1- Pinamar. Las huellas de Testa
Pinamar, Ostende y Cariló son como catálogos de arquitectura al aire libre en medio de los pinares. Casi todos los estilos están -mal o bien- representados. Y entre ellos sobresalen los edificios que diseñó Clorindo Testa, uno de los principales arquitectos argentinos del siglo XX. Uno es el complejo Altera, que nació como galería de arte y salón de té en 1997. La construcción dio mucho que hablar y fue publicada en numerosas ocasiones en libros y revistas de arquitectura. Testa incluso llevó este proyecto en el 2000 a la Bienal de Arquitectura en Venecia. Pinamar tenía una particular relevancia para él y disfrutó de una casa de verano en ese balneario. Se la conoce como la Capotesta, una construcción que eleva sus volúmenes pintados de azul por encima de los pinos. La tercera unidad que se le debe en la región es La Tumbona, una de las casas más llamativas de Ostende. Está sobre las arenas de la playa, levantada sobre pilotes. Los días de grandes mareas el agua llega hasta por debajo de la construcción.Es posible hospedarse en La Tumbona, que está en alquiler en la plataforma Airbnb. En cuanto a Altera, queda en Martín Pescador 1485 Actualmente el complejo combina arte y glamping y alquila casas establecidas dentro de contenedores en medio del bosque y en torno de una pileta.
2- La Plata. El legado de Le Corbusier
El arquitecto suizo Le Corbusier dejó una obra modernista conocida en particular por sus «unidades de habitación», que aportaban una respuesta a la falta de alojamiento generada en Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Había desarrollado este concepto varios años antes y lo puso en práctica en la Cité Radieuse de Marsella y otros sitios de Francia y Alemania. Su obra llegó también al país, aunque Le Corbusier no dirigió en persona el único proyecto que lleva su firma en América latina, que es en realidad una casa construida en base a sus planos. Se la encargó un médico de La Plata, Pedro Curutchet, en los años 40. Le pidió separar claramente su consultorio de la vivienda familiar, aunque compartían el mismo edificio. Algunos principios arquitectónicos de Jeanneret-Gris (su verdadero apellido) están presentes en esa casa, que forma parte del Patrimonio Mundial y está abierta a las visitas: pilotes, fachada libre, continuidad espacial entre el exterior y el interior y techo parquizado. Un árbol fue integrado a la construcción y creció dentro de un hueco para que su follaje formara parte del jardín sobre la terraza de la casa.Está en la Avenida 53, 320, en el centro de La Plata. Abre de 10 a 17 de martes a domingos. Cierra los lunes y feriados. La entrada cuesta $ 150 por adulto.
3- Rosario. Mansión neocolonial
Hace una docena de años las miradas de los profesionales se volcaron hacia Rosario, donde se inauguraba la Residencia FyF diseñada por Marcelo Spina y Georgina Huljich en una urbanización cercana al centro. El patrimonio arquitectónico de la ciudad ganó así un nuevo hito que se sumó al Monumento a la Bandera y los edificios clásicos del centro. Una de sus casas más emblemáticas es la Fracassi, diseñada en la década de 1920 por Ángel Guido, el mismo arquitecto autor del complejo que homenajea a la bandera nacional, a orillas del Paraná. Su hermano, el pintor Alfredo Guido, decoró el interior con un enorme mural. En las habitaciones hay muebles y piezas de arte, como obras del escultor Luis Rovatti. Esta casa tiene un estilo distinto a las grandes corrientes del siglo XX y mezcla varias tendencias bajo una impronta neocolonial. La casa Fracassi es en la actualidad un centro cultural a cargo de los nietos del propietario original de la mansión, el psiquiatra rosario Teodoro Fracassi.Está en San Luis 1384, a pasos de la esquina con Corrientes. Se organizan regularmente visitas guiadas, que duran varias horas. Es una actividad gratuita. Los cupos son limitados y se ingresa por orden de llegada hasta completar el grupo. facebook.com casamuseofracassi
4- Córdoba. Un chalet montañés
Se trata de una construcción muy sencilla, en comparación con las demás de esta selección, que perteneció al músico Manuel de Falla. Este chalet de inspiración montañesa fue construido para combinar con el paisaje de colinas al pie de las Sierras Chicas cordobesas. Alta Gracia tiene un importante patrimonio arquitectónico, sobre todo el conjunto jesuítico formado por la iglesia y la casa del Virrey Liniers, el Tajamar y la torre del reloj público. También están la casa de la familia Guevara y el Sierra Hotel. El Chalet de los Espinillos queda en la parte alta del barrio de Villa Pellegrini. Fue construido a mediados de los años 20 y su primer propietario fue Ángel Gallardo, mientras era ministro de Relaciones Exteriores. El compositor español pasó los últimos años de su vida en aquella casa, entre fines de 1942 y 1946. La Guerra Civil, la muerte de algunos amigos como García Lorca y el estallido de la Segunda Guerra Mundial habían impulsado al autor del Amor Brujo a emigrar a la Argentina a partir de 1939 e instalarse en Alta Gracia en busca de un clima más benévolo para su frágil estado de salud.La casa es museo desde 1970. En sus salas se muestran objetos personales y documentos del músico. También muebles, vestimenta y, claro, instrumentos. Se recomienda comprar un pase que incluye otros museos de la ciudad. Abre por la tarde los lunes (de 14 a 18.45 ) y a partir de las 9 de martes a domingos.
5- Mar del Plata. La Casa del Puente
Fue una de las mayores realizaciones arquitectónicas del siglo XX para una vivienda en la Argentina y la diseñó el arquitecto Amancio Williams para sus padres. Sus líneas hacen pensar en las obras de Le Corbusier y de hecho Williams fue el único interlocutor que el suizo tuvo en el país. Esta singular casa es un puente por encima del arroyo Las Chacras, dentro de un bosque. Aunque no esté muy lejos del centro de Mar del Plata, es poco frecuentada, una isla de paz y sosiego al costado de las playas más concurridas del país. Su nombre oficial es la Casa sobre el Arroyo, pero se la conoce como la Casa del Puente porque, cuando el músico Alberto Williams y su esposa fallecieron, fue ocupada un tiempo por una emisora AM en los años 70. El lema de la radio era «desde la Casa del Puente, un puente hasta su casa». El edificio forma un conjunto arquitectónico, paisajístico y cultural único en el país. Su diseño es modernista y es evidente la filiación con las realizaciones de Le Corbusier. El edificio fue saqueado, degradado y hasta quemado a partir de los años 90, cuando falleció el último dueño. Es actualmente un museo, aunque solo se exhiben fotos del tiempo de los Williams y aún no se hicieron obras de refacción. Está en Quintana 3998. Abre de 9 a 13, salvo los domingos. El predio está cerrado los días de lluvia o de mucho viento, por razones de seguridad. La entrada cuesta $ 25.
Fuente: Pierre Dumas – La Nación