1. Bertrand (Lisboa)
Si nos ceñimos a la Guía Ginness, esta librería data de 1732 y sería la más antigua del mundo en activo. Sin embargo, un año antes había abierto en Nuremberg Korn & Berg, fundada por Hans y Elsbeth Ott, que, por alguna razón no figura en la mencionada guía de los récords mundiales. Lo cierto es que, en los prácticamente cinco siglos transcurridos desde su apertura hasta la fecha, sucedieron algunas catástrofes que no lograron acabar con ella: el terremoto de 1755, la gran inundación de 1784, la muerte de su propietario (asesinado en 1806 por poseer un texto anti-napoleónico), otra inundación en 1909, un bombardeo y un incendio en la Segunda Guerra Mundial. Pese a tantos avatares, esta ave Fénix supo renacer cada vez y hoy sigue siendo gestionada de manera independiente, sin merma de su atractivo.
En cuanto al local lisboeta, fue abierta por el francés Pedro Faure, en la rua Direita do Loreto. Después del terremoto de 1755, la librería se mudó para volver, tiempo después, al mismo barrio. En las puertas del tercer siglo, el local sigue en pie y vigente como el primer día. En retrospectiva, cabe añadir que, en 1742, Bertrand se asoció a Faure; el negocio se rebautizó Faure & Bertrand y poco a poco, Faure fue haciéndose cargo del control; se casó con la hija de su socio y sumó a su hermano Jean Joseph, que había llegado de Francia para unirse a la sociedad F&B. Después del fallecimiento de Faure, la librería tomó el nombre de Irmãos Bertrand. Jean Joseph ocupó el lugar de su hermano, y cuando este también murió, su viuda Marie Claire y su hijo George asumieron la conducción del negocio. A la muerte de estos protagonistas, tomó las riendas la viuda de George.
En las puertas del tercer siglo, la librería sigue en pie y vigente como el primer día. La familia Bertrand dejó de ser la dueña: en la actualidad pertenece al Grupo Porto Editora y hay varias sucursales. La casa matriz está en el distrito de Chiado, en la rua Garrett 73-75.
2. Moravian (Pennsylvania)
En Bethlehem surgió en 1745 la primera librería de Estados Unidos. Nunca dejó de estar abierta, condición que también le confiere categoría de genuina antigüedad. Este referente de la letra impresa empezó vendiendo solamente textos religiosos –de hecho, fue abierto por una orden obispal– y, con el correr de las décadas se fue adaptando a las demandas de cada presente. Y así como en el pasado sirvió para atender necesidades de la iglesia (con la compra y venta de material religioso y litúrgico para uso de los fieles, misioneros y estudiantes), hoy provee otro tipo de material de estudio. Ya en el nuevo siglo XX, el Moravian se trasladó a otros lugares del país, incluido Filadelfia, donde el negocio es punto de venta y de impresión de libros.
En junio de 2018, el local de Bethlehem se convirtió en la sede de la librería del Moravian College, y como tal perdura.
3. Librería de Ávila (Buenos Aires)
La Reina del Plata tiene una historia que contar a través de esta librería que pasó por diversas etapas. En 1785, el farmacéutico Francisco Salvio Marull había inaugurado una tienda, “La Botica”, en la esquina de Potosí y Santísima Trinidad (hoy, Adolfo Alsina y Bolívar), donde también se vendían libros. En rigor, fue el primer punto de venta de libros en un Buenos Aires; a meros pasos de la fundacional Plaza Mayor, punto de encuentro de la vida social de la época virreinal, ubicado entre las calles Hipólito Yrigoyen, Balcarce, Rivadavia y Bolívar.
En 1863, por decreto del general Mitre, se fundó el Colegio Nacional Buenos Aires. En este corazón porteño, hoy barrio de Monserrat, el local pasó a llamarse Librería del Colegio, por obvia vecindad con el Nacional Buenos Aires. Fue frecuentada por Sarmiento, Avellaneda, el propio Mitre, y los escritores Leopoldo Lugones, Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Victoria Ocampo.
A comienzos del siglo XX la librería quebró. En los 80 se remató su inventario completo y el edificio, que pertenecía al arzobispado de Buenos Aires, fue cerrado y así permaneció por unos cuantos años. Enterado el librero Miguel Ávila de que podía convertirse en un local de comida rápida, decidió comprarla y en 1994 pasó a llamarse Librería de Ávila. Especializada en libros antiguos, este ícono porteño presume –y con razón– de atesorar valiosas ediciones de colección y rarezas históricas. En el subsuelo funciona un café literario.
4. Hatchards (Londres)
Una joya: la primera en el Reino Unido, abrió en Londres en 1797. La fundó John Hatchard en el número 187 de Piccadilly St. En 1801 cambió de locación, pero no de calle, y desde entonces sigue allí, con su estilo intacto y sin un rasgo de nostalgia. Hoy esta histórica casa pertenece a la cadena Waterstones, “detalle” que no afectó su esencia ni apariencia. Tres autorizaciones reales la ennoblecen: de la reina, del duque de Edimburgo y del príncipe de Gales. Quien la recorre captará de inmediato su belleza intrínseca, más allá de la estética de época que la identifica. Libros, todos y más. Hay primeras ediciones, por ejemplo, y no son las únicas perlitas escondidas en los dos pisos que ocupa.
Hay otro local de Hatchards en la estación ferroviaria de St. Pancras.
5. Lello & Irmão (Oporto)
Otra maravillosa librería portuguesa, fundada en 1869, con el nombre de Livraria Internacional de Ernesto Chardron. La fama le viene no sólo por su belleza, sino porque se decía que la autora de Harry Potter solía frecuentarla y que toda esa escenografía magnífica le sirvió de inspiración; desde entonces estuvo siempre hasta la cresta de público, y llegó a alcanzar –no queda claro si en 2016 o en 2018– el millón de visitantes. También se dice que, tiempo después, la propia J. K. Rowling desmintió por Twitter la versión de que esta librería fuera la génesis de Harry Potter.
A raíz de su éxito, se decidió cobrar una entrada de cuatro euros (que después aumentó a cinco), dinero que se devolvía con la compra de un libro; lo recaudado sirvió para abordar la primera fase de la restauración de la vidriera interior y de la fachada. Ya casi a fines del siglo XX se había llevado a cabo una restauración y actualización a fondo de este histórico lugar, que hoy cuenta con galería de arte y salón de tertulias.
En el frente del edificio neomanuelino figuran los nombres de Lello & Irmão, y más abajo puede leerse Livraria Chardron. En 1894, Chardron había sido comprada por los hermanos Lello. En la actualidad, un miembro de la familia Lello forma parte de la sociedad Prólogo Livreiros S.A., la propietaria de la librería considerada la más bella del mundo..
6. Galignani (París)
Con el estreno del siglo XIX, en París surgió la librería abierta por Giovanni Antonio Galignani, en el número 224 de la rue de Rivoli. Este apellido tiene un historial de varias generaciones, célebre por estar vinculado a la letra impresa desde 1520, y enmarcado en las filas de los pioneros por usar la imprenta para difundir sus libros. Ese año de 1520 sacaron a la luz una gramática latina, y poco más de medio siglo después imprimieron la Geografía de Ptolomeo, que se convirtió en un best-seller.
La librería sigue en manos de la familia Galignani; cuenta con una apreciable selección de libros en inglés y francés, y es conocida por su departamento de Bellas Artes, abierto durante la ocupación alemana.
7. Hijos de Santiago Rodríguez (Burgos)
Veamos España. En la muy castellana ciudad de Burgos, ostenta el título de ser la más antigua del reino español; se estrenó en 1850 y hoy es la quinta generación es la que está al frente de este emprendimiento –en manos de Mercedes Rodríguez– que había iniciado don Santiago con apenas 21 años. La última de las tres mudanzas es la locación definitiva: en la calle Avellanos.
8. Ksiegarnia Matras (Cracovia)
Otra reliquia localizada en la localidad polaca de Cracovia; abierta en 1610, que cerró en 1625 y reabrió en 1872. Su propietario, el alemán Franz Jacob Mertzenich, falleció tres años después. Las gestiones que siguieron no lograron los resultados esperados y la librería se cerró. Hubo que esperar a que un tal Walery Wieloglowski la hiciera renacer casi dos siglos y medio más tarde; si bien cambió de manos varias veces, nunca dejó de ser librería. En 1998, fue comprada por la empresa Sklad Księgarski Matras, nombre con la que hoy se identifica. Se la conoce como “la catedral del libro” y está en la calle Rynek Glówny 23.
9. Antica Libreria Cascianelli (Roma)
Es, desde 1837, un histórico local en el cogollito de Roma. Sólo por la boiserie y vitrinas que resguardan valiosos libros antiguos, grabados, etcétera, merece ser visitada. Es cuestión de buscarla en la Piazza Navona, Largo Febo 14-16.
10. Higginbotham (Madrás)
En India, hay una librería que lleva el apellido de un bibliotecario inglés: Abel Hoshua Higginbotham. El joven había llegado a ese país como polizón de un barco; el capitán lo descubrió, y el hombre fue desembarcado en el puerto de Madrás, donde encontró trabajo en una librería. Se ve que le gustó porque allí se quedó y, con el tiempo, logró comprarla. Este hecho sucedió en 1844, cuando el local pasó a ser la librería Higginbotham´s, que se hizo famosa por sus libros de calidad.
Su hijo heredó el negocio y lo vendió a una cadena (1926); desde entonces fue pasando de grupo en grupo, y ya ni siquiera está en el mismo sitio. En 1989 se llevaron a cabo obras en el actual local con la intención de que se pareciera lo más posible al modelo original. En el Nro. 116 de Anna Salai, Triplicane.
Fuente: La Nación