La escena del primer capítulo de Borgen: reino, poder y gloria, la nueva temporada del exitoso drama político danés que se convirtió en un éxito mundial gracias a Netflix, introduce rápidamente la cuestión de Groenlandia –una región autónoma que pertenece al reino de Dinamarca-, que dominará la trama durante los ocho episodios.
El hallazgo ficticio de petróleo en la isla fue, como había anticipado Birgitte, un gran problema: generó tensiones entre Dinamarca y Groenlandia y dentro de la coalición gobernante en Copenhague; y representó un verdadero desafío internacional para la canciller, quien recibió presiones de Rusia, China y Estados Unidos. Es que aquel territorio gigante y remoto es desconocido para muchos, pero no para las potencias mundiales, que miran a la isla como un punto cada vez más estratégico. Incluso Donald Trump la quiso comprar en 2019, una idea que Dinamarca tildó de “absurda”.
¿Cuán real es lo que sucede en la popular serie danesa? Si bien ese hallazgo es hoy poco probable, el contexto político refleja muy bien la actualidad.
De hecho, a Adam Price, creador de Borgen, y también conductor de un programa de cocina, se le ocurrió esta trama mientras cocinaba y conversaba frente a cámara con Martin Lidegaard, quien fue canciller, ministro de Clima y Energía y actualmente es diputado en Dinamarca.
“Hubo un acuerdo muy poco claro entre Dinamarca y Groenlandia sobre lo que sucedería económicamente si se encontrara petróleo. Esa idea de que no estábamos preparados para tal situación” fue la que inspiró a Price, comentó a la BBC Lidegaard, quien asesoró a los guionistas de esta temporada. “Todo lo que sucede [en la serie] podría ser realidad”, afirmó.
Prueba de esto es un diálogo en el que Nyborg menciona una guerra en Ucrania, aun cuando la temporada fue grabada el año pasado y estrenada en Dinamarca el 13 de febrero pasado, once días antes de que Vladimir Putin lanzara su invasión sobre el país vecino. Estos vaticinios tienen su antecedente: Birgitte Nyborg fue primera ministra en la ficción un año antes de que una mujer accediera a ese cargo por primera vez en la Dinamarca real, en 2010.
Un vínculo complejo
“Es problemático cuando normalizamos la ‘absorción’ de un país por parte de otro. Hacer Borgen me ayudó a entender mejor el deseo de Groenlandia de independizarse de Dinamarca. Lo entiendo perfectamente, y al mismo tiempo es muy difícil llevarlo a cabo porque las dos naciones están muy interrelacionadas”, dijo en una entrevista Birgitte Hjort Sørensen, la actriz que interpreta a la periodista Katrine Fønsmark. “Es una situación y una relación muy complicada”, agregó, en un resumen preciso del vínculo entre los dos países.
Alejados por unos 3000 kilómetros, Groenlandia pertenece al reino de Dinamarca desde 1953, cuando dejó de ser una colonia. Ganó mayor autonomía en 1979 y tiene un gobierno propio desde 2009, pero los lazos todavía no pueden cortarse.
La isla más grande del mundo depende económicamente de Dinamarca –recibe una subvención anual de unos 600 millones de dólares, cerca de la mitad de su presupuesto-, mientras que el gobierno danés maneja las competencias financieras, de seguridad y de política exterior de Groenlandia, un control que a su vez deja a Copenhague mejor posicionado en el tablero geopolítico global. Por esta interdependencia es que el hallazgo de petróleo se convertiría en un drama político de la vida real.
Groenlandia es el territorio con menor densidad de población del planeta, con solo 56.000 habitantes en sus 2,166 millones de kilómetros cuadrados (algo menos que la Argentina), la mayoría de la etnia inuit. Su jefa de Estado es la reina Margarita II de Dinamarca, pero tiene un gobierno propio encabezado por un primer ministro, además de un Parlamento con 31 miembros. El jefe de gobierno es, desde abril de 2021, Mute Egede, del partido Inuit Ataqatigiit (IA), ecologista y defensor de la independencia.
“El gran problema [para la independencia] es económico. Aproximadamente la mitad del presupuesto anual de Groenlandia proviene de Dinamarca. Esto debería ser reemplazado por ingresos sostenibles. En la actualidad, la pesca constituye la mayor parte de las exportaciones de Groenlandia. Sin embargo, se realiza regularmente en cuotas mayores que las recomendadas por los biólogos. Por lo tanto, será necesario encontrar otras fuentes de ingresos. Las reticencias con respecto a los proyectos mineros y el turismo plantean la cuestión de dónde se encuentran estas fuentes”, dice en diálogo con LA NACION Jens Wendel-Hansen, profesor de la Universidad de Aarhus y exdocente de la Universidad de Groenlandia.
El especialista señala que la relación entre ambos países, como muestra la serie, “es bastante tensa”, con un fuerte apoyo a la independencia dentro de Groenlandia y una demanda hacia Dinamarca de una mayor influencia en las decisiones que afectan a la isla, especialmente en la política exterior, una exigencia resistida en Copenhague.
Petróleo y otros recursos
Mientras en la superficie de Groenlandia todo (o, en rigor, el 80% de la isla) es nieve y hielo, lo que hay debajo de la tierra es lo que genera más atractivo en el exterior, y donde podría estar la llave para la independencia. ¿Es posible un hallazgo de petróleo que genere ganancias multimillonarias como el que sucede en Borgen?
El Servicio Geológico de Estados Unidos estimó que podría haber 17.500 millones de barriles de petróleo y 4,19 billones de metros cúbicos de gas natural en aguas de Groenlandia. Pero las condiciones climáticas y la ubicación geográfica de la isla limitaron la exploración, y las posibilidades de un descubrimiento se redujeron prácticamente a cero el año pasado, cuando el gobierno local suspendió cualquier búsqueda de hidrocarburos.
“El futuro no está en el petróleo; está en la energía renovable”, dijo entonces Naaja Nathanielsen, ministra de recursos naturales de Groenlandia, y agregó que la decisión se basó en un análisis ambiental -la isla es una de las principales víctimas del calentamiento global-, pero también económico, ya que cualquier desarrollo “generaría pocas ganancias o generaría pérdidas”.
Groenlandia todavía tiene cuatro licencias activas de exploración de hidrocarburos, que vencen en 2027 y 2028. Pero, según Mads Flarup Christensen, secretario general de Greenpeace para la región nórdica, “tienen un potencial muy limitado”.
Bajo tierra se hallan también unas 38,5 millones de toneladas de las llamadas “tierras raras”, minerales necesarios para producir turbinas eólicas, motores eléctricos y otros dispositivos electrónicos más chicos, como celulares. También hay minerales como el uranio, cuya extracción también fue prohibida por el actual gobierno.
“Inuit Ataqatigiit tiene una plataforma política verde y se opone firmemente al desarrollo de petróleo y gas en Groenlandia, pero su actual socio, Siumut, está más abierto a esa opción. Si hubiera un hallazgo de petróleo significativo en o cerca de Groenlandia, como en Borgen, la cuestión de qué próximos pasos tomar podría causar una ruptura en la coalición, especialmente porque el gobierno deberá sopesar las preocupaciones ambientales por sobre proporcionar una fuente adicional de ingresos para una futura Groenlandia independiente”, señala a LA NACION Marc Lanteigne, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad del Ártico de Noruega. “Además, cualquier perforación tardaría mucho tiempo en comenzar dada la necesidad de importar material, equipo y mano de obra al área”.
En la mira de las potencias
El cambio climático y el consecuente deshielo atrajo la atención de las potencias a Groenlandia por dos motivos: el acceso a los recursos naturales y las potenciales nuevas rutas de navegación por el Ártico, que podría facilitar el transporte entre Asia y Europa y acortar los envíos en 15 días.
Lanteigne menciona otros dos factores por los que Groenlandia es cada vez más un territorio en pugna. Por un lado, “muchos países, incluidos China y Estados Unidos, están tratando de mejorar sus relaciones con Nuuk en previsión de que Groenlandia finalmente se convierta en un estado independiente”. Y, por el otro, “la geografía de Groenlandia está volviendo a ser importante para Occidente por su valor estratégico, debido a las preocupaciones sobre los submarinos y buques de guerra rusos que operan en lo que se llama el ‘GIUK gap’, es decir, la zona del Atlántico Norte que atraviesa Groenlandia, Islandia y el Reino Unido”.
Por ahora, Estados Unidos lleva ventaja en esta disputa, debido a su largo historial con la isla. De hecho, mucho antes de que Trump sugiriera comprarla, ya lo habían considerado o intentado Andrew Johnson en 1867 y Harry Truman en 1946. El desembarco estadounidense en Groenlandia finalmente ocurrió en 1951, junto con la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de la que Dinamarca es parte. Copenhague permitió la construcción de una base aérea estadounidense en Thule, en el noroeste, que actualmente cuenta con sistemas de rastreo espacial y de detección de lanzamientos de misiles, además de tropas. Es la base que visitó Nyborg en la primera temporada de Borgen.
“La relación de los groenlandeses con la base es muy ambigua. A menudo se afirma en el debate público que el gobierno de Groenlandia y el danés deberían establecer condiciones más estrictas para su presencia”, menciona Wendel-Hansen, quien vivió en la isla.
Ante el creciente interés de las otras potencias, Estados Unidos aumentó su apuesta en los últimos años. En 2018, intervino para que Dinamarca financiara la remodelación de los aeropuertos en Groenlandia y evitar así que una empresa china lo hiciera. En 2020, el gobierno de Trump anunció un paquete de ayuda a la isla ártico de 12,1 millones de dólares, algo que no cayó bien en Copenhague, donde sectores políticos lo tildaron de “provocación” e “insulto”, y que fue celebrado en Nuuk. Ese mismo año, abrió un consulado estadounidense en la capital de la isla para demostrar una mayor presencia.
Prueba de esto es un diálogo en el que Nyborg menciona una guerra en Ucrania, aun cuando la temporada fue grabada el año pasado y estrenada en Dinamarca el 13 de febrero pasado, once días antes de que Vladimir Putin lanzara su invasión sobre el país vecino. Estos vaticinios tienen su antecedente: Birgitte Nyborg fue primera ministra en la ficción un año antes de que una mujer accediera a ese cargo por primera vez en la Dinamarca real, en 2010. Los actores de Borgen junto al director, Adam Price, en Groenlandia Los actores de Borgen junto al director, Adam Price, en Groenlandia Un vínculo complejo “Es problemático cuando normalizamos la ‘absorción’ de un país por parte de otro. Hacer Borgen me ayudó a entender mejor el deseo de Groenlandia de independizarse de Dinamarca. Lo entiendo perfectamente, y al mismo tiempo es muy difícil llevarlo a cabo porque las dos naciones están muy interrelacionadas”, dijo en una entrevista Birgitte Hjort Sørensen, la actriz que interpreta a la periodista Katrine Fønsmark. “Es una situación y una relación muy complicada”, agregó, en un resumen preciso del vínculo entre los dos países. Tras la insólita oferta de compra del presidente Donald Trump, las máximas autoridades de Groenlandia buscan capitalizar el interés global por la isla ártica para estimular las inversiones y obtener beneficios económicos de la presencia militar norteamericana. En la capital de Groenlandia, Nuuk, viven 18.000 personas, casi un tercio de la población total de la isla – Créditos: @REUTERS Alejados por unos 3000 kilómetros, Groenlandia pertenece al reino de Dinamarca desde 1953, cuando dejó de ser una colonia. Ganó mayor autonomía en 1979 y tiene un gobierno propio desde 2009, pero los lazos todavía no pueden cortarse. La isla más grande del mundo depende económicamente de Dinamarca –recibe una subvención anual de unos 600 millones de dólares, cerca de la mitad de su presupuesto-, mientras que el gobierno danés maneja las competencias financieras, de seguridad y de política exterior de Groenlandia, un control que a su vez deja a Copenhague mejor posicionado en el tablero geopolítico global. Por esta interdependencia es que el hallazgo de petróleo se convertiría en un drama político de la vida real. Groenlandia es el territorio con menor densidad de población del planeta, con solo 56.000 habitantes en sus 2,166 millones de kilómetros cuadrados (algo menos que la Argentina), la mayoría de la etnia inuit. Su jefa de Estado es la reina Margarita II de Dinamarca, pero tiene un gobierno propio encabezado por un primer ministro, además de un Parlamento con 31 miembros. El jefe de gobierno es, desde abril de 2021, Mute Egede, del partido Inuit Ataqatigiit (IA), ecologista y defensor de la independencia. Mute B. Egede es el primer ministro de Groenlandia tras unas elecciones anticipadas de abril de 2021 Mute B. Egede es el primer ministro de Groenlandia tras unas elecciones anticipadas de abril de 2021 – Créditos: @CHRISTIAN KLINDT SOLBECK “El gran problema [para la independencia] es económico. Aproximadamente la mitad del presupuesto anual de Groenlandia proviene de Dinamarca. Esto debería ser reemplazado por ingresos sostenibles. En la actualidad, la pesca constituye la mayor parte de las exportaciones de Groenlandia. Sin embargo, se realiza regularmente en cuotas mayores que las recomendadas por los biólogos. Por lo tanto, será necesario encontrar otras fuentes de ingresos. Las reticencias con respecto a los proyectos mineros y el turismo plantean la cuestión de dónde se encuentran estas fuentes”, dice en diálogo con LA NACION Jens Wendel-Hansen, profesor de la Universidad de Aarhus y exdocente de la Universidad de Groenlandia. La pesca es hoy la principal fuente de ingresos de Groenlandia, sin contar el subsidio desde Dinamarca La pesca es hoy la principal fuente de ingresos de Groenlandia, sin contar el subsidio desde Dinamarca – Créditos: @Carsten Snejbjerg El especialista señala que la relación entre ambos países, como muestra la serie, “es bastante tensa”, con un fuerte apoyo a la independencia dentro de Groenlandia y una demanda hacia Dinamarca de una mayor influencia en las decisiones que afectan a la isla, especialmente en la política exterior, una exigencia resistida en Copenhague. Petróleo y otros recursos Mientras en la superficie de Groenlandia todo (o, en rigor, el 80% de la isla) es nieve y hielo, lo que hay debajo de la tierra es lo que genera más atractivo en el exterior, y donde podría estar la llave para la independencia. ¿Es posible un hallazgo de petróleo que genere ganancias multimillonarias como el que sucede en Borgen? El Servicio Geológico de Estados Unidos estimó que podría haber 17.500 millones de barriles de petróleo y 4,19 billones de metros cúbicos de gas natural en aguas de Groenlandia. Pero las condiciones climáticas y la ubicación geográfica de la isla limitaron la exploración, y las posibilidades de un descubrimiento se redujeron prácticamente a cero el año pasado, cuando el gobierno local suspendió cualquier búsqueda de hidrocarburos. Desprendimiento en el glaciar Apusiajik en Kulusuk, en la costa sureste de Groenlandia Desprendimiento en el glaciar Apusiajik en Kulusuk, en la costa sureste de Groenlandia “El futuro no está en el petróleo; está en la energía renovable”, dijo entonces Naaja Nathanielsen, ministra de recursos naturales de Groenlandia, y agregó que la decisión se basó en un análisis ambiental -la isla es una de las principales víctimas del calentamiento global-, pero también económico, ya que cualquier desarrollo “generaría pocas ganancias o generaría pérdidas”. Groenlandia todavía tiene cuatro licencias activas de exploración de hidrocarburos, que vencen en 2027 y 2028. Pero, según Mads Flarup Christensen, secretario general de Greenpeace para la región nórdica, “tienen un potencial muy limitado”. Un oso polar del sureste de Groenlandia sobre un glaciar Un oso polar del sureste de Groenlandia sobre un glaciar Bajo tierra se hallan también unas 38,5 millones de toneladas de las llamadas “tierras raras”, minerales necesarios para producir turbinas eólicas, motores eléctricos y otros dispositivos electrónicos más chicos, como celulares. También hay minerales como el uranio, cuya extracción también fue prohibida por el actual gobierno. “Inuit Ataqatigiit tiene una plataforma política verde y se opone firmemente al desarrollo de petróleo y gas en Groenlandia, pero su actual socio, Siumut, está más abierto a esa opción. Si hubiera un hallazgo de petróleo significativo en o cerca de Groenlandia, como en Borgen, la cuestión de qué próximos pasos tomar podría causar una ruptura en la coalición, especialmente porque el gobierno deberá sopesar las preocupaciones ambientales por sobre proporcionar una fuente adicional de ingresos para una futura Groenlandia independiente”, señala a LA NACION Marc Lanteigne, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad del Ártico de Noruega. “Además, cualquier perforación tardaría mucho tiempo en comenzar dada la necesidad de importar material, equipo y mano de obra al área”. En la mira de las potencias El cambio climático y el consecuente deshielo atrajo la atención de las potencias a Groenlandia por dos motivos: el acceso a los recursos naturales y las potenciales nuevas rutas de navegación por el Ártico, que podría facilitar el transporte entre Asia y Europa y acortar los envíos en 15 días. Lanteigne menciona otros dos factores por los que Groenlandia es cada vez más un territorio en pugna. Por un lado, “muchos países, incluidos China y Estados Unidos, están tratando de mejorar sus relaciones con Nuuk en previsión de que Groenlandia finalmente se convierta en un estado independiente”. Y, por el otro, “la geografía de Groenlandia está volviendo a ser importante para Occidente por su valor estratégico, debido a las preocupaciones sobre los submarinos y buques de guerra rusos que operan en lo que se llama el ‘GIUK gap’, es decir, la zona del Atlántico Norte que atraviesa Groenlandia, Islandia y el Reino Unido”. Greenland; Groenlandia; Base aérea de Thule; Avión; mundo Un avión de la NASA en la base aérea norteamericana en Thule – Créditos: @Mario Tama Por ahora, Estados Unidos lleva ventaja en esta disputa, debido a su largo historial con la isla. De hecho, mucho antes de que Trump sugiriera comprarla, ya lo habían considerado o intentado Andrew Johnson en 1867 y Harry Truman en 1946. El desembarco estadounidense en Groenlandia finalmente ocurrió en 1951, junto con la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de la que Dinamarca es parte. Copenhague permitió la construcción de una base aérea estadounidense en Thule, en el noroeste, que actualmente cuenta con sistemas de rastreo espacial y de detección de lanzamientos de misiles, además de tropas. Es la base que visitó Nyborg en la primera temporada de Borgen. “La relación de los groenlandeses con la base es muy ambigua. A menudo se afirma en el debate público que el gobierno de Groenlandia y el danés deberían establecer condiciones más estrictas para su presencia”, menciona Wendel-Hansen, quien vivió en la isla. Ante el creciente interés de las otras potencias, Estados Unidos aumentó su apuesta en los últimos años. En 2018, intervino para que Dinamarca financiara la remodelación de los aeropuertos en Groenlandia y evitar así que una empresa china lo hiciera. En 2020, el gobierno de Trump anunció un paquete de ayuda a la isla ártico de 12,1 millones de dólares, algo que no cayó bien en Copenhague, donde sectores políticos lo tildaron de “provocación” e “insulto”, y que fue celebrado en Nuuk. Ese mismo año, abrió un consulado estadounidense en la capital de la isla para demostrar una mayor presencia.China no oculta su interés en el Ártico y busca, como en otras regiones del mundo, ganar influencia a través de inversiones en infraestructura. Sus empresas están presentes en Groenlandia desde 2008, mientras que su principal proyecto para la explotación de uranio -en Kuannersuit, en el sur- fue cancelado después de la elección del actual gobierno, que centró su campaña en la agenda verde.
“China ha estado buscando invertir en posibles proyectos mineros en Groenlandia, pero hasta ahora se ha avanzado muy poco”, evalúa Lanteigne.
Rusia también aumentó sus actividades económicas y militares en el Ártico, donde tiene una larga costa. Moscú tiene una estructura del Ejército centrada en esta región y bases en el Océano Glacial Ártico, especialmente en el mar de Barents, en la frontera con Noruega. Además, está disputando con Canadá y Groenlandia los derechos sobre una cadena de montañas submarinas de 1721 kilómetros de largo llamada Lomonosov Ridge, que atraviesa el Polo Norte.
Por eso, aunque no esté involucrado directamente, el Ártico no es indiferente a la guerra en Ucrania. “Noruega tiene frontera con Rusia, y Finlandia y Suecia buscan ser miembros de la OTAN como respuesta al conflicto. Si tienen éxito, los intereses árticos de la OTAN aumentarán considerablemente. Incluso antes de que comenzara el conflicto, la Alianza buscó desarrollar una presencia más fuerte como respuesta a la reapertura de las bases árticas de Rusia y al mayor despliegue militar en la costa siberiana”, explica Lanteigne.
El especialista señala que otra consecuencia fue la suspensión del Consejo Ártico, que está actualmente presidido por Rusia y está compuesto por ocho países, entre ellos Estados Unidos. “El futuro de la organización está en duda si las relaciones entre Occidente y Rusia continúan deteriorándose”, dice el académico canadiense y editor de la revista especializada Over the Circle.
Estas pugnas por el Ártico y, especialmente por Groenlandia, plantean algunos interrogantes. ¿Serán las inversiones la vía para la independencia de la isla? ¿Cuán independiente sería, en ese caso, Groenlandia?
“Además de los costos ambientales, existe la preocupación de quién se beneficiará más del desarrollo económico de Groenlandia. ¿Serán los propios groenlandeses o serán las grandes potencias y las corporaciones internacionales? En la actualidad, Nuuk ha hecho hincapié en que Groenlandia no está a la venta, pero que está abierta a los negocios. Dada la pequeña población de la isla, el vasto territorio y el alto nivel de atención internacional, hacer malabarismos con los intereses emergentes nacionales y globales será un gran desafío”, plantea Lanteigne.
“Basado en hechos reales” es una serie de notas que describe el contexto histórico detrás de ficciones internacionales.
Fuente: La Nación