El Upper East Side es la zona Gossip Girl por excelencia de Manhattan. Allí están los colegios más tradicionales de niñas y de varones (aunque éstos últimos solo suelen llegar hasta los primeros años de la secundaria, ya que luego se sigue enviando a los chicos pupilos a Nueva Inglaterra). Están los edificios solemnes de Park Avenue, con sus porteros de guante blanco y trajes con charreteras; los museos sobre la Quinta Avenida; el local flagship de Ralph Lauren… Pocos lo describirían como el lugar natural para un “restaurant-slash-late night hotspot”, como lo titularon los medios, un establecimiento de avanzada ultra cool –y de comida de inspiración argentina– para perderse hasta altas horas de la noche.
Pero la nueva versión del restaurante Casa Cruz, nacido hace años en Palermo Viejo y que luego se trasladó a Londres, donde lo frecuentaban figuras como Elton John, el príncipe Harry, Kate Moss, Victoria Beckham, Mick Jagger o Madonna, no solo acaba de ser inaugurado en un nuevo local en la híper burguesa calle 61, entre las boutiques de Madison Avenue y los porteros de Park Av. Lejos de ser un sótano de ambientación alternativa –o un mero pop up, como fue en una primera y breve incursión en la Gran Manzana, años atrás en Tribeca–, este flamante Casa Cruz ocupa toda una venerable mansión de seis pisos estilo Beaux-Arts.
“Es que soy un poco un contrera –reconoce Juan Santa Cruz, el ex hombre de las finanzas que se forjó como restaurateur en Buenos Aires–. Por otro lado, todos mis amigos neoyorquinos que crecieron aquí y que se habían mudado en masa al downtown o a Brooklyn estaban empezando a volver, y cuando arrancamos con el proyecto no había mucho para hacer en este barrio”. La apuesta parece haber sido más que acertada. Pocos días antes de su inauguración en plena Semana de la Moda de Nueva York –de smoking estricto para los hombres, y donde asistieron desde celebrities como Heidi Klum y Sienna Miller a lo más rancio y bajo perfil de la sociedad de Nueva York y Southampton– la revista Vogue ya había dictaminado: “Casa Cruz está a punto de ser el restaurante más glamoroso de Nueva York”.
Al minuto que se enteró de la existencia del proyecto, The Wall Street Journal hizo una gran nota titulada: “El trozo de vida nocturna londinense con más onda llega al Upper East Side” (sí, se volvió un lugar común en los medios resaltar con incredulidad la ubicación).
La ambientación es, en un primer vistazo, muy neoyorquina. Después de todo, lo que cuelgan en las paredes son obras de artistas tan emblemáticos como Andy Warhol, David Hockney o Keith Haring. Pero hay sorpresas. Si se abre la puerta del baño, uno se encuentra rodeado de un mural que representa al Cerro de los Siete colores en Jujuy. “La idea fue de Charlotte”, aclara Santa Cruz respecto a su principal socia, Charlotte Santo Domingo, y él agregó en otro baño el Desierto de Atacama de su Chile natal.
La visita de LA NACION revista es un lunes a media tarde, pero todavía hay mucha gente terminando un almuerzo en lo que parecerían horarios deliciosamente latinos. Otros recorren las instalaciones con amigos y enorme entusiasmo. Santa Cruz compró el edificio (“¡fue un cheque!”, reconoce), para tener más independencia y poder proyectar a futuro en lo que califica como su “legacy work”, o gran legado, aunque es una movida inusual, y muy arriesgada, en el mercado inmobiliario comercial de por aquí. Pero Santa Cruz lo hizo con un as en la manga que era un modelo de negocio que ya había probado en Londres. Aunque Casa Cruz no es un club privado, consiguió un grupo grande de inversores originales a los que dio acceso a un par de pisos solo para ellos y sus invitados, a los se puede acceder con ascensor privado. “El resultado es que todos se sienten involucrados en que el proyecto sea un éxito. Son los principales promotores que tenemos, porque les encanta decir a los amigos vení que te invito a mi restaurante”, confiesa.
Más que parrilla
El menú de Casa Cruz fue descrito como “Positano-meets-Pampas”, o una cruza entre nuestra cocina y la de la costa amalfitana. “Tuve la idea de llevar Casa Cruz a Londres cuando ví que los restaurantes argentinos allí eran básicamente parrillas cuando podemos ofrecer algo con giros más sofisticados”, subraya. Ain así, aclara que los platos más populares suelen estar basados en clásicos, sobre todo las carnes, pero extraordinariamente bien hechos, y ese es el modelo que está trayendo a la sucursal de Nueva York. “Fue increíblemente popular cuando introdujimos la humita en Londres –recuerda–. Después todos los restaurantes de lujo ahí se copiaron, pero con versiones demasiado cremosas por ejemplo. La nuestra era impecable. Yo acá en Nueva York entrené a todos para que, si viene un porteño y pide, digamos, un coloradito, le sirvan el mejor que jamás probaron”. O, al menos, perfectamente a la par del que tomaría en su bar preferido de Buenos Aires, ciudad donde Santa Cruz mantiene, todavía su departamento.
El original Casa Cruz palermitano abrió sus puertas por primera vez en 2004, y estaba ubicado en la calle Uriarte. En 2014 tuvo una remodelación y finalmente cerró tiempo después. Pero los proyectos de Santa Cruz se trasladaron entonces al exterior.
“No pierdo las esperanzas de reabrir Casa Cruz en Buenos Aires, y ahora que voy a estar en Nueva York voy a pasar mucho más tiempo en la Argentina, aprovechando que es tanto más fácil volar allí que desde Londres”, aclara.
Mientras tanto, ¿qué tal sale el Fernet con Coca en Casa Cruz Nueva York? “Bueno, todavía no nos lo pidieron nunca y no lo tenemos tan practicado”, sonríe Santa Cruz. Pero, claro, solo acaban de inaugurar.
Fuente: Juana Libedinsky, La Nación