Un árbol puede dejar ver un bosque. Este, por ejemplo. Parece una nube, hecha de hojas lustrosas que despliegan una paleta de verdes intensos. Mullida y compacta, de cuento.
Sin embargo, hace casi 144 años que esta magnolia vive en (la actual) avenida Berro, a metros de la entrada al Jardín Japonés, en Palermo, y 73 desde que fue declarada «histórica». Es decir, ofrece más que una postal preciosa a horas del Día de la Primavera. Más para recordar.
De hecho, esta magnolia fue símbolo de la inauguración del Parque que conocemos como «bosques de Palermo«, el 3 de Febrero. La plantaron el11 de noviembre de 1875, en el acto de apertura, ante más de 30.000 personas. Y, según investigó el historiador Daniel Balmaceda y contó Clarínacá, dejó expuesta públicamente una pelea entre Sarmiento y el entonces presidenteNicolás Avellaneda.
Histórica. La magnolia de Avellaneda fue plantada para la inauguración del bosque de Palermo, desde dentro del Jardín Japonés. Foto: Maxi Failla
Cartel. Sintetiza la historia de la magnolia de Avellaneda. Foto: Maxi Failla
La idea de crear un Parque en los ex terrenos de Juan Manuel deRosas apareció cuando Sarmiento era presidente y él quería plantar un arrayán.Pero las obras se retrasaron y la apertura pasó a la gestión de Avellaneda, su sucesor en el cargo, quien pensaba que la magnolia representaba rasgos americanos. Escribió: “Con su blanca flor salvaje que pueblos numerosos de América enredaban en el suelto cabello de sus jóvenes mujeres como símbolo de pureza…”.
Sarmiento decía: “La magnolia desaparecerá en poco tiempo. Necesitamos un árbol perdurable”. E igual sembró el arrayán, que se secó hace unos años.
Forzudo. Una escultura que representa a Atlas sostiene el gran gomero de Recoleta. Foto: Maxi Failla
Llegó el día. En la inauguración del Parque, rodeado por la gente y más allá, unos 1.500 carruajes, Sarmiento le dijo a Avellaneda:
-Os ruego que plante un… arbolillo en conmemoración de este día.
–Queda plantado por mis manos un… ¡árbol! –respondió el entonces presidente Avellaneda.
Dos magnolias. Están en el patio de la Escuela Rawson. Viven ahí desde el siglo XVIII. Foto: Maxi Failla
Ceibo de Plaza Lavalle. Fue plantado en 1878. Se debilitó y debieron apuntalarlo. Foto: Maxi Failla
En total, existen en la Ciudad 446 árboles protegidos por sus valores históricos, como este, y botánicos, según indicaron a Clarín desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público local. Y hay 302 inventariados, es decir, propuestos para obtener un tratamiento similar.
“Los históricos abarcan originales y retoños unidos a hechos y personalidades destacables y los notables sobresalen, también, por edad y porte, entre otras características ”, precisaron las mismas fuentes.
Aguaribay del Perito Moreno. Se cree que fue plantado en 1872. Está dentro del Instituto Bernasconi, en Parque Patricios. Foto: Gentileza GCBA
En esta nota GPS van algunos de los árboles más añosos de Capital. Una selección necesariamente arbitraria, salvo porque todos ofrecen la espesura de un bosque para ahondar.
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Los 7 elegidos:
1) Gomero de Recoleta. Es una celebridad de la Ciudad, de una especie oriunda de la India. Para algunos investigadores, lo plantaron los Padres Recoletos -de ellos viene el nombre del barrio- y para otros, el fray Francisco de Altolaguirre se lo regaló en el siglo XVIII a su hermano Martín José de Altolaguirre, quien tenía una quinta en la zona y solía «experimentar» con cultivos. Hay otras hipótesis que apuntan a las casonas alejadas del centro, en aquel siglo, cuando este coqueto barrio era orillero, campo y campo, ni siquiera arrabal.
Lo cierto es que, técnicamente, se trata de un árbol notable. Se encuentra frente al café La Biela, otro imán para turistas. Más información, acá.
Tango. Bajo el gomero de Recoleta, parte de un paseo clásico de la Ciudad de Buenos Aires. Foto: Maxi Failla
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Al escultor Joaquín Arbiza, de Uruguay, se le ocurrió ayudar al gomero de Recoleta a soportar el peso de la historia. Y en 2014 creó «Atlas«, una figura de 300 kilos, que sostiene una de sus ramas mayores. Usó partes de autos de antiguos autos para crearlo. Vale la pena hacerle zoom a la obra: se ven pistas sobre esas fuentes del material y aparecen las marcas del esfuerzo, nítidas, sobre su piel de metal.
Monumentales. El gomero y «Atlas», en Recoleta. Foto: Maxi Failla
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2) Ceibo de Plaza Lavalle. Lo mandó a plantar en 1878 Torcuato de Alvear. Fue el 16 de septiembre, cuando por ordenanza municipal, la hasta entonces Plaza del Parque, pasó a llamarse Plaza Lavalle. ¿Por qué debió ser apuntalado? «A lo largo de los años padeció prácticas anticuadas, que han producido una pérdida progresiva de la madera del interior del fuste», señalaron desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público. Y agregaron: «De todos modos, se desconocen los motivos de su inclinación pero se observa en ese estado en fotografías de mitad del siglo XX. Y, a pesar de todo, florece cada verano. El sistema de apuntalamiento actual fue diseñado para ofrecer soporte mecánico acorde para el riego».
141. Los años que tiene el ceibo de Plaza Lavalle. Fuentes oficiales dicen que se empezó a inclinar a mitad del siglo XX. Foto: Maxi Failla
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3) Algarrobo de Pueyrredón. Se trata de un retoño del de la Quinta de Pueyrredón de San Isidro, que crece en la Plaza Pueyrredón de Flores desde 1966. Se cuenta que bajo la copa de su ancestro, San Martín y Juan Martín de Pueyrredón hablaron sobre las campañas libertadoras. La Plaza está sobre Rivadavia al 6.900, entre Yerbal, Fray Rodríguez y Artigas.
Retoño. Del algarrobo de la Quinta de Pueyrredón en Plaza Flores. Foto: Maxi Failla
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4) Magnolia de Avellaneda. La sembró en 1875 el ex presidente Nicolás Avellaneda en la apertura de los bosques de Palermo, durante el que hubo “roces” con Sarmiento, quien quería plantar otra especie: un arrayán. En Berro, a metros de la entrada al Jardín Japonés, Palermo.
Nube verde. La magnolia de Avellaneda, en Berro, a metros del ingreso al Jardín Japonés. / Maxi Failla
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5) Las 2 Magnolias. Son lo único que queda en ese lugar del siglo XVIII, cuando vivían integrantes de la orden religiosa de los betlemitas. Desde Turismo de la Ciudad indicaron que en el virreinato funcionó en ese espacio el Protomedicato -que regulaba la medicina- y entre 1858 y 1887, la escuela pionera de esa disciplina en Buenos Aires. Se conservan en uno de los patios de la Escuela Rawson, ubicada en Humberto Primo 343.
Magnolias del Protomedicato. En Humberto Primo 343, en uno de los patios de la Escuela Rawson. Foto: Maxi Failla
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6) De Artigas. Este ejemplar de Ibirá Pitá es un retoño del árbol que José Artigas plantó durante su exilio en Asunción de Paraguay. Está en la Plaza 25 de Agosto. La plaza fue bautizada así porque ese día de 1825 lo que sería Uruguay se declaró independiente del Imperio de Brasil y se unió a las Provincias del Río de la Plata. A lado de la calesita del espacio verde ubicado en Charlone, 14 de Julio, Heredia y Giribone, en Villa Ortúzar.
Ibirá Pitá. Retoño del que plantó Artigas al exiliarse en Paraguay. Está en la Plaza 25 de Agosto, de Villa Ortúzar. Foto: Maxi Failla
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Placa. Sobre el árbol que recuerda a Artigas, en la Plaza 25 de Agosto, de Ortúzar. / Alfredo Martínez
7) Pacará de Segurola. Se estima que el ejemplar original de este árbol, originario de las zonas tropicales y subtropicales de América del Sur, fue plantado en 1770 en lo que sería la esquina de Puán y Baldomero Fernández Moreno. En 1939 el senador Alfredo Palacios evitó que lo talaran y en 1946 fue protegido por decreto. En 1990 tuvieron que sacarlo, debido a su mal estado, indican desde Ambiente y Espacio Público de la Ciudad.
1770. El año en que plantaron el Pacará de Segurola, en lo que serían Puán y Baldomero Fernández Moreno. Foto: Maxi Failla
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El viejo pacará trae a la memoria la historia de la vacuna contra una enfermedad letal durante siglos: la viruela. Las fuentes oficiales explican: «El médico británico Edward Jenner desarrolló la primera vacuna antivariólica, que llegó al Rio de la Plata en 1805. En 1810 el virrey Sobremonte autorizó al doctor Cosme Argerich -a cargo del Protomedicato- a aplicarla. Y el deán Saturnino Segurola estableció un vacunatorio bajo el pacará de la quinta de su familia».
Fuente: Clarín