El imponente edificio de estilo Beaux-Arts ubicado en México 564, en pleno corazón de San Telmo, fue proyectado originalmente para que allí funcionara la Lotería Nacional, pero ya durante su construcción fue cedido a la Biblioteca Nacional, que por ese entonces estaba en un rincón de la Manzana de las Luces y el espacio ya le quedaba chico. Fue durante la gestión del intelectual francés Paul Groussac que se llevó a cabo la mudanza y con el nuevo siglo, en 1901.
Pero el director más prestigioso y recordado de la Biblioteca Nacional fue Jorge Luis Borges, que ejerció el cargo durante 18 años, entre 1955 y 1973. Borges ya estaba ciego cuando asumió y estaba tan encantado con el edificio que estuvo a punto de mudarse a las habitaciones del segundo piso, designadas como vivienda para el director en ejercicio. Finalmente no lo hizo porque su mamá, Leonor Acevedo, le dijo que se sentía muy anciana para mudarse y Borges decidió no someterla a semejante estrés, y quedarse con ella en el departamento que compartían.
Sin embargo, el escritor pasó muchísimas horas en el edificio, durante esos años y se dice que el lugar inspiró muchos de sus cuentos, como El reloj de arena, y Los libros y la noche. Y dice la leyenda que también escondía algunos de sus manuscritos entre los anaqueles de los libros.
Hoy, el edificio está en remodelación y se estima que la obra finalice a comienzos del 2024. La Biblioteca Nacional se mudó en el ‘92 a un nuevo edificio en Barrio Norte, en Agüero 2502, otra vez buscando ampliarse, y en la calle México funcionan desde entonces, el Centro de Estudios y Documentación Jorge Luis Borges, en reconocimiento a su trayectoria como director de la institución, el Instituto Nacional de Musicología Carlos Vega, el Ballet Folklórico Nacional y la Compañía Nacional de Danza Contemporánea.
La construcción de estilo Beaux-Arts, obra del arquitecto italiano Carlos Morra, marqués de Monterocheta, tiene una fachada academicista con elementos decorativos de la arquitectura clásica: columnas corintias, frontis de influencia griega y herrería con diseño de inspiración romana. Funcionalmente se organiza en tres bloques: el administrativo y de acceso, que da a la calle; el central, un espacio de lectura de múltiples alturas que incorpora luz cenital; y el trasero, que contiene salas secundarias y la imprenta en el subsuelo.
Declarado Monumento Histórico Nacional, el edificio ostenta una magnífica cúpula vidriada y su gran atractivo es el despacho que Borges tenía en el primer piso. Entre los elementos de valor patrimonial se destacan las farolas de la entrada, la escalera de bronce, los mármoles y la gran cantidad de vitrales por los que se filtra la luz exterior en las cuatro plantas. La sala principal de lectura de la planta baja, llamada Sala Williams, aún conserva las estanterías originales, y hay una enorme escalera de mármol con el pasamanos decorado con bolilleros de bronce.
Además, una de las salas de reuniones tiene un boiserie de lujo, y en la sala de dirección se destaca un empapelado con palmeras y el cuadro del holandés lector, una chimenea y el reloj de pie compuesto por un reloj patrón que comandaba a los relojes esclavos de las diferentes salas.
También se trabaja en la reconstrucción de la Galaxia Borgeana, una biblioteca ideal con una compilación de libros leídos por el escritor, diseminados por diferentes lugares, en los que dejó anotaciones, marcas y subrayados. Una vez acondicionadas las estanterías, estos libros serán trasladados desde la actual sede de la calle Agüero. También mudarán las obras de la biblioteca personal de Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares, recuperados gracias a donaciones.
En la restauración, se repararon los cielorrasos originales, las arcadas del pasillo de acceso y el casetonado de la Sala Borges, con pisos de roble y pinotea. También se recuperó la pintura en muros, mediante cateos que permitieron determinar el color original que tenían, y el empapelado que coincide con el que tenía la sala en la época de Borges, con cortinas livianas y pesados. Además, casi todos los marcos, las puertas y paredes son originales.
En el subsuelo del edificio hay una antigua impresora de 1901, llamada Minerva. Se trata de una máquina tipográfica alemana de pequeñas dimensiones, utilizada desde fines del siglo XIX. Este tipo de impresora fue la más popular hasta que aparecieron las primeras prensas cilíndricas, casi un siglo más tarde, en las que el papel se coloca sobre un cilindro que ejerce la presión sobre el molde, y permite mayor rapidez y tamaño. También hay una máquina de linotipo, otra impresora americana de 1920 y una guillotina manual de 1901.
Un poco de historia
La Biblioteca Nacional fue creada en 1810 mediante un decreto del Primer Gobierno patrio, por iniciativa de Mariano Moreno, pero se conoce con ese nombre a partir de 1884. En sus primeros años funcionaba en una oficina en el Cabildo y luego en la Manzana de las Luces. En 1901 la institución se trasladó al edificio de la calle México, que en un principio había sido proyectado para albergar la Lotería Nacional, pero fue cedido a la Biblioteca antes de su finalización por decisión del entonces Presidente Julio Argentino Roca. El 19 de enero de 1885, Paul Groussac fue designado director y estuvo en ese cargo durante 44 años. Cuando estaban a punto de inaugurar allí la Lotería, Groussac envió una carta al presidente Roca en la que argumentó que si un edificio tan elegante se usaba como sede de la Lotería, poco promisorio sería el futuro de un país donde, por otro lado, los libros se arrumbaban en un pequeño espacio. Roca accedió y, ya terminado, el flamante palacio pasó a ser sede de la Biblioteca Nacional.}
Jorge Luis Borges fue el director más celebre de la biblioteca y desempeñó el cargo desde 1955 hasta 1973. Durante su gestión se promovió la construcción de una nueva sede, la actual, que era necesaria debido al amplio patrimonio con el que contaba la Biblioteca.
Tres directores ejercieron el cargo estando ciegos: José Mármol, Paul Groussac y Jorge Luis Borges. Mármol fue director de la entonces Biblioteca Pública de Buenos Aires entre 1858 y 1871. En el año que asumió el cargo ya tenía problemas de visión, hasta que en 1861 perdió totalmente la de su ojo derecho y su situación fue empeorando; falleció casi ciego cuando todavía era director de la biblioteca. Borges no veía casi nada cuando comenzó su gestión, y Groussac, que como Mármol ejerció el cargo hasta su muerte, pasó los últimos cuatro años de su vida ciego. Se dice que Borges escribió su Poema de los dones, en ese magnífico edificio:
“Nadie rebaje a lágrima o reproche esta declaración de la maestría de Dios, que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche. De esta ciudad de libros hizo dueños a unos ojos sin luz, que sólo pueden leer en las bibliotecas de los sueños los insensatos párrafos que ceden las albas a su afán. En vano el día les prodiga sus libros infinitos, arduos como los arduos manuscritos que perecieron en Alejandría. De hambre y de sed (narra una historia griega) muere un rey entre fuentes y jardines; yo fatigo sin rumbo los confines de esta alta y honda biblioteca ciega. Enciclopedias, atlas, el Oriente y el Occidente, siglos, dinastías, símbolos, cosmos y cosmogonías brindan los muros, pero inútilmente. Lento en mi sombra, la penumbra hueca exploro con el báculo indeciso, yo, que me figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca. Algo, que ciertamente no se nombra con la palabra azar, rige estas cosas; otro ya recibió en otras borrosas tardes los muchos libros y la sombra. Al errar por las lentas galerías suelo sentir con vago horror sagrado que soy el otro, el muerto, que habrá dado los mismos pasos en los mismos días. ¿Cuál de los dos escribe este poema de un yo plural y de una sola sombra? ¿Qué importa la palabra que me nombra si es indiviso y uno el anatema? Groussac o Borges, miro este querido mundo que se deforma y que se apaga en una pálida ceniza vaga que se parece al sueño y al olvido.”
Lo que se viene
El Centro de Estudios y Documentación Jorge Luis Borges tiene como misión difundir y acrecentar el patrimonio bibliográfico y documental de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno en torno a la obra y la figura de Jorge Luis Borges, poniendo particular énfasis en la conservación de libros y documentos manuscritos, el acercamiento de nuevos lectores, la promoción de investigaciones, el montaje de exposiciones temáticas que aborden diferentes aspectos de su obra, y la construcción de una plataforma digital de actualización permanente que reúna trabajos sobre el escritor.
El proyecto integral de restauración del edificio incluye también la instalación de una sala de referencia especializada, otra de consulta, y un espacio en el que se recreará el despacho histórico de Borges con todo su mobiliario original, que fue donado y restaurado por la Biblioteca Nacional y los restauradores del Ministerio de Cultura.
Fuente: La Nación