Halloween: De Drácula a Frankenstein, los castillos medievales que esconden secretos oscuros

A pocos días de la celebración de Halloween, que se inició en Irlanda hace 2000 años, un recorrido por construcciones emblemáticas, con pasadizos secretos, habitantes ilustres e historias de fantasmas

El Castillo medieval de Bran, conocido por el mito de Drácula Shutterstock

Los fanáticos de las historias de miedo pueden visitar alguno de los castillos más embrujados y terroríficos de Europa. Las leyendas sobre los crímenes que se cometieron en esos lugares y la visita de los fantasmas que buscan venganza todavía estremecen a los lugareños, pero los turistas que adoran estos relatos y mitos disfrutarán del paseo por pasadizos secretos, cuevas con murciélagos, salas de tortura medievales y las supuestas moradas de Drácula y Frankenstein.

1) El castillo del conde Drácula – Rumania

Por supuesto que el castillo del conde Drácula ocupa el primer lugar entre los destinos elegidos por los amantes del terror. El lema del Castillo de Bran –ese es su nombre original, aunque pocos lo llamen así– es “Real de día, embrujado de noche”, porque su propietario es el anciano archiduque de Austria, Dominic de Habsburgo-Lorena Hohenzollern y de Borbón, que lo heredó de su madre, la princesa Ileana de Austria, con quien vivió en el castillo durante su infancia.

El impresionante palacio fue construido en la ciudad de Bran en 1377 y si bien Drácula nunca vivió en él, Bram Stoker narró en su famosa novela que el misterioso conde que se alimentaba con la sangre de sus víctimas vivía en un castillo ubicado en lo alto de una montaña, junto a un río, en Transilvania. El personaje, que a lo largo de la historia fue confundido con Vlad Tepes, llamado el Empalador, un gobernante déspota y sangriento de la vecina Valaquia, nunca vivió en esa construcción. Pero como el Castillo de Bran es el único que coincide con las características y la ubicación, se entiende que sus imágenes fueron la inspiración para el escritor irlandés, que tampoco estuvo en Rumania.

En el lugar se ofrecen distintas actividades solo para valientes. El Túnel del Tiempo es presentado como el único ascensor que sube hacia la historia y desciende hacia el futuro. Cuando la reina María de Rumania se convirtió en la dueña del castillo, en 1930, hizo construir un ascensor eléctrico. Pero cuando la familia real fue despojada del lugar, en 1948, quedó en el olvido. Recién hace diez años fue restaurado y convertido en una experiencia multimedia terrorífica.

Además, en el cuarto piso se desarrolla la exhibición permanente llamada La historia de los miedos en Transilvania, que presenta un recorrido por la oscuridad de la noche, la soledad de los cementerios y las tumbas, los murciélagos, las casas tétricas y abandonadas, y todos los personajes que asustan, desde el hombre lobo hasta el conde Drácula. Los horarios del invierno europeo son: lunes a viernes de 12 a 16 y fines de semana, de 9 a 16.

Bran Castle, el hogar del cuento más escalofriante
Bran Castle, el hogar del cuento más escalofrianteAP

2) El fantasma del Castillo de Edimburgo – Escocia

El Castillo de Edimburgo, en Escocia, fue levantado en el siglo XII sobre rocas volcánicas en el centro de la ciudad y, aunque fue atacado en 26 oportunidades, aún se mantiene en pie entre acantilados y es el lugar más visitado en Escocia. Funcionó como fuerte militar, residencia real (allí vivieron los monarcas Margaret, David I, James IV, Mary de Escocia y su hijo James VI, entre otros) y prisión de guerra entre 1757 y 1814. Por eso, las escalinatas de piedra que suben los visitantes son las mismas por las que accedieron reyes, reinas, soldados e incluso algunos piratas.

Cuenta la leyenda que un gaitero fue obligado a entrar tocando su instrumento en los pasadizos secretos que se habían descubierto bajo el castillo, mientras escuchaban los sonidos desde la superficie. Y, aunque él no quería, entró y nunca más salió. Desde entonces, su alma quedó atrapada entre los muros medievales y hay quienes insisten en que escuchan los sonidos de su gaita, lamentándose por el tormento.

Actualmente pueden visitarse el Gran Hall donde se realizaban los banquetes reales –con su famoso techo de madera, construido por orden del rey James IV–, la Capilla de la reina Mary –donde aún se celebran bodas y bautismos–, los Apartamentos Reales y la Sala de la Corona (donde se exponen las joyas más antiguas del Reino Unido), el Museo Nacional de Guerra y las prisiones. También hay una exhibición inmersiva llamada Lucha por el castillo, una dramatización de la historia del lugar durante las guerras de independencia de Inglaterra, más una muestra de las armas medievales encontradas en los alrededores.

El castillo abre sus puertas todos los días de 9.30 a 17. A las 13 se realiza el disparo de fuego del cañón, como cada día (excepto los domingos y feriados religiosos) desde 1861.

Uno de los vitraux en Edimburgo
Uno de los vitraux en EdimburgoMariana Eliano

3) Las “ratas mutantes” del Palacio Nacional de Mafra – Portugal

El Palacio Nacional de Mafra, a unos 30 km de Lisboa, es el complejo arquitectónico barroco más importante de Portugal, compuesto por un palacio real, un convento franciscano, una basílica –ubicada en el centro de la fachada de 250 metros– y un bosque. El palacio fue construido en el siglo XVIII por orden del rey Joao V, el Magnánimo, para celebrar el nacimiento de su primera hija con la reina María Ana de Austria y tiene dos torres en los extremos, una para cada uno de ellos, unidos por un pasillo de 232 metros. Se usaron piedra caliza, madera de Brasil, tapicería flamenca y obras de arte italianas. La biblioteca, que es considerada una de las más hermosas del mundo, también puede ser visitada, aunque únicamente por lectores.

Los mitos que rodean la historia de este castillo relatan que es recorrido no solo por los espíritus de quienes trabajaron y murieron durante la construcción, sino también por ratas mutantes que vivirían en los túneles subterráneos. Así lo relata una historia antigua: “Ratas gigantes, monstruos devoradores de hombres que habitan los cuatro pisos inferiores del Convento de Mafra. Son ciegas, porque la luz no entra en las profundidades donde viven. Son tantas que, para exterminarlas, habría que evacuar la ciudad de Mafra y sus alrededores, porque las temibles bestias subirían a la superficie y comerían todo lo que encontraran a su paso. Muchos de los que bajaron a los fondos del convento no volvieron para contar lo que vieron”.

A pesar de las historias terroríficas, visitantes de todo el mundo llegan para conocer el magnífico monumento barroco, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 2019. Los horarios de visita son de miércoles a lunes de 9.30 a 17.30 (ingreso hasta las 16.45).

Una de las torres del Palacio Nacional de Mafra, en Portugal
Una de las torres del Palacio Nacional de Mafra, en PortugalShutterstock

4) El espíritu del “Robin Hood esloveno” – Eslovenia

El Castillo de Predjama, en Eslovenia, es conocido como el más grande del mundo construido en una cueva rocosa, a más de 120 metros de altura. Fue el hogar de Erasmo Luegger, el famoso caballero hijo del gobernador de Trieste que resistió heroicamente durante un año el asedio de las poderosas tropas del imperio austríaco, escapando por pasadizos secretos para robar alimentos, hasta que uno de sus criados lo traicionó. Desde entonces, la leyenda refleja que el fantasma del “Robin Hood esloveno” ronda el castillo en busca de venganza.

En el castillo, que fue construido en el siglo XVI, pueden recorrerse los pasadizos medievales, la sala de armas, la sala de torturas, la cocina y la capilla, en el horarios de 10 a 16 para el invierno europeo. Debajo del castillo se encontró otra cueva de unos cuatro pisos de altura, habitada desde la Edad de Piedra y hoy ocupada por murciélagos, que puede visitarse solo durante el verano (por la hibernación de los murciélagos) de dos maneras: turística o experiencia de aventura, con guías.

Según se afirma en la página web del castilllo, el equipo de Discovery Channel que filmaba un documental encontró fantasmas en el lugar. A pesar de eso, muchas parejas lo eligen para realizar su boda porque lo consideran “muy romántico”.

Predjama, en Eslovenia, fue levantado en una cueva rocosa, a más de 120 metros
Predjama, en Eslovenia, fue levantado en una cueva rocosa, a más de 120 metrosShutterstock

5) El Castillo de Muiderslot – Países Bajos

A apenas 15 km de Ámsterdam, el Castillo de Muiderslot se hizo famoso en todo el mundo no solo por su belleza digna de un cuento de hadas, sino también por su lado oscuro. Según la leyenda, el fantasma del conde Floris V, quien ordenó la construcción a fines del siglo XIII, sigue merodeando el castillo desde que fue asesinado a los 24 años por el anciano conde de Clermont, celoso porque su joven esposa lo había aplaudido mucho en el Torneo de Corbies.

El castillo, que luce imponente en el municipio de Muiden y junto al río Vecht, conserva su foso protector y todos los muros y las torres. En el siglo XVII se instaló allí el famoso escritor P. C. Hooft, quien ordenó el paisajismo del jardín con su laberinto. En el siglo XVIII funcionó como prisión y luego fue abandonado, hasta que la corona neerlandesa lo compró para instalar uno de sus primeros Museos Nacionales, en 1878. Actualmente pueden recorrerse las salas, las habitaciones y la cocina: algunas fueron decoradas para evocar cómo se vivía durante la Edad Media y otras, en la época de Hooft.

Aunque el castillo puede visitarse durante todo el año (lunes a domingos de 10 a 17) con exhibiciones de cetrería y búsquedas del tesoro para los niños, las visitas guiadas más solicitadas son las que se realizan en la Noche de Halloween. Además, en el lugar se realizan conciertos y festivales de teatro, poesía y lectura desde hace cuatro siglos.

Se dice que en Muiderslot vive un fantasma
Se dice que en Muiderslot vive un fantasmaShutterstock

6) Noche de brujas en el castillo de Frankestein – Alemania

El Castillo de Frankenstein fue construido en la cima de una montaña en 1240 por Lord Konrad Reis Von Breuberg quien decidió llamarlo –y llamarse desde entonces– Frankenstein (Frank es una antigua tribu germánica y stein significa piedra). Su habitante más notorio fue el alquimista Johann Conrad Dippel, que experimentaba con cadáveres para preparar un elixir que lograra la vida eterna. Recién en 1814, la escritora Mary Shelley –que publicó su famoso libro en 1818– conoció esta región.

El lugar, que después de varias disputas legales fue usado como hospital, quedó abandonado en el siglo XVIII. Recién en el siglo siguiente comenzó su restauración, calificada como de “históricamente incorrecta” por sus dos hermosas torres. Desde que abrió sus puertas a los visitantes, hay quienes dicen que en su interior sienten “algo sobrenatural”, sobre todo cuando se sirven las comidas con nombres de monstruos en el lindísimo restaurante.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los soldados estadounidenses que estaban apostados en las barracas de Darmstadt realizaron por primera vez un Festival de Halloween, que en 1978 se mudó al Castillo de Frankenstein y desde entonces se realiza todos los años. Esta celebración de la Noche de Brujas, que se realiza hasta el 6 de noviembre, se convirtió en una de las más populares del mundo.

En la cima de una montaña, el Castillo de Frankenstein, en Alemania
En la cima de una montaña, el Castillo de Frankenstein, en AlemaniaShutterstock

Una antigua tradición celta

Los orígenes de los festejos de Halloween, que se celebra cada 31 de octubre, se remontan a un antiguo festival celta de hace más de 2000 años conocido como Samhain (fin del verano) que coincidía con el final de la temporada de cosecha en Irlanda e Inglaterra.

La palabra Halloween es una versión abreviada de la frase All Hallows’ Evening (La Noche de Todos los Santos).

Los antiguos celtas creían que con la llegada de Samhain los espíritus buenos y malos podían pasar al mundo de los vivos, para visitar a sus antiguos hogares. Se presume que el uso de máscaras era para ahuyentar a los espíritus malignos o para no ser reconocidos. También se celebraban banquetes en las tumbas de los antepasados.

Los ritos sagrados tenían en sus orígenes un carácter purificador y religioso entre los que estaba la comunicación con los muertos, a los que se les ayudaba a encontrar su camino colocando velas encendidas en las ventanas.

Se encendían hogueras en las cimas de las colinas para ahuyentar a los malos espíritus.

Fuente: La Nación