En la última carta escrita antes de tirarse con los bolsillos cargados de piedras al río Ouse, la escritora feminista británica Virginia Woolf le escribió a su esposo: “Querido: Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo. Creo que no puedo pasar por otra de esas espantosas temporadas. Esta vez no voy a recuperarme. Empiezo a oír voces y no puedo concentrarme. Así que estoy haciendo lo que me parece mejor. Me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todos los aspectos todo lo que se puede ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices hasta que esta terrible enfermedad apareció. No puedo luchar más (…) No creo más que en la certeza de tu bondad.«
«Soy una persona insegura, indecisa, sin rumbo en la vida… sin timón para guiarme. En realidad, no sé qué hacer conmigo (…) ¿Tu me quieres como amiga aún así?», le escribe la brasileña Clarice Lispector a Olga Borelli, admiradora suya, a quien había conocido firmándole un autógrafo y que después pasó a ser su secretaria y editora.
Ambas cartas forman parte de Epistolar, Antología de lo íntimo, un archivo de podcasts (archivos sonoros) que reúne cartas reales de escritores y artistas leídas por actores y autores. A Lispector, le presta su voz la autora Camila Fabbri; a Woolf, la actriz Victoria Almeida.
¿Qué es un podcast? Un archivo sonoro que el usuario puede descargar de internet, a través de distintas plataformas, en este caso Spotify (también están en la red Instagram.
Italo Calvino. Se enojó con su amigo Claudio Magris y le escribió a través de un diario italiano para hacer una encendida defensa del aborto como «una opción altamente moral» si la gestación no es deseada.
Italo Calvino y el aborto
Otro de estos audios rescata la misiva que el italiano Italo Calvino (en este caso, en la voz de Arturo Bonin), dirige a su -hasta entonces- amigo, Claudio Magris, quien había argumentado en contra del aborto en el diario Corriere de la Sera. Calvino comparte la carta ante los mismos lectores en un escrito que es al mismo tiempo un brillante documento argumentativo y un gesto de ruptura definitiva de esa amistad: “Un ser humano se hace humano no a través de la convergencia casual de ciertas condiciones biológicas sino por medio de un acto de voluntad y amor de parte de otras personas -le increpa-. Solo aquellas personas cien por ciento convencidas de que poseen las posibilidades físicas y morales no solo de criar a un niño sino de recibirlo como una presencia bienvenida y amada, tienen el derecho de procrear. Si no es el caso, deben en primer lugar hacer todo lo posible para no concebir, y si conciben (dado que el margen de imprevisibilidad continúa siendo alto) el aborto no es solo una triste necesidad, sino una decisión altamente moral que debe ser tomada con total conciencia. No entiendo cómo puedes asociar el aborto con la idea de hedonismo de la buena vida.»
Groucho Marx. Una imagen de 1933/ AP
Así, y a lo largo de los 77 episodios hasta aquí producidos por Diego Jemio y Tomás Sprei (con el aporte musical de José Ferrufino), los oyentes se sumergen en la intimidad de personajes históricos como Groucho Marx, que le escribe a la Warner Brothers (lee Arturo González Campos), Victoria Ocampo o María Elena Walsh (lee Florencia Sartelli).
Diego jemio y Tomás Sprei, los creadores del sitio «Epistolar. Antología de lo íntimo».
Hay una carta de Antonin Artaud (lee Horacio Roca) y otra de Kurt Cobain (Javier Calamaro), que le escribió al director de su sello discográfico: «Nunca te he conocido, supongo que es porque no he querido«, le dice el líder de Nirvana al empresario, tras enterarse de un artículo de Vanity Fair en el que cuestionaban a su pareja Courtney Love. Corría 1992 y se había sentido desprotegido por su compañía: «Estoy profundamente indignado por este periodismo de mierda«, dice.
Graciela Borges. La actriz le presta su voz a la esposa de Mariano Moreno, Guadalupe Cuenca, que le escribía su esposo sin saber que él ya había muerto.
Graciela Borges lee a Guadalupe Cuenca, que iba a ser monja antes de casarse con Mariano Moreno, figura central de la Revolución de Mayo e integrante de la Primera Junta. Desconociendo que él había muerto en altamar, rumbo a Gran Bretaña, donde cumpliría una misión diplomática, ella le escribía cartas, allá por 1811: «Mi querido y estimado dueño de mi corazón, me alegraré que lo pases bien y que al recibo de esta estés ya en tu gran casa con comodidad y que Dios te dé acierto en tus empresas –le escribe a su amor, en una de esos mensajes desesperados. «(…) se me me aumentan mis males al verme sin vos y de pensar morirme sin verte y sin tu amable compañía, todo me fastidia, todo me entristece.«
Julio Cortázar revive en la voz de Fernando Noy, el checo Franz Kafka en la de Luciano Cáceres, Elena Garro en la de Emilia Mazer; Roberto Payró en la de Mauricio Dayub. Y también pueden oírse las cartas de Simone de Beauvoir, Juan Rulfo, Nick Cave, John Lennon, Rodolfo Walsh, Scott Fitzgerald, Rodolfo Walsh, Pablo Neruda, entre otras, así como de las de Juan Domingo Perón, Encarnación Ezcurra y Atahualpa Yupanqui.
Frida Kahlo. La gran artista mexicana le escribe a su amor, Diego Rivera, desde el hospital, y antes de una cirugía.
La artista mexicana Frida Khalo (en la voz de Jimena Anganuzzi) le escribe a «su» Diego (Rivera), desde el hospital, antes de que le amputaran una pierna: «Sr. mío Don Diego: Escribo esto desde el cuarto de un hospital y en la antesala del quirófano. Intentan apresurame pero yo estoy resuelta a terminar ésta carta, no quiero dejar nada a medias y menos ahora que sé lo que planean, quieren herirme el orgullo cortándome una pata… Cuando me dijeron que habrían de amputarme la pierna no me afectó como todos creían, NO, yo ya era una mujer incompleta cuando le perdí, otra vez, por enésima vez quizás y aún así sobreviví. No me aterra el dolor y lo sabes, es casi una condición inmanente a mi ser, aunque sí te confieso que sufrí, y sufrí mucho, la vez, todas las veces que me pusiste los cuernos…(…) No pretendo causarte lástima, a ti ni a nadie, tampoco quiero que te sientas culpable de nada, te escribo para decirte que te libero de mí, vamos, te ‘amputo’ te mi, sé feliz y no me busques jamás. No quiero volver a saber de ti ni que tú sepas de mí, si de algo quiero tener el gusto antes de morir es de no volver a ver tu horrible y bastarda cara de malnacido rondar por mi jardín. Es todo, ya puedo ir tranquila a que me mochen en paz. Se despide quien le ama con vehemente locura.»
El cantante estadounidense Kurt Cobain (1967 – 1994), en la voz de Javier Calamaro. Le escribió muy enojado al director de su sello discográfico.
La poeta estadounidense Sylvia Plath (en la voz de Julieta Ortega), a su madre: «Sé que en un año estaré publicando un libro de 33 poemas que impactará a los críticos. Mi voz empieza a adquirir forma, a cobrar fuerza. Ted dice que jamás ha leído poemas escritos por una mujer como los míos, son fuertes, intensos y llenos de contenido. Son poemas llenos de fuerza, sudor y jadeos, nacidos de la forma en que deberían decirse las palabras. Oh, madre, alégrate conmigo y no temas.«
Otra carta: la periodista y escritora italiana Oriana Fallaci (a quien presta su voz Julieta Vallina), hija de un militante antifascista y dueña de un carácter fuerte, acaso marcado por su infancia en la Italia de Mussolini, le escribe a un amante: «La vida me enseñó a ser dura, desconfiada, desapegada, controlada«. Aunque le agradece también las horas felices compartidas.
Maria Elena Walsh. Recibe carta de Victoria Ocampo. / Archivo
El proyecto de Jemio y Sprei nació en diciembre de 2018, con la idea de recuperar el intercambio epistolar como una forma de pensamiento en sí mismo, y su dimensión íntima. «De alguna manera cruza tres universos que aquí convergen: la literatura, el teatro leído, la radio -describe Jemion-. Buscamos una experiencia de inmersión en la escucha, que se potencia con la música de fondo y la producción sonora que hace Sprei.»
¿El criterio para la selección de estas cartas? «Que se basten a sí mismas, y por ende sean comprensibles más allá de posibles referencias externas», explica Jemio. Es él quien se ocupa puntualmente de la elección del material que después leen los actores convocados. «Muchas de ellas están acompañadas de una pequeña introducción que le da contexto al personaje o al momento de la escritura del documento. llevamos dos temporadas, de 50 y 27 cartas, respectivamente. Está bueno el hecho de que además sean atemporales», subraya.
Cartero, para el genio español Luís Buñuel. Le escribe el cineasta Carlos Saura, en la voz de Jorge Marrale.
Una de las más impactantes entre las cartas leídas es la que el director Carlos Saura -también escritor y fotógrafo- le envía al genio del cine español Luis Buñuel, y lee Jorge Marrale. Saura conoció en el Festival de Cannes durante la década del 60, a quien terminó considerando su maestro: «Nos comemos el tiempo, Luis. Lo devoramos insaciablemente; tan veloz pasa todo que cuando nos damos cuenta ya no estamos aquí -escribe Saura-. Procuramos sorprender el instante, conservar el recuerdo, una imagen soñada, tránsfuga de no se sabe qué aquelarre… La frase bíblica que dice que nuestra vida es un relámpago, una centella, un flash diría un fotógrafo, no deja de ser eminentemente cinematográfica. Un flash y otro flash y otro flash… Y otra pregunta tonta, inútil seguramente: ¿Puede ese relámpago de lucidez, que a veces es la vida, transmitirse? ¿Puede la vida, una historia que se cuenta, transmitirse en una síntesis de imágenes vertiginosas que de alguna manera conforman nuestro más completo álbum familiar?«
«En lo personal, siento que el lenguaje de las cartas es en sí mismo una forma de pensar -juzga el creador del sitio-. Eso se perdió, así como hoy a través de las redes y de otros formatos hemos ganado otras cosas, velocidad o mayor difusión. Por eso es que nos resultó tan atractivo rescatar el género epistolar, que tiene sus propias claves, y a la vez cuentan la intimidad de historias íntimas. Estas cápsulas sonoras o radiales se pueden escuchar y disfrutar más allá de que conozcamos en profundidad a estos personajes.»
Son cartas que tienen, en definitiva, un valor documental y a la vez estético. Y que, ante todo, se disfrutan porque nos sirven como vía de entrada al universo privado de personalidades públicas del mundo de la política y la cultura. Para sumergirse durante días.
Fuente: Clarín