Durante 40 años estuvo abandonado, pero supo ser un teatro que formó a grandes figuras del espectáculo argentino. Hoy, las tablas se reinventan para darle lugar a un nuevo proyecto.
Las avenidas Callao y Corrientes guardaron hasta ahora el secreto de una joya arquitectónica ubicada en un subsuelo. Se trata del antiguo teatro “El 35”, el cual fue testigo de los inicios de grandes actores argentinos que formaron parte del vibrante circuito cultural de Buenos Aires. Construido en los años 20, este espacio fue un refugio para muchos actores donde, por ejemplo, Rodolfo Bebán, Antonio Gasalla, Oscar Martinez, Virginia Lago y Norberto Suárez entre otros tantos, tuvieron sus inicios en el mundo de las artes escénicas. “El 35” funcionaba exclusivamente como teatro, del cual no hay registros de su cierre, pero se estima que sucedió a finales de los años 80, donde tras el cese de sus funciones, pasó por un periodo de abandono prolongado de más de 40 años.
Fue en el año 2013, que Raquel Rodrigo, dueña de Clásica y Moderna y de El Tropezón, uno de los 5 restaurantes más antiguos de Buenos Aires, buscando ampliar un estacionamiento de Avenida Corrientes, visitó este lugar que tenía cartel de venta. Al ingresar descubrió que era un teatro deteriorado y abandonado, con sus 4 parlantes gigantes coronando la platea, la embocadura de un demolido escenario al frente, un pasillo de artistas al costado que conduce al camarín y una recepción llena de escombros. Comenzó a investigar de qué se trataba y un empresario del rubro le comentó que era el teatro “El 35”. A partir de aquí Rodrigo declinó con la idea de incorporarlo al garaje y emprendió la tarea de poder adquirirlo para volver a darle vida a este viejo teatro.
Pasaron los años y en abril de 2022 firmó la compra del inmueble. Se le cumplió el sueño de lo que siempre le decía a su familia: que cuando cumpliera los 60 años quería tener un teatro. Convocó al arquitecto y escenógrafo Alberto Negrín para la recreación, restauración y puesta en valor. Así nació el restaurante Concert Albur, que abrirá esta semana ofreciendo shows en vivo y una gastronomía de alta cocina.
Un nombre inspirado en una canción
El nombre Albur nació gracias a la sugerencia de la artista Sandra Mihanovich, que se inspiró en la canción de Eladia Blázquez “el corazón al sur”, que significa “azar o suerte”, muy apropiada dada la historia de su dueña.
Raquel Rodrigo emprendió un ambicioso proyecto de recreación, remodelación y puesta en valor del teatro, donde se priorizó la conservación de elementos originales y la integración de nuevas propuestas que respetaran la historia del lugar. Se rescataron piezas emblemáticas, como la puerta de hierro fortaleza, el ascensor de tijera, y el piso de damero blanco y negro de 100 años. Además, se mantuvo la distribución original del teatro, incluyendo la entrada, el escenario, los pasillos y los camarines, mientras que se incorporaron materiales que complementan y realzan la estética original del espacio, como pisos calcáreos, revestimientos de madera con espejos biselados, y textiles teñidos a mano.
De teatro abandonado a su esplendor: cómo fue el proceso de remodelación
El proceso de remodelación presentó desafíos significativos, como la adaptación a las estrictas regulaciones de conservación de edificios antiguos y la integración de soluciones contemporáneas sin comprometer la estructura histórica. La elección de materiales fue clave, seleccionando aquellos compatibles con el patrimonio del lugar y que al mismo tiempo cumplieran con los estándares de calidad y seguridad actuales. El equipo de profesionales involucrados logró una restauración meticulosa, considerando la fragilidad y espontaneidad del espacio, lo que permitió crear un entorno único que preserva la esencia cultural de Buenos Aires y al mismo tiempo ofrece un escenario con grandes posibilidades.
Albur es un restaurante que fusiona arte y gastronomía en un espacio para 145 cubiertos, ofreciendo una propuesta culinaria a cargo del chef Adrián Aguilera. El restaurante también se distingue por su enfoque en el entretenimiento, con la dirección musical del maestro Damián Mahler y dos orquestas propias, «Albur Tango» y «La Albur Band», junto a bailarinas y cantantes de jazz.
Fuente: Ámbito