Catorce metros más alto que el Obelisco, lo hizo construir Raúl Barón Biza en memoria de Myriam Stefford, su primera esposa. Su leyenda es siniestra.
Hay algo de arrogancia en una ciudad que decide demoler 24 manzanas céntricas para desplegar una bruta avenida que pueda mirar de igual a igual los grandes corredores europeos, como Les Champs-Élysées o la Gran Vía.