En Villa Crespo, en una zona de outlets de distintas marcas de ropa, galerías de arte y parroquias se encuentra la librería más pequeña de Buenos Aires. Desde mediados de julio, cuando el gobierno de la ciudad de Buenos Aires habilitó la reapertura de las librerías, La Sede estrenó local en una baulera de la planta baja del edificio ubicado en Gurruchaga 1041. En siete metros cuadrados, se encuentran libros seleccionados por tres amigas y socias: la poeta y editora Jacqueline Golbert, la narradora Gianina Covezzi y la artista y cineasta Jazmín López. La Sede es tan chica que si entran dos clientes al local, la encargada debe salir a la vereda para que puedan curiosear los libros a gusto. La librería se especializa en literatura contemporánea de sellos independientes, teatro, libros para chicos, ensayo y arte. Por ahora se la puede visitar lunes, miércoles y viernes, de 15 a 18, aunque la idea es abrir de lunes a sábado, por la tarde.
La Sede es un espacio cultural «nómade» que existe hace varios años en la ciudad. Antes tenía domicilio en la calle Acevedo; allí se daban talleres de artes visuales, letras, danza y filosofía, y había un sector reservado a la venta de libros. A inicios de este año, cuando estuvo a punto de cerrar, le ofrecieron a Covezzi continuar con el proyecto. Pese a la crisis que atraviesa el sector editorial y librero, aceptó el desafío hasta que, pandemia mediante, se decretó la cuarentena estricta a mediados de marzo. Eso la obligó a cerrar las puertas de manera definitiva. Sin embargo, con un presupuesto acotado, los libros y la asociación con Golbert y López (que refaccionó el local), una baulera de la calle Gurruchaga pasó a albergar la nueva sede de La Sede. Para eso, hubo que tirar abajo una escalera de concreto, colmar de estantes las paredes y agrupar los libros por editorial. Títulos de Adriana Hidalgo, Mansalva, Metales Pesados, Socios Fundadores, Iván Rosado, EMR, Literatura Random House, Caja Negra, Blatt & Ríos, Chai y Libretto, entre muchos otros sellos, esperan a los lectores.
La oferta de talleres online volverá a la librería el año que viene. Por ahora, la licenciada en letras Adriana Kogan, especialista en literatura brasileña, brinda «La búsqueda de la propia cosa», un taller de lectura de cuentos y crónicas de Clarice Lispector, a tono con el centenario del nacimiento de la autora de Lazos de familia, que se celebrará el próximo 10 de diciembre. «Queremos que esa sección crezca en 2021 -dice Covezzi a LA NACION-. La librería es pequeña, pero a través de lo virtual, las recomendaciones de escritores y los talleres, la idea es que sea mucho más grande que sus siete metros cuadrados». Desde Villa Crespo, se hacen envíos de ejemplares a localidades de las provincias y, gracias a las redes y la página web, la comunidad de lectores crece. Entre otros jóvenes escritores, Olivia Gallo, Tali Goldman, Sofía de la Vega, Delfina Korn, Mariano Blatt, Camila Fabbri y Paula Trama recomiendan con entusiasmo visitar la flamante y minúscula librería. Algunos de sus libros se encuentran en La Sede.
«No queríamos que nuestra propuesta se interpretara como querer hacer pasar por moda algo que es un horror, como esas tendencias de vivir en casas minúsculas, sino que fue un proyecto decidido como la aventura de materializar algo pensado para ese espacio, como una obra de arte», aclara Covezzi. «Es decir, transformar en algo bello un rincón de la ciudad. Nos inspiramos mirando fotos de librerías pequeñas de todo el mundo; son nuestra comunidad y tenemos el proyecto de entrevistar a los libreros que las dirigen». El mes pasado debutaron con una sección, Asociación Mutual del Libro, que funciona como un club del libro personalizado, con newsletter incluido. También se hacen lecturas en la vereda, como la que tendrá lugar hoy, de 16 a 18:30, con la participación de Luki la puti, Cyn Alemis, Manuel Alemian, Uno Aries y Jorge Dreschler (en caso de lluvia se reprograma). En Instagram, la cuenta es @libreria_la_sede.
Según cuentan las libreras, los vecinos del barrio les «tiran la mejor onda». «Están súper sorprendidos y aunque tal vez no sea el público de nuestros libros, de repente nos piden alguno en particular y tratamos de conseguirlos». Muchos les dicen que no parece un lugar de Buenos Aires, sino que les recuerda pequeños comercios de calles encantadas de Roma, Bruselas, Praga y Tokio. La imaginación literaria no tiene fronteras y, como se comprueba en La Sede, puede convertir una baulera en un palacio.
Fuente: La Nación