Apoco más de una hora de Capital Federal, el aire de campo se percibe en Baradero. De entrada, la ciudad tiene aspecto de pueblo. Una plaza con iglesia, banco y bares, además de lucecitas de feria. “Baradero es el pueblo más antiguo de la provincia de Buenos Aires. Nació el 25 de julio de 1615 y cumplió 408 años.
Es anterior al Virreinato del Río de la Plata”, asegura Verónica Noya, museóloga y directora de Cultura de la localidad, mientras recorremos las calles de esta ciudad que tiene alrededor de 30.000 habitantes, entre su núcleo urbano y el campo.
“Surgió como pueblo de indios, como una misión franciscana. Fue por orden del gobernador Hernandarias (Hernando Arias de Saavedra), y quedó a cargo de cura Fray Francisco de Arena y luego del padre Luis Bolaños”, me cuenta Verónica. Luego agrega: “Acá estaban los chanás y los guaraníes. Habitaban toda la ribera de las islas hasta desembocadura del delta del Paraná”.
La museóloga detalla en la zona hubo otros intentos de fundación, pero solo Baradero siguió adelante. “Es la única población estable que perduró en el tiempo por más de 400 años. De hecho, después de cien años ya era pueblo de criollos y a mitad del siglo XVIII llegaron los primeros inmigrantes. Hay cartas de fundación y documentos entre gobernadores y la corona de España que acreditan todo esto”, señala mientras avanzamos por la manzana fundacional de los franciscanos, que está donde ahora está la iglesia. Porque ni bien llegaban con la misión, lo primero que levantaban era el templo. “Las excavaciones que hicimos en el lugar arrojaron resultados sorprendentes”, comenta Noya.
Pero hay más: parece que Baradero no es el apellido de nadie. Viene de los barcos que se varaban. Se fundó como Santiago del Varadero, por advocación a Santiago Apóstol, patrono que eligieron los franciscanos para esta misión que aquí se asentó apenas 123 años después de que Cristóbal Colón llegara a América. Se escribía con v corta y luego adoptó la b larga.
Baradero condensa su historia en el Museo Histórico Municipal Alejandro Barbich, que visitamos de recorrida por la ciudad. Funciona en una casona de 1870 que perteneció a un comerciante. Tiene una sala con vajilla prehispánica que se encontró –y aún se encuentra– a la vera del río. Otra sala colonial, que repasa lo que ocurría en el siglo XIX. Y una que homenajea a los inmigrantes de principios del siglo pasado. “Contamos con mucho material arqueológico. Cuando baja el agua del río Baradero solemos encontrar cerámicas de los aborígenes. Tenemos una gran colección del cementerio indígena”, agrega la museóloga.
De pulso tranquilo, barrancas, pequeño puerto y una modesta costanera que se pone colorada al atardecer, en Baradero se respira tradición. La propuesta gastronómica es acotada, pero de buena calidad: va de bodegones reconvertidos, como el Bar de los Angelitos y Sportman, a una casa de té de primer nivel que se llama Almacén de Pasteles. Algunos dicen que es un pueblo conservador, de gente que hace el dinero en Zárate (donde está la industria) y se la gasta en San Pedro (donde están los negocios de moda).
Datos útiles
Sisu Hotel de Campo y Spa. En febrero de 1997 Mari Bichler se enamoró de este lugar y puso un hotel. El nombre refiere al concep[1]to finlandés de resiliencia. Son 10 habitaciones muy bien equipadas, con servicio de spa, pileta exterior e interior. Está pensado para adultos: no reciben niños. Desde $57.300 la doble con desayuno. RN 9 Km 139,5. T: (11) 2173-5447. IG: @sisubaraderohotelyspa
Sportman. Mariano León y Jorge Baratini son cocineros y socios de Paul Giacometti. Hace cinco años que lideran este muy buen restaurante que alguna vez fue bar de naipes, frente a la plaza principal. La especialidad son las carnes salvajes como bife de jabalí o escabeche de vizcacha. Tienen ricas hamburguesas. De lunes a lunes, de 8 de la mañana a medianoche. Santa María 563. T: (3329) 60-8283. IG: @sportmanresto
Bar de los Angelitos. En un bar legendario de 1890, el chef Facundo Fernández se luce con las pastas y carnes. La ambientación es encantadora. Tienen variedad de vermuts. De martes a domingos, de 18 a después de la medianoche. Anchorena 1053. T: (3329) 55-8918. IG: @cafebardelosangelitos
Almacén de Pasteles. Única en su especie, esta casa de té de primerísimo nivel es todo un hallazgo. Tiene café de especialidad y tés de primer nivel, además de la exquisita pastelería de Agostina Pelorosso que es la dueña del lugar, egresada del IAG. Se luce con los macarons, el frangipane de peras y el crumble de manzana. De miércoles a domingos, de 8 a 12.30 y de 16.30 a 20.30 horas. Laprida 1205. T: (3329) 48-2922. IG: @almacendepasteles
Despensa La Tortuga. Marilina Trenzi es la cuarta generación al frente de este centenario boliche de campo que atiende con su papá, Néstor. Es almacén, pero además sirven minutas. Hay mesas al aire libre, al lado de un molino. Todo el día, hasta que baja el sol. Cierran los domingos. Camino rural s/n y RN 9 Km 132. T: (3329) 60-2315.
Museo Histórico Municipal Alejandro Barbich. Ricardo Solís y Florencia Itso guían los recorridos en este interesante museo que recoge la vasta historia de la localidad. En una casa centenaria y a pasitos de la plaza, va de los guaraníes a la Guerra de Malvinas, pasando por los colonos suizos. De martes a viernes de 8 a 12 y de 14 a 18. Sábados, de 10 a 14. Entrada, a voluntad. Santa María 761. T: (3329) 48-5213.
Reserva Parque del Este. Es un espacio de conservación municipal y admirable. Preserva flora y fauna autóctona, que está didácticamente señalada para compartir con los visitantes. Claudio Restivo es el anfitrión. Hay un vivero con especies de la zona. Abre todos los días, desde las 8 hasta que baja el sol. Almirante Brown s/n. +54 9 (3329) 52-4712. FB: /VoluntariosParqueDelEsteBaradero.
Fuente: Ana van Gelderen, La Nación