Sin las luces de los casinos y la noche posadas sobre Las Vegas, eso sería años después, ni los petrodólares de la Península Arábiga y sus construcciones faraónicas de hoy, en 1919 el “Pennsylvania Hotel” era, con sus 2200 habitaciones y baños, la construcción más imponente en una Nueva York que empezaba a jugar apuestas para rascar el cielo con edificios.
“El hotel más grande del mundo abre hoy”, tituló el NY Times el 25 de enero de ese año, cuando la posguerra monopolizaba la tapa los diarios.
En su crónica, destaca que por primera vez un alojamiento incluía un placar ─“el servidor”─ para que huéspedes ponga sus zapatos para que sean lustrados o ropa para tenerla planchada, sin llamar al botones. “Se dice que su lobby es el más grande de cualquier hotel en el mundo”, cuenta esa nota.
La crónica del hotel más grande del mundo que se inauguró el 25 de enero de 2019.
Por esa entrada, en la 7ma frente al Madison Square Garden, entre 32 y 33, pasaron miles de argentinos. En 2015, ya era un hotel feo, pero barato y bien ubicado, al que se podía llegar en subte desde el aeropuerto. Eso hacía que se viralizara con el algoritmo del boca en boca.
Los “che” y los “boludo” se escuchaban apenas uno pisaba ese lobby. Los mates y camisetas de fútbol pululaban por esos pasillos laberínticos, que parecían sacados de una escena de El Resplandor, de Kubrick.
Ese mítico lugar, cuyo teléfono 6-5000 ─el más viejo de Manhattan─ hasta tiene una canción, de Glenn Miller, será demolido por la pandemia. Parte de la historia de muchos que pasamos por ahí, también.
Fuente: Clarín