La fila para ingresar en el Fígaro se extendía por toda la calle Cortezo, a mitad de camino entre la estación de metro Sol y Tirso de Molina, casi media hora antes de la función. La obra dirigida por Juan José Campanella, Parque Lezama, con Luis Brandoni y Eduardo Blanco, escribió anoche un nuevo capítulo en la historia de un espectáculo que en la Argentina realizó 800 funciones. El público, español, pero también integrado por argentinos que residen en España, ovacionó la propuesta. Incluso, curioso para las convenciones teatrales locales, los espectadores se pusieron de pie desde el inicio del saludo final en un aplauso cerrado.
No se trató de una función de prensa ni de invitados, sino de público común, donde también había algunas figuras locales, amigos cercanos de los intérpretes. «¡Viva la patria!», gritó una voz femenina cuando se apagó la luz de sala. No hubo ningún mensaje político ni alusión al contexto que vive la Argentina por parte del elenco ni de su director, ganador del Oscar.
Los productores de Parque Lezama, la pareja integrada por el argentino Miguel Ángel Chulia y Ana Belén Beas, apostaron por esta obra y por su debut en pleno verano madrileño, una época donde un estreno brilla por su ausencia, y ganaron. En pocos días, a modo de preventa, incluso antes de la promoción en la vía pública y en medios de comunicación, se vendieron 2400 entradas. Además, los productores decidieron instalar a Parque Lezama por una temporada larga, en términos de duración de las temporadas teatrales españolas, que se extenderá hasta mediados de enero de 2020. Beas, española además interpreta al personaje de la hija de Brandoni. Es notable cómo logra captar el acento argentino y, quien no la ha visto actuar o escuchado previamente, podría perfectamente pensar que, como su criatura, es porteña. Completan el elenco los argentinos Luz Cipriota, José Emilio Vera, Martín Gervasoni y Santiago Linari.
«Miro a mis compañeros y no pueden más de talentosos», asegura Luz Cipriota, quien ya había trabajado con Campanella en cine, en El cuento de las comadrejas. La actriz fue seleccionada en las audiciones para un papel que, en un momento de la obra, genera luego de un hecho violento, una reacción audible en el público. Emocionada luego de la función, aún resonaba en ella aquel efecto de los espectadores: «Me costó hacer este personaje. En el primer ensayo casi lo agarro yo a trompadas [a quien se aprovecha de ella]. Estamos todas muy empoderadas y está buenísimo poder mostrar esto. Era un desafío real», admite.
Tristán Ulloa, el famoso y prestigioso actor español ( Fariña, El tiempo entre costuras,etc.) que hasta hace poco trabajó con Eduardo Blanco en El precio, de Arthur Miller, ya había visto la obra en Buenos Aires. «Esta vez me gustó incluso más. Da gusto ver a un maestro como Brandoni en el escenario y a un gran amigo como Eduardo, a quien le vamos a echar de menos en El precio. Eduardo tenía sus dudas si esta obra podría funcionar aquí: la prueba está en la reacción que ha tenido el público hoy. El teatro estaba hasta arriba, ha entrado a todo. Está muy normalizado el modo de hablar de los argentinos en España. No hace falta casi adaptar. Les auguro un exitazo».
Mariano Rochman, un realizador argentino radicado en España (actor, director y autor), estaba también presente anoche: «Me parece un trabajo de todos los actores. Se nota cómo han trabajado cuidadosamente la composición de los personajes y que han trabajado en equipo, que han encontrado una estética. Se nota cómo los actores están disfrutando. Esta obra tiene un gran presente y se nota que tendrá mucho futuro».
Con su humor, sus referencias, su acento y su estilo, Parque Lezama se convierte así en embajador del mejor teatro argentino en el exterior.
Fuente: Laura Ventura, La Nación