Y no sólo los que figuran en libros y guías – la higuera de doña Paula Albarracín, el pino de San Lorenzo o el naranjo histórico en la iglesia de San Francisco Solano en La Rioja – también hay árboles famosos para el turismo.
1. Alerce Abuelo
Chubut
Emblema del Parque Nacional Los Alerces en Chubut y el más buscado entre los «gigantes». Declara una edad aproximada de 2600 años. Mide 57 metros y 2,8 metros de diámetro.
En mapuche se llama Lahuan, que quiere decir abuelo. Es la segunda especie vegetal más longeva y se estima que esta característica radica en que está ubicado en un territorio húmedo de difícil acceso.
Para llegar hay que ir en auto o un transporte de una agencia hasta la pasarela del Río Arrayanes que se cruza por un puente colgante. Después de una caminata de aproximadamente media hora, se llega a Puerto Chucao desde donde salen las embarcaciones que cruzan el lago Menéndez hasta Puerto Sagrario. Allí empieza el Circuito de Selva Fría donde está el Abuelo.
En 2017, el circuito renovó sus pasarelas con tecnología de rejillas galvanizadas y en altura. Este sistema logra reducir el impacto del hombre y minimizar el desgaste producido en el suelo, que con el tiempo dejaba al descubierto las raíces de los árboles poniendo en riesgo su preservación. El circuito tiene la particularidad de las personas con movilidad reducida pueden llegar hasta el Lahuan.
2. Algarrobo de Ischilín
Córdoba
Éste árbol ubicado en el centro de la plaza de la localidad cordobesa de Ischilín es casi tan famoso como la iglesia del pueblo, Nuestra Señora del Rosario, construida en 1706.
Se estima que el algarrobo, declarado Monumento Histórico Nacional, tiene alrededor de 700 años de vida. Fue testigo del momento en el que le advirtieron a Facundo Quiroga que podía sufrir una emboscada, la cual tuvo lugar a 80 km de allí, el 16 de febrero de 1835, en Barranca Yaco.
El pueblo se conserva casi como hace 400 años gracias al trabajo de Carlos Fader, nieto del pintor Fernando Fader, quien vivió a 4 km del Ischilín. Carlos se ocupó de reciclar rancho por rancho a lo largo de 20 años, entre 1998 y 2018.
3. Ciprés de Paimún
Neuquén
La fachada de la Capilla de María Auxiliadora de Paimún, al pie del volcán Lanín, sobre la costa del lago Paimún, no sería lo mismo sin el árbol de forma rara que la enmarca. Se trata de un Cupressus sempervirens, también llamado ciprés común o mediterráneo. Éstos son árboles de hoja perenne, crecen longilíneos y suelen verse en cementerios.
Puede llegar a ser muy longevos – existen ejemplares de más de 1000 años -. En algunas áreas, se conoce con el nombre de «ciprés italiano», ya que la especie es muy común en Italia, aunque no es originario de allí.
La pequeña capilla, tiene un campanario revestido en pizarra y una cúpula típicamente rusa y «acebollada». Fue diseñada por un capellán de la Gendarmería, Raúl Sidders, en lo que fue una caballeriza de esa fuerza que custodiaba el paso fronterizo de Villarrica. Esta extraña joya conjuga elementos diversos: tallas austríacas de madera policromada, un vitreaux en el techo que parece inspirado en El señor de los Anillos, las cúpulas que representan las dos ramas principales de la Iglesia Católica -Occidental y Oriental- y un altar de ciprés patagónico, hecho con el fuste de un solo árbol.
4. Molle de Molinos
Salta
Este antiguo molle está en el centro del patio de la Hacienda de Molinos, una casona del siglo XVII que desde en 1984 funciona como hotel, y es el eje de la vida pública de esa grata hostería. Bajo sus ramas se organizan las mesas del restaurante y a él dan las habitaciones que están organizadas a lo largo de una galería. La hacienda fue la última vivienda de Don Nicolás Severo de Isasmendi y Echalar, último gobernador realista que dependía del rey de España. Frente a la Hacienda en torno a la que creció el pueblo está la capilla, que supo ser el oratorio familiar.
5. Árbol Bandera de Ushuaia
Tierra del Fuego
En Tierra del Fuego se denomina árbol bandera a los ejemplares de lengas, ñires, coihues y otras especies que crecen con sus copas, y en algunos casos también sus ramas y hasta los troncos, ladeados por acción de los vientos que soplan del Oeste y que se originan en el Océano Pacífico.
Como terminan teniendo toda su expansión hacia un costado, su follaje semeja la tela de una bandera que flamea y de ahí el nombre. En algunos casos la fuerza del viento es tal que las ramas terminan apoyadas en el suelo, como sucede con el árbol más representativo: es el que se encuentra ubicado camino a Puerto Almanza, sobre la ruta provincial J, a aproximadamente una hora y media de viaje desde Ushuaia.
El más fotografiado de los árboles bandera de la provincia de Tierra del Fuego es un guindo (Nothofagus betuloides), todo un símbolo del arrollador poder de la naturaleza.
Fuente: La Nación