km. Punto más alto: unos 1900 metros.
2. Jujuy. La Cuesta de Lipán
La RN 9, en su paso por Jujuy y la Quebrada de Humahuaca, es el circuito más popular de las visitas al Noroeste argentino. Pero no hay que dejar de lado la belleza de otra ruta, la 52: se trata de una carretera que se desprende de la 9 en Purmamarca y cruza la puna argentina hasta Chile y el desierto de Atacama por el Paso de Jama, transitable todo el año. El viaje a las salinas arranca desde la plaza del pueblo, al costado de la pequeña capilla dedicada a Santa Rosa de Lima, y pasa al pie del famoso Cerro de los Siete Colores para seguir el cauce de un arroyo hasta la capilla de la Puerta de Lipán, donde empieza el tramo de la Cuesta propiamente dicho, para sortear un cordón montañoso. Es el momento más escénico del circuito: un tramo empinado con muchas curvas que culmina en el Abra de Potrerillos, a 4170 metros. El paisaje allí arriba es meramente mineral, con tonos que van variando según la posición del sol en el cielo. También es uno de los mejores lugares del país para tener la certeza de avistar manadas de vicuñas. Antes de llegar al punto más alto de la cuesta, el mirador del km 32 permite observarla con todos sus zigzags y su vertiginosidad.
El desnivel es de un kilómetro, entre la altura de Purmamarca (a 2200 m de altura) y ese punto que roza los 4000 metros. De vez en cuando, la ruta pasa por delante de pequeñas casas que se esconden en el paisaje. Viven allí criadores de llamas, en un ambiente que parece hostil pero con el que aprendieron a convivir, generación tras generación, desde tiempos inmemoriales. La Cuesta de Lipán está en un buen estado y asfaltada para facilitar el tránsito. A continuación de la cuesta, la ruta baja hacia una meseta donde se encuentran las Salinas Grandes, a 3450 metros de altura. El salar es de libre acceso para caminar por encima de la costra de sal y sacar las típicas fotos con distorsión de distancias y proporciones que permite la blancura uniforme de esa llanura. Sobre un costado de la ruta hay una construcción hecha con bloques de sal y se venden souvenirs gruesamente tallados en bloques salitrosos. Como el salar se explota comercialmente, se ve el trabajo de las máquinas y camiones.
El manejo no es difícil aunque hay que estar atentos a los animales que pueden cruzar la ruta. El principal peligro es el apunamiento, sobre todo al momento de pasar por el Abra. Se recomienda masticar coca o tomar té de coca, comer liviano antes de emprender el viaje, hacer movimientos lentos y tomar líquidos. Largo total de la cuesta: unos 17 km. Punto más alto: 4170 metros.
3. Mendoza. Los caracoles de Villavicencio
La RP 52 de Mendoza, que une Uspallata con la capital provincial, se abrió como recorrido alternativo a la ruta 7, que lleva hasta el paso fronterizo del Cristo Redendor. La mayor parte de la traza es un camino de ripio.
Desde el punto más alto, en la Cruz de Paramillos, hasta llegar al predio del exhotel termal de Villavicencio, el camino hace más de 350 curvas. Son los famosos caracoles, que a pesar de los vertiginosos precipicios no son tan difíciles de sortear, si se maneja con tranquilidad. La ruta es apta para vehículos comunes la mayor parte del año. Este circuito se aprecia mejor desde Uspallata yendo hacia el valle: en este sentido, los panoramas se van abriendo y cambian luego de cada curva. En cambio los automovilistas que suben ven las montañas frente a ellos y tienen que hacer paradas para disfrutar de la grandeza de los paisajes.
Se sale entonces de Uspallata y se pasa primero por una zona minera, mientras la ruta conserva un semblante de asfalto. Pero muy pronto el ripio aparece y se llega al punto culminante del trayecto: es el Paso de Paramillos, marcado por una cruz, a 3100 metros. Ese mirador natural permite ver la punta del Aconcagua en el centro de la cordillera, que ocupa todo el horizonte. Esa cruz recuerda la presencia de los jesuitas en la región siglos atrás. Fueron ellos quienes impulsaron la actividad minera (oro y plata) a partir del siglo XVII. Los yacimientos cambiaron de manos a lo largo de la historia, luego de la expulsión de la orden, hasta que dejaron de funcionar y hace algunos años se reconvirtieron en atracciones turísticas. En las cercanías está el Pueblo Fantasmal, un asentamiento donde vivían los mineros. El nombre alude tanto al abandono como a los huarpes, que fueron explotados hasta la muerte por los colonos españoles.
La bajada, entre guanacos y curvas
En las cercanías hay bosques fosilizados, explorados por Darwin durante su viaje por América latina. En torno de la cruz de Paramillos, el paisaje es muy similar al de la Puna: algunas manadas de guanacos comen al borde de la ruta y temen más a los pumas que los autos. Se ven también varios zorros durante el recorrido. Suelen acercarse al camino apenas detectan la llegada de un auto, en busca de comida. La bajada hacia Villavicencio se realiza por medio de curvas y contracurvas hasta una altura de 1750 metros. Se llega así al recoveco en las montañas donde se refugia el hotel de estilo normando inaugurado en 1940 como un establecimiento termal de lujo. El predio es hoy propiedad del grupo Danone, al igual que la Reserva Natural Villavicencio, y está en proceso de rehabilitación como centro interpretativo.
El punto de partida, Uspallata, es la localidad más cercana al Aconcagua. La reserva natural provincial Villavicencio se creó en 2001 y cubre 67.000 hectáreas que protegen varios ecosistemas, según las alturas, y abarcan todo el camino de caracoles además de proteger las fuentes de agua captadas para embotellamiento. El predio del hotel abre de miércoles a domingo, de 9.30 a 18. En verano abrirá todo los días. Largo total de trayecto entre Uspallata y el hotel: 55 km. Contar 55 km más para llegar hasta Mendoza. Punto más alto: 3100 metros.
4. Salta. Cuesta del Obispo
Desde la ciudad de Salta, el acceso a los Valles Calchaquíes se realiza por el sur, entrando por la Quebrada de las Conchas hasta Cafayate. O bien por la RP 33 que bordea el PN Los Cardones y lleva hasta Cachi. Pasa primero por la Cuesta del Obispo y sigue luego con un llamativo tramo rectilíneo de 20 km de largo en medio de una llanura de la puna. El viaje empieza en Chicoana por la Quebrada del Río Escoipe, un arroyo de montaña que marca el límite norte del parque nacional. El punto de partida se encuentra a una altura levemente superior a los 1200 metros y hay que sortear un paso de casi 3350 metros. Para lograrlo, el camino se abre paso sobre el flanco de montaña por medio de una incontable sucesión de curvas y contracurvas. En varias ocasiones hay puntos panorámicos para disfrutar de la vista de esos meandros de ripio en las montañas.
La Recta del Tin Tin
El punto culminante de la Cuesta del Obispo es el paraje Piedra del Molino. El camino debe su nombre a un obispo de Tucumán, Julián de Cortázar, que debió pernoctar allí durante un viaje que realizó en 1622. La piedra del molino en cuestión está a la vera de la ruta. La carreta que la transportaba para una molienda del valle la dejó, después de haberse roto, en 1927. Desde entonces custodia una pequeña capilla frente al cerro Malcante, la cumbre principal del cordón montañoso. Luego del paso de Piedra del Molino, la sinuosa ruta 33 se pone rígida y forma un tramo totalmente derecho de 20 km: la Recta del Tin Tin, un camino creado por los calchaquíes. Usaron una técnica sencilla pero eficaz, prendiendo fogatas como mojones para marcar el camino de la manera más recta posible. Dejando atrás el parque Los Cardones, se llega a Payogasta, un pueblito construido al pie del Nevado de Cachi. Payogasta organiza la Fiesta Nacional del Pimiento y en torno de las casas es común ver cómo los lugareños secan sus cosechas al sol. Los pimientos forman manchas rojas sobre los ocres del paisaje.
Antes de llegar a Piedra del Molino, y al costado del último tramo de curvas de la cuesta, está el secreto mejor guardado del trayecto: Valle Encantado. Es un sitio con fuentes de agua que permiten el desarrollo de un manto de vegetación en medio del paisaje árido de la Puna. Varias especies de animales y aves aprovechan este oasis. Largo total de la Cuesta del Obispo: 20 km. Largo de la Recta del Tin Tin: 20 km. Punto más alto: 3348 m.
5. Neuquén. Ruta de los Siete Lagos
Los tres mosqueteros eran cuatro y los siete lagos de esta ruta, ocho. Pero el circuito retuvo solamente el Correntoso, el Espejo, el Escondido, el Villarino, el Falkner, el Machonico y el lago Lacar; y no incluye al Nahuel Huapi. Sin embargo es el primero de este itinerario entre Villa La Angostura y San Martín de los Andes, en el sur de la provincia de Neuquén. Como en Bariloche, los paisajes son postales andinas que combinan a la perfección bosques, ríos y espejos de agua entre montañas de cumbres nevadas. Durante la última era glaciaria, la comarca estaba bajo campos de hielo que cuando se derritieron formaron los lagos actuales.
Si se empieza la Ruta de los Siete Lagos en Villa La Angostura, se sigue la ruta 40 hacia el norte y luego de unos kilómetros aparecen los dos primeros lagos de la lista oficial: el Espejo y el Correntoso. Están conectados entre sí por el río Ruca Malen, considerado como uno de los más cortos del mundo. Tiene solamente unas cuadras de largo, lo que sigue siendo un tamaño notable para su hermanito, el río Correntoso. Desagota el lago del mismo nombre dentro del Nahuel Huapi, cerca del centro de Villa La Angostura, y mide menos de 200 metros.
Camino al Parque Nacional Lanín
A continuación aparecen tres de los siete lagos, cercanos entre sí: el Escondido, el Villarino y el Falkner. Cada uno tiene miradores al costado de la ruta para disfrutar de las vistas. Todavía están dentro de los límites del Parque Nacional Nahuel Huapi, pero algunos kilómetros después de haber dejado el Falkner, se sale de esa área natural y se ingresa en el Parque Nacional Lanín. El lago siguiente es el Machonico y más tarde la laguna Fría (que tampoco figura entre los «oficiales») hasta que, finalmente, se llega a la meta final: San Martín de los Andes, en la punta del lago Lácar. La bajada hacia la villa es una de las más lindas del continente y es el broche de oro fotográfico del recorrido.
La Ruta de los Siete Lagos es el circuito escénico por excelencia en la Patagonia. Por los alrededores se puede ver la cascada Ñivincó, la más fotogénica del recorrido. Largo total de la Ruta de los Siete Lagos: 107 km.
Fuente: Pierre Dumas, La Nación