Como no había pasado nunca antes en el teatro, los cambios de circuito entre la escena independiente, oficial y comercial son cada vez más frecuentes. Obras que estrenan en el teatro San Martín o Cervantes, continúan con sus temporadas en salas de la calle Corrientes. También hay casos de espectáculos que se gestaron en la escena off, de fuertes raíces autogestivas y experimentales, que logran superar a su público más previsible y llegan a nuevas audiencias y espacios. ¿Qué tiene que pasar para que se logren estos pasajes?
«Todos los productores estamos necesitando una programación más expansiva que nos permita compensar la suba de costos. Para los grupos de teatro es una manera de tener mayor visibilidad y poder ganar más plata, además amplían su base de espectadores. Es un intercambio muy valioso, que logra nuevos públicos, se amplía la oferta y el pensamiento crítico. Yo cuando programo en el teatro comercial busco una calidad alta en las actuaciones, en los realizadores y en el texto, esa es mi declaración de principios. Por supuesto, tenemos que pensar en obras en las que el público no se quede afuera, ya sea por no entender o porque tiene una manifestación tan fuerte que apunta a un sector de la población relativamente pequeño», dice Sebastián Blutrach, presidente de AADET, la cámara que nuclea a los productores y empresarios teatrales de las salas comerciales y dueño del teatro El Picadero.
Desde obras que ya forman parte de la historia del teatro argentino a piezas que se apoyan en su relato en el humor y por eso lograron convocar a más público, aquí un repaso por algunos espectáculos que nacieron en la escena off y oficial y ahora tienen grandes marquesinas en la calle Corrientes.
La omisión de la familia Coleman
Ya un hito del teatro argentino, la obra que Claudio Tolcachir escribió y dirigió junto a su grupo de amigos en el fondo de su PH en Boedo fue uno de los primeros espectáculos de raíces fuertemente autogestivas e independientes que cambió de circuito: primero estuvo en el Paseo la Plaza y ahora en el teatro Metropolitan. Tiene sentido: si esta obra pudo representarse en 22 países, recorrer 50 festivales internacionales, ganar más de una docena de premios y emocionar con la misma intensidad a espectadores de Shanghai, Madrid, Dublín o París ¿por qué no podría interpelar a los espectadores del teatro comercial?
Pasaron 15 años desde el estreno de una obra que Tolcachir escribió tratando de definir ciertos vínculos sociales y políticos, pero con el paso del tiempo vio cómo el texto se refería a cuestiones universales e interpelaba a cada persona en distintas partes de la tierra, de una manera particular: el desamor, el desamparo, los secretos familiares, personas tan desbordadas que rozan lo insólito y lo bizarro y, también, la enfermedad. Una casa, una familia, un sillón en el medio y el paso de la vida, entre un tono de humor y angustia al mismo tiempo, que logra tocar con eficacia y equilibrio a un público amplio y heterogéneo.
*La omisión de la familia Coleman se presenta domingos a las 20 en teatro Metropolitan Sura, Av. Corrientes 1343.
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Petróleo
Las actrices que integran el grupo Piel de Lava (Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes) se convirtieron en el hito teatral del 2018 y todavía continúan con la onda expansiva de una obra que muestra en escena algunos de los principales conflictos con los que lucha el feminismo. Petróleo se estrenó en el Teatro Sarmiento, luego hizo una temporada más en el San Martín y ahora agota localidades en el Metropolitan. Hasta el momento, llevan cien funciones representadas y ya pasaron más de 40 mil espectadores. Un hecho insólito si se piensa que se trata de un grupo de artistas nacidas de la escena independiente, que escriben, dirigen y actúan sus propios materiales y que de esa fuerza autogestiva lograron acercarse a un público masivo. En la obra, ellas interpretan a cuatro hombres que trabajan en un yacimiento petrolero. La convivencia de este grupo de operarios en un trailer de la Patagonia propone una aguda observación sobre los estereotipos masculinos y su construcción/deconstrucción. Las actrices habitan estos personajes masculinos con intuición y verdad: tratan de entender cómo es ser un hombre que trabaja la tierra, en medio de un clima hostil. El humor es el lenguaje elegido para reflexionar sobre el ser humano, la cultura y la lectura de género.
*Petróleo se presenta viernes, sábados y domingos a las 20.30 en teatro Metropolitan Sura, Av. Corrientes 1343.
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Tarascones
¿Cómo es posible que un espectáculo que funciona como una especie de compilado de odio social, prejuicio de clase y resentimientos de cuatro mujeres de la aristocracia, que se dedican a vomitar su violencia de una manera grotesca, sea un éxito en calle Corrientes? Sucede y se llama Tarascones, una obra que escribió Gonzalo Demaría y dirige Ciro Zorzoli, que tuvo su estreno en 2016, en el circuito oficial del Teatro Cervantes y sin embargo, pudo sostenerse cuatro años y pasar a una sala comercial.
El riesgo de este espectáculo arranca ya desde su escritura, porque es en verso. Todo lo que se dice en Tarascones tiene métrica. Por ejemplo: «Ha gastado una fortuna en perros de la calle y el Estado la persigue con bienes gananciales». Pero de un texto complejo y cuidado, el trabajo continúa en el resto de los componentes del hecho teatral. Paola Barrientos, Alejandra Flechner, Susana Pampín y Eugenia Guerty (ahora la reemplaza Marcela Guerty) componen personajes desde la máscara, el humor, una gran gestualidad y una destreza física notable. En la trama, cuatro mujeres de clase alta y elitistas acusan a la mucama de la dueña de casa de asesinar de una patada al perro caniche y deciden hacerle un juicio en el living, muy parecido a una caza de brujas donde la persona de condición social más baja terminará con la soga al cuello.
De la experimentación con el lenguaje a un profundo trabajo de máscaras y actuación física, de un escenario rococó y recargado a una dirección que se piensa en ritmos, sonidos e intensidades, Tarascones es una de estas obras que nació en el circuito oficial (que no piensa en términos de rentabilidad económica) y para una sala de pocos espectadores, pero su impronta y su calidad lograron que se sostenga en el tiempo y en distintos espacios.
*Tarascones se presenta sábados a las 20 y domingos a las 19, en el Teatro El Picadero: Pasaje Santos Discépolo 1857.
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Todo tendría sentido si no existiera la muerte
La obra que escribió y dirige Mariano Tenconi Blanco es un melodrama y un drama existencial. Es una historia de dolor y soledades varias. Es un espectáculo de muchísimo humor y es, además, una obra que dura tres horas. Esa mezcla de géneros, el cambio de lenguajes y la duración más del doble del promedio de un espectáculo comercial, podrían convertirla en una pieza compleja para la escena en calle Corrientes y, sin embargo, la obra ya se prueba en el teatro Metropolitan para un público que, de a poco, deja de buscar a las figuras de televisión o a las comedias efectistas y se anima a profundizar en la mirada, el pensamiento y las formas de sentir.
El relato de Todo tendría sentido si no existiera la muerte transcurre a finales de los 80, en un pueblo del interior de Buenos Aires. Allí, una maestra de escuela (la exquisita Lorena Vega) tiene una enfermedad terminal. Como última voluntad decide filmar una película pornográfica que sea más justa respecto al deseo de las mujeres. La obra pasa de lo íntimo a lo lo épico, viaja entre guiños al cine, al culebrón y a la novela de suspenso, con un gran despliegue de actuación.
*Todo tendría sentido si no existiera la muerte se presenta los martes a las 20 en el teatro Metropolitan Sura: Corrientes 1343
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Mi hijo sólo camina un poco más lento
Esta obra escrita por Ivor Martinic y dirigida por Guillermo Cacace se volvió un fenómeno a voces entre los amantes del teatro. La obra se estrenó en abril de 2015 y enseguida se volvió una novedad: llamaba la atención que se presentara los domingos a la mañana, pero una vez que se superó esa impresión, lo fundamental era vivir la experiencia efímera de ese espectáculo. Un texto que se construye de a fragmentos y en detalles. Una actuación que innova en el modo de construir los diálogos, de mirar a público, de relacionarse entre los artistas. Una dirección que tiene su fuerza en la economía de recursos y en la creación de un nuevo presente. Cuando ya era imposible conseguir localidades para verla en la sala Apacheta, donde se presentó por años, el espectáculo se mudó al teatro El Picadero, en donde el elenco de diez personas que integran esta obra sostiene su misma impronta de intimidad y fuerza de actuación, pero para más espectadores.
*Mi hijo sólo camina un poco más lento se presenta jueves 20 , en el Teatro El Picadero: Pasaje Santos Discépolo 1857.
Fuente: Infobae