El control remoto no aparece, metido entre las sábanas desconfía de mi decisión, «dejala un rato más» parece decirme, si está buena, «Siga el baile”, la canción final de la película “Luna de Avellaneda “, que acaba de terminar.
Pero, en fin, la letra del candombe «Siga, Siga, Siga el baile, al compás del tamboril” me pone un poco triste, me hace acordar que nada cambia, que el baile no termina nunca y nuestra “luna de Argentina” no cesa de oscurecer.
Son las once de la noche del domingo y la película de Campanella me hizo reír pero también llorar de emoción, como la mismísima Magdalena, o así decía mi abuela: «Gabriela deja de llorar como una Magdalena, querés!” y yo no sabía de qué me hablaba… después me enteré.
Mi abuela era una mujer del conurbano, de familia italiana, algo así como los personajes de esa luna brillante, bailando al compás del tamboril, que Campanella nos hizo adorar en sus 120 minutos de película.
Una película que fue escrita en un bar, en el Hipopótamo si mal no recuerdo, tal como me comentó la dueña de ese notable de la ciudad de Buenos aires; Juan José era habitué del lugar y escribía asiduamente en él.
Está ubicado frente al Parque Lezama, donde el cineasta seguramente se inspiró para escribir la obra de teatro que lleva el nombre del parque lindero entre San Telmo, La Boca y Barracas. O en algún otro café, en alguno de los tantos que seguramente inspiraron muchas de sus obras, de sus maravillosas películas… y no me importa a quién votó Campanella… no me importa para nada, aunque parece que en estos tiempos es necesario aclararlo.
Lo que sí me interesa, es que Juan José ha escrito en bares de nuestra ciudad, que ha retratado con maestría, con talento, con tremendo arte, nuestra idiosincrasia, nuestro ser argentino, nuestra gente de barrio y de bares, de los 100 que habrá visto (pienso yo ya que así ha nombrado a su productora, 100 bares). De esos cien ya deben quedar unos cuantos menos, seguramente.
Al igual que en Luna de Avellaneda, muchas cosas buenas van desapareciendo y ya sabemos porque, “porque las políticas públicas, porque el curro, porque la situación económica” y porque en lugar del bar de barrio pusieron un lugar “moderno” o una cadena de franquicias, pero parece que nunca aprendemos nada.
En el barrio de Nuñez, hay un bar que se llama “La Escuela”, está frente a lo que fue la cancha de platense y también de una escuela, pero cuando recién llegamos no sabemos bien si se llama así por eso o porque en lugares como este uno siempre debería aprender algo.
Voy seguido a este Bar, es el bar de mi barrio; detrás de la barra está Quique, un genio que te recibe como si te conociera de siempre, alguien que te hace sentir parte del lugar y parece de esos “tipos“ que nunca te va a dejar en banda.
El primer día que fuí, Quique empezó a contarme la historia del bar, como si se tratara de una película de Juan José Campanella. Me contó los vaivenes económicos, como se fundó, cosas de su familia, como venía la situación últimamente… y obvio que la verdad es: mal.
Entre café y café, un día, hace poco, le pedí a Quique que me diera una entrevista, es mi celebridad del barrio, como lo es Dalma para el club de la luna, la nena de la película de Campanella, la que vive en la villa y a la que Román (el personaje de Ricardo Darín) va a buscar para que baile danza clásica, sin pagar la cuota. La nena que le “hace el aguante” a Román y lo mira al HDP político corrupto (el personaje de Fanego, rival de Darín), lo mira fijo a los ojos y no deja de mirarlo, aunque este le diga “que miras nena!”, mientras en la asamblea de socios se decide si se vende el club para poner un casino o sigue brillando la luna en ese lugar.
La historia para los que vieron la película vuelve a empezar cuando termina, como cuando dejás de escribir en un bar como La Escuela y alguien se sienta y te empieza a hablar… Todo puede pasar.
Aquí les dejo mi nota y les recomiendo que se den una vuelta por ese pintoresco bar, el de Quique, Bar La Escuela, en la calle Manuela Pedraza 2803, del barrio de Nuñez, barrio que supo ser cuna del porteño Roberto “Polaco” Goyeneche y donde está este café/bodegón en el que hoy Quique nos recibe, con amabilidad, a todos nosotros.
P -Hola Quique, cómo estás?, gracias por recibirnos
Lo primero que quiero preguntarte es ¿Qué es para vos el Bar la Escuela, que ya tiene muchos años y es emblemático de esta esquina de Núñez, con grandes anécdotas… contanos algo de la historia del Bar La Escuela, por favor
E- El Bar es parte de mi vida, todo mi día desde que me levanto hasta que me acuesto tengo el ochenta por ciento de mi día puesto en el bar; lo puso mi papá en el 88, durante la crisis del gobierno de Alfonsín, abrió el bar y lamentablemente al año falleció. Ahí yo dejé los estudios, a los 16 años, cuando mi papa murió… y me quedé fijo en el bar trabajando… no estudié más, no pude terminar la secundaria. Es como que me crié desde los 15 años en el bar, con un impás cuando tuve que hacer otro trabajo y después volví. Bueno, la impronta del bar se la dio mi papá, que era la impronta de los bares de esa época (año 1988). Es una impronta porteña de bar propiamente dicho, no es una confitería, es un BAR, ameno, humilde, con códigos de barrio: La gente charla de mesa en mesa.
A pesar de que todo cambió yo nunca quise aggiornarlo, mi idea es mantenerlo como está. Este estilo de bares está en extinción, pero yo quiero conservarlo así. No quiero que se pierda, entonces mi tarea fundamental es no modernizarlo. En contra de la corriente, voy en contra de la corriente…(ríe), no quiero modernizarlo; al contrario, todos los días voy encontrando artículos, cosas viejas de la época y las traigo al bar.
P -Quique, algo que me gustaría saber es que personas destacadas de la cultura pasaron por el bar, así como Rodrigo de la Serna con su banda Yotivenco, y qué proyectos tenés para el futuro en este sentido, en el ámbito cultural..
E- Rodrigo de La Serna vino en el año 2001 a filmar un capítulo de OKUPAS, la serie, un minuto y pico de serie está grabado en el bar… después no lo vimos más hasta que en 2017 un conocido en común, de Rodrigo y mío, que es guitarrista, en una charla me comentó que él tocaba en el grupo de De la Serna, y yo le dije “Decile si se acuerda de esa vez cuando filmaron Okupas”, se acordó todo… bueno, a partir de ahí hizo dos funciones en mi bar, acá en Bar La Escuela. Una función con mucho público y después otra vez hizo una movida de prensa, me pidió el bar para invitar a la prensa, bueno a Rodrigo le gustó el estilo del Bar porque tiene que ver mucho con el estilo del tango. De gente ilustre que haya venido, que yo recuerde… bueno ha venido PAPPO, el mismísimo Roberto PAPPO Napolitano, el músico, porque a una cuadra teníamos la distribuidora discográfica Belgrano Norte, que hacía sus discos. También vinieron Paolo el roquero, Manolo Galván, el hijo del Polaco Goyeneche que era del barrio, somos amigos, somos así como familia.
Para el futuro tengo una meta que de a poquito voy cumpliendo; tengo la meta de que mi bar se proyecte como un lugar cultural, que se difunda música y cultura. Aparte de todo lo que tiene que ver con un bar, quiero hacer eventos culturales. Por ejemplo, un homenaje al Polaco Goyeneche, me gustaría, o que vengan a tocar artistas callejeros o bandas a las que no les dan lugar en otros sitios. Porque hay muchas bandas que quieren tocar y no tienen espacios, bandas que no están en el circuito comercial o que no pueden acceder. Ser un espacio para que alguna banda pueda arrancar, tocando con público y que puedan hacer una «moneda» también, facilitarles un poco lo que es tocar delante de la gente… y, por eso, de a poco estamos haciendo cenas shows, pero me gustaría ir armándolo mejor, de a poco.
Con el tema turismo, estoy lejos de eso, porque no estoy en el circuito (Palermo – San Telmo – Almagro), pero cada tanto tenemos algunos turistas que han venido y que se enamoran del lugar, aunque es muy esporádico.
P-Quique, ¿sentís que de algún modo tu bar le da al barrio algo de lo porteño, algo de lo que necesita la ciudad para seguir manteniendo su identidad?
E- Si siento que el bar representa un poco lo porteño, algo propio de Buenos Aires, a pesar de que el barrio cambió mucho y se pierde la identidad barrial. En cuanto a lo gastronómico, por ejemplo, hoy es todo confiterías, restaurantes modernos y este estilo de lugar, como el Bar La Escuela, se está perdiendo.
Creo que, de todos modos, a un grupo de gente que le gusta este estilo gastronómico, esta propuesta, los representa y les gusta: El tema de “vermouthsito”, por ejemplo, les gusta. El cafecito a la mañana, leyendo el diario en papel. No toda la modernidad de confitería de cadena, si siento que alguna parte del barrio la representamos y es un lugar muy típico de lo porteño.
P- ¿Te parece que podrían darte una mano con el tema del turismo desde las políticas públicas?
E- Con respecto al turismo, como te decía antes, yo no estoy en la lista de bares para que recorra el turista. No estoy en la lista, porque todavía no soy Bar Notable. En diciembre del 2023 nos votaron como Bar Notable en la Legislatura Porteña, en la gestión de Rodríguez Larreta. Pero aún no me ha llegado la notificación correspondiente como para poder publicar que soy Bar Notable y que me pongan en la página del Gobierno de la Ciudad, todavía no sucedió, viene lento, no es un reclamo, pero el gobierno no me está ayudando con el tema de atraer al turismo al bar…
P -Como siempre Quique, la seguís peleando!
E -La seguimos peleando…