Buenos Aires nació como una cuadrícula destinada a ser casi infinita. Hasta que a principios del siglo pasado, junto con la Avenida de Mayo, irrumpieron sus dos diagonales. En realidad, fueron una minúscula parte de un plan encargado al arquitecto Joseph Bouvard, intendente de Paris, para parecernos un poco a Paris, por aquél entonces la ciudad de nuestros sueños.
La Diagonal Sur iría desde Plaza de Mayo hasta el Palacio Municipal que se levantaría en la intersección con la Av. 9 de Julio, pero solo llegó hasta la Av. Belgrano. En cambio, la Diagonal Norte tuvo mejor suerte y, partiendo también desde nuestra plaza mayor, llegó a Plaza Lavalle, donde se construyó otro de nuestros palacios, el de Tribunales. Diagonal Norte se levantó bajo un estricto código morfológico que unificó la altura de sus edificios en los 33 metros, ordenó sus coronamientos con un balcón corrido o alero, impuso en el basamento otro balcón corrido a los 9 metros y jerarquizó las esquinas al posibilitar que se las remate con cúpulas de hasta 4 niveles más.
Diagonal Norte.
Así se levantó la arteria más imponente de Buenos Aires que se convirtió en la Puerto Madero del primer tercio del siglo XX. Allí se alojaron las grandes empresas, los bancos, las compañías de seguro, los terratenientes… Y también empresas ligadas a la construcción, como los Tornquist, dueños del Hotel Plaza y de la firma Tamet de perfiles metálicos y Ferrum de artefactos sanitarios; los Quadri, fabricantes de baldosas; y los Ctibor, de ladrillos huecos cerámicos. Materiales y empresas que junto a otras como la de ascensores Otis posibilitaron la construcción en escala y en altura.
De los vericuetos de esta frondosa historia da cuenta la arquitecta Alicia Aletti en su libro La Diagonal (Sociedad. Historia y Arquitectura. Buenos Aires s. XX), de reciente aparición. El destino llevó a Aletti a convertirse en especialista de la Diagonal. Recibida de arquitecta a fines de los años 70 se dedicó más a andar entre andamios que enfrascarse en bibliotecas. “Lo mío es la obra”, reconoce. Pero le tocó en suerte trabajar en la restauración de varios edificios de la Diagonal, hasta que persuadida por la evidencia, se integró al CICOP (Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio), una de las instituciones con sede en la Argentina dedicadas al Patrimonio.
Como si fuera un libro de historia, las obras en la Diagonal empezaron a la altura de la Avenida de Mayo, en estilo academicista francés, y los últimos llegando a Tribunales con arquitectura del Movimiento Moderno. El primero, en 1920-23 fue para la Compañía de Seguros La Continental, proyectado por Enrique Chanourdie y José Hortal, dos arquitectos egresados de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de Buenos Aires, lugar donde por entonces se enseñaba arquitectura.
Diagonal Norte. La Continental
Como el que lo sucedió, el Banco de Boston, su estructura estaba íntegramente armada con perfiles metálicos soldados y abulonados y su envolvente exterior con muros de ladrillo de gran espesor. El Boston fue construido al mismo tiempo que se levantaba la sede en Estados Unidos, pero para la sede porteña, en homenaje a la madre patria los arquitectos Chambers y Thomas lo proyectaron en estilo plateresco español. Todas las piezas vinieron del exterior, en barco y duplicadas, previendo posibles roturas.
En los años siguientes la familia Bencich, proveniente de Triste, del Imperio Austro-húngaro, levantó con su empresa constructora varios edificios en la Ciudad y en puntos estratégicos de La Diagonal. Sobresalen dos proyectados por el arq. Eduardo Le Monnier en 1928: los edificios Miguel y Massimiliano Bencinch, en la Av. Pte. Roque Sáenz Peña 616 y 645, respectivamente, enfrentados en el cruce con la calle Florida y coronados por imponentes cúpulas. El primero siguió el estilo imperante, el academicismo francés y el segundo se aventuró a utilizar algunos detalles Art Déco.
Diagonal Norte. Miguel Bencich
Diagonal Norte. Miguel Bencich
Diagonal Norte. Maximiliano Bencich
Diagonal Norte. Maximiliano Bencich
Los años 30, como cuenta Aletti, llegaron con varias malas noticias: el crack financiero internacional, el cierre de la exportación, el empobrecimiento de las familias de terratenientes y la consecuente venta de sus grandes palacios y mansiones y la irrupción del primer gobierno de facto y el comienzo de la “Década infame”. Paralelamente, la buena noticia es que llegaron a la arquitectura los aires de renovación.
Diagonal Norte. La Equitativa del Plata
Diagonal Norte. La Equitativa del Plata
Alejandro Virasoro construye el edificio La Equitativa del Plata, con su empresa Virubus Unitis, en otra de las esquinas de Florida, en Saénz Peña 570. Virasoro, el gran maestro local del Art Déco, es uno de impulsores de la racionalización y sistematización en la forma de producir de la construcción, criterios que pone en práctica en este edificio construyéndolo con estructura de hormigón y usando piezas prearmadas en sus talleres propios. La particular cúpula escalonada, según investigó Aletti, remite a la Pirámide de Djoser en Saqqara, Egipto (2600 a.C.), construida por Imhotep, primer arquitecto de la historia de la humanidad.
Como no podía faltar en esta Puerto Madero del s. XX, además de obras como las de Calvo-Jacobs-Giménez o de Grancisco Giannoti (autor de El Molino y Galería Güemes) también aquí se luce obra de Alejandro Bustillo, el gran maestro del estilo Monumental, el autor de otras imponentes obras como el Banco Nación o el Hotel Llao Llao en Bariloche.
Diagonal Norte. La Continental
En 1927 realiza el Hotel Continental Compañía de Seguros, en Sáenz Peña 725, enfatizando el cuerpo de acceso con cuatro columnas de triple altura. El edificio para Tornquinst & Cía, propietaria del lujoso Hotel Plaza, fue pensado como una alternativa a los hoteles lujosos de la Ciudad y con el objetivo que el visitante encontrara “las mismas comodidades a que estaba acostumbrada en su casa la gente que vive bien.”
Diagonal Norte. Hotel Continental Cñía de Seguros
Luego de años de abandono, en 2005 fue restaurado y rehabilitado por el estudio Urgell-Penedo-Urgell y por cuya actuación recibió el Premio Iberoamericano a la Mejor Intervención (2006). Otro proyecto con la firma de Bustillo es el Edificio Volta que los realiza la Compañía Iberoamericana de Inmuebles y Créditos para la compañía de electricidad CHADE. En esta obra en Sáenz Peña 832, le tocó actuar en profundidad a Alicia Aletti y fue una experiencia a partir de cual, se potenció su admiración por Alejandro Bustillo.
Pero de toda la constelación de edificios de La Diagonal, el que más conmueve a Aletti es el Edificio YPF, del Ing. Saudibet Bilbao, que a partir de 2010 es Monumento Histórico Nacional.
El edificio ubicado en Saénz Peña 777, “de líneas netamente racionalistas en su interior y fachada, y una volumetría simple y despojada de todo detalle decorativo -características de la arquitectura de pre guerra-, se concibió como un exponente de obra de ingeniería, atendiendo más a su funcionamiento administrativo-industrial que a la sensibilidad de diseño que marcara La Diagonal”, dice Aletti.
Diagonal Norte. YPF
Pero más allá de este “excelente edificio para la administración de la industria más importante del país” lo que más emociona a Aletti es la dimensión de aquella gesta. En 1907 se descubre el primer yacimiento de petróleo en Comodoro Rivadavia. Y en 1922, bajo el Gobierno de Hipólito Yrigoyen nace YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), “la primera empresa de petróleo propiedad del Estado a nivel mundial”, tal como cuenta Jorge Schaverz en La industria que supimos conseguir.
Fuente: Clarín