Las visitas de Zubin Mehta con la Filarmónica de Israel ya son una tradición entre nosotros, aunque esta vez se suma una atracción muy especial, que es la actuación de Martha Argerich como solista del Concierto en la menor de Robert Schumann en la primera de las cuatro actuaciones de la Orquesta en el Teatro Colón, a partir del sábado 27.
Difícilmente haya una sociedad tan intensa y duradera en el mundo de la música clásica como la de Mehta y la Filarmónica; las trayectorias coinciden hasta el punto de compartir la fecha de nacimiento. Mehta nació en 1936, el mismo año que la orquesta. Fue hacia fines de 1936 que la orquesta israelí, entonces llamada Orquesta Palestina, dio su concierto inaugural en Tel Aviv, dirigida por Arturo Toscanini. Su fundador fue el violinista polaco Bronislaw Huberman, quien tres años antes comenzó a reclutar músicos judíos alemanes y europeos que habían perdido su puestos a causa del nazismo.
Mehta y la Filarmónica se conocieron en 1961, cuando el director indio llegó a Israel para reemplazar a Eugene Ormandy. Mehta nació en Bombay, en el seno de una familia parsi, secta que llegó a la India desde Persia VIII y que formó una pequeña élite intelectual dentro de una colonia mayormente analfabeta. Su padre, violinista, fundó el Cuarteto de cuerdas y la Orquesta Sinfónica de Bombay. Zubin se educó en Viena, y antes de llegar a la orquesta de Israel ya había dirigido las filarmónicas de Viena, Berlín y Los Angeles, entre otras. En 1969, la Filarmónica de Israel lo nombró director titular y consejero musical, y fue a partir de entonces que la Orquesta consolidó su destacada posición en la escena internacional. En 1981 lo declaró director vitalicio. Tras cincuenta años ininterrumpidos al frente de la Orquesta, Mehta asegura a Clarín que esta será su última gira con la Filarmónica de Israel.
Mehta, de 82 años, al frente de la Filarmónica de Israel.
El maestro tiene 82 años, y al parecer sigue siendo el mismo noctámbulo de siempre. Cuando atiende el teléfono para esta charla son las doce de la noche en Tel Aviv.
-Disculpe, maestro, ¿a qué hora se va a la cama?
-No se preocupe, es una hora perfecta para mí. Por lo general me acuesto tarde.
-Es la primera vez que la Filarmónica de Israel traerá una obra de Ödön Pártos. Hábleme por favor un poco de Pártos y su música.
-Pártos fue uno de los grandes músicos europeos que emigraron a Israel. Se formó, como antes Béla Bartók, en la Academia Franz Liszt de de Budapest y fue alumno de Kodaly. Tenía una gran formación antes de llegar a Israel, donde dirigió la principal escuela de música. Fue muy importante en la vida musical israelí, además de primera viola de la Orquesta por muchos años y un compositor de talento. La obra muestra una cierta influencia bartokiana.
-Usted dirigió el mismo concierto de Schumann con Martha Argerich y la Filarmónica de Israel el año pasado en Tel Aviv. ¿Cómo la describiría a ella como artista?
-Bueno, Argerich y Daniel Barenboim son los dos más grandes músicos argentinos. Me da un gran placer acompañar a Martha, a la que conozco desde que ella tenía 13 años, cuando llegó a Viena. He tocado mucho con ella, Chopin, Beethoven; también hicimos el Concierto de Ravel con la Orquesta de Los Angeles. Dirigir a Martha es para mí la manera más natural de sentir la música, y lo mismo le ocurre a la Orquesta. Usted lo podrá ver: es una manera muy natural de hacer la música lo que percibirá en el concierto.
El que dirige la batuta. Mehta sabe que no volverá con Filarmónica de Israel, pero no descarta hacerlo con otra orquesta.
-La Filarmónica de Israel se suma a las celebraciones por el sesquicentenario de Hector Berlioz con la ejecución de la Sinfonía Fantástica. ¿Que nos podría decir sobre la imaginación orquestal de Berlioz?
-Berlioz fue el gran líder de la música orquestal después de Beethoven, en la primera mitad del siglo XIX. Fue un revolucionario, y tiene ideas completamente originales, especialmente en la Sinfonía Fantástica, una obra que con cualquier orquesta suena bien.
-¿Con cualquiera?
-Bueno, por supuesto que se necesita un director que sepa dar el equilibrio. Pero no es una tarea muy complicada para el director. Berlioz desde el comienzo te ayuda muchísimo. Te habla de una manera muy simple, todo es muy claro.
-A veces da la impresión de que el romanticismo francés hubiera nacido y muerto con Berlioz, especialmente si pensamos en autores posteriores tanto más clásicos, como Saint-Saëns, por ejemplo.
-Hay que pensar que Saint-Saëns continuó escribiendo música hasta los 90 años. Y por cierto no fue un orquestador tan original como Berlioz, pero tenía un don melódico como pocos otros autores. Si tomamos el Concierto para violonchelo o los conciertos para piano, nos encontramos con una melodía detrás de otra, casi como si se tratase de una ópera.
-¿Tiene orquestas favoritas, además por supuesto de la Filarmónica de Israel?
-Sería muy difícil decirlo, incluso pensarlo. Primero que todo, a lo largo de mi vida no me desempeñé mucho como director invitado. Como invitado, casi toda mi vida permanecí con las orquestas de Viena y Berlín. Por otro lado me mantuve con las orquestas en las que era director titular, como Israel, Montreal, Nueva York, etcétera. Hoy no ando de aquí para allá con las orquestas, ya que prefiero permanecer en un mismo lugar. De hecho, luego de cincuenta años con Israel, ya he anunciado mi retiro. Esta será la última gira que hago con la Filarmónica. Acaso vuelva con otra orquesta, aunque todavía no lo sé.
Para Mehta, Martha Argerich y Daniel Barenboim son los más grandes músicos argentinos. El director indio contará con la pianista en su concierto del 27. Foto: Emmanuel Fernandez
-¿Ya hay un sucesor?
-Sí, un joven director de Israel, Lahav Shani, que es además un gran pianista. El empezó hace ya algunos años con nosotros como solista de piano y asistente de dirección.
-Maestro, ya estamos bastante entrados en el siglo XXI, pero las orquestas, al menos las grandes orquestas que vienen a tocar a la Argentina, continúan casi exclusivamente volcadas al repertorio clásico- romántico. ¿Usted considera que el gran repertorio sinfónico desapareció después de Mahler?
-No, de ninguna manera. ¿A qué orquestas se refiere?
A casi todas. La Filarmónica de Israel, por ejemplo.
Sí, pero es que no podemos salir de gira sólo con música contemporánea. ¿Qué hacemos entonces con el público?
Nadie habla de un programa exclusivamente de música contemporánea, sino de una combinación. Aunque sea algo de Schoenberg o Anton Webern, por citar dos clásicos. Permítame recordarle que la primera vez que usted dirigió en la Argentina, en los años ’60, estrenó nada menos que las Cinco piezas para orquesta op. 16 de Schoenberg. Es cierto que fue con una orquesta local, no en medio de una gira.
Sí, me acuerdo muy bien. A veces también llevamos alguna obra de ese tipo en una gira… Pero, bueno, en este caso optamos por Mahler, Berlioz, Schubert. Pienso que a pesar de todo es una buena combinación.
Sus cuatro conciertos
Zubin Mehta dirigirá a la Orquesta Filarmónica de Israel en el Teatro Colón en el marco del ciclo Grandes Intérpretes Internacionales, con un total de cuatro funciones.
Martha Argerich será la esperada solista en la primera, el sábado 27 a las 20, con el Concierto en la menor de Robert Schumann, dentro de un programa completado por el Concertino para cuerdas de Ödön Pártos y la Sinfonía No. 6 de Beethoven.
En el segundo concierto, domingo 28 a las 17, se volverá a escuchar el Concertino de Pártos, la Sinfonía N° 3 de Franz Schubert y la Sinfonía Fantástica de Hector Berlioz.
El programa del lunes a las 20 comprenderá la Sinfonía N° 1, Titán, de Gustav Mahler, y la Sinfonía Concertante de Joseph Haydn.
La gira cerrará el martes 30 de julio con la Sinfonía N° 6 de Beethoven, el Concierto para flauta en Re mayor de Carl Reinecke, con la participación del solista Guy Eshed, y La Valse de Maurice Ravel.
Fuente: Clarín