Después de dos meses sin actividad, los teatros porteños volvieron a funcionar, en lo que puede ser considerada, desde el inicio de la pandemia, la segunda reapertura en el último año y medio.
Los cines también reabrieron, siguiendo una serie de medidas y protocolos para evitar contagios. Algunos requisitos para cines: aforo del 30%, distancia entre butacas, desinfección de salas, funciones espaciadas, barbijo obligatorio.
Se pueden ver 12 películas, una de ellas es un reestreno, y las que más se destacan en aspiraciones de taquilla son Cruella,y El conjuro 3: el diablo me obligó a hacerlo.
En el teatro las reglas de juego imtica pusieron también un aforo reducido al 30%. Luis Brandoni, Moria Casán, Soledad Silveyra y Mauricio Dayub son algunos de los pocos nombres del regreso. Es que la noticia llegó medio de apuro, sin previo aviso, y por eso el neo-comienzo de la actividad es más parecido a una postal del encierro que a la vieja normalidad previa al confinamiento.
El frío y algún otro etcétera, conspiraron contra las ansias de volver a tener por delante la artíspresencialidad de los actores.
Lo cierto es que hubo tiempo de poner en caja todo lo que hiciera falta para que El acompañamiento, con Luis Brandoni y David Di Napoli (Multiteatro Comafi) retomara sus funciones.
También El equilibrista, el casi clásico de Mauricio Dayub (Chacarerean), y Casa matriz, en el Picadilly, entre otras pocas obras.
En la puerta del Multiteatro, Corrientes al 1200, Carlos Rottemberg, a cargo del complejo, se mostraba prudente. “Esto es lo que hay…”, dijo haciéndose cargo de que la pieza con Brandoni, había vendido sólo 25 localidades.
“El aforo, por ahora, es del 30%. La semana que viene cambia al 50. El 13 de noviembre, cuando se hizo la primera reapertura, habíamos vendido sólo cuatro entradas. Abrir –continuó Rottenberg- es más costoso que tener el teatro cerrado. Pero esto es como el Juego de la Oca: retrocedimos casilleros y lo que habíamos recuperado, lo perdimos”.
Le preguntamos nombre y apellido a una señora que espera y Hersilia Saracho nos habla de la importancia que tiene el teatro en su vida. Abrigada es poco, invita a pensar en sus síntomas de abstinencia. Dice cosas como: “Tenía que venir” o “ni siquiera me importó cuánto tuve que pagar la entrada”.
Rottemberg, productor y presidente de AADET (Asociación Argentina de Empresarios Teatrales), es el empresario que cuando arrancó la pandemia colgó un cartel que, de alguna manera, anunciaba un histórico cierre de la calle Corrientes.
Tapando las marquesinas, una sábana fantasmagórica cubría las piezas que debían estar en cartel en el Multiteatro Comafi. “Bajemos el telón para cuidarnos. Habrá tiempo para volver al teatro”.
A las ocho y pico de la noche, Corrientes es un desierto. “Esto va a tardar dos años más en volver a ser lo que fue. El aforo lo decide el público”, dice Rottemberg.
Volvía la movida al Centro Cultural San Martín, con Cuántas son muchas, una obra con dirección de Valeria Lorca sobre los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, México.
Carolina Ortú, prensa del Centro cultural, estaba bastante satisfecha con las 50 entradas vendidas. “51”. Claro que el precio de $ 350, equivalente a media grande de muzzarella, debe ayudar. “Cincuenta sobre 80 localidades permitidas, es casi la sala llena”.
Fuente: Clarín