Hoy, desde la plaza seca de la Torre Bellini que la enfrenta, puede apreciarse en toda su belleza y espectacularidad la cartelería que corona la esquina de Esmeralda y Paraguay, donde desde 1959 funciona la confitería Saint Moritz, la ciudad a la que hace referencia, que es uno de los centros de esquí más reconocidos de Suiza.
La zona de Retiro no se diferencia demasiado de otras postales del barrio; sin embargo, esos carteles de metal pintados de rojo, de dimensiones exageradas para la extensión de la esquina –no es Santa Fe y Callao, ni Cabildo y Juramento–, la convierten en una zona única de la ciudad. Se trata de una tipografía que pareciera estar escrita por una manga de crema chantilly. Cautiva por la dulzura y la elegancia de antaño.
El local dispuesto en la planta baja de un edificio francés se compone de un salón, con cuatro columnas espejadas, con mesas y sillas mullidas de color rojo, tal como las originales: las primeras de cuero y las segundas de cuerina. Donde había dos, ahora hay solo una barra de madera repleta de botellas. El salón fue testigo de los encuentros de Borges con su madre Leonor Acevedo en la época en la que solo vendían sándwiches de pavita y variedad de masas para el té, además de los tomadores de whisky a partir del atardecer.
El cartel de “confitería” resulta tan fascinante que inspiró a la diseñadora Julieta Ulanovsky a crear una tipografía que rescate la letra. “Lo que me motivó es que no puedo creer la belleza de ese cartel, que es tan gigante para el lugar donde fue colocado. Es precioso. Siento que esta fuente rescata el registro de otros tiempos”, dice.
Fuente: La Nación