Whitney Houston en uno de sus inolvidables conciertos (Shutterstock)
Hotel Beverly Hilton, Los Ángeles, 11 de febrero, 2012. Whitney Houston tarda demasiado en salir del baño. En la suite están su estilista, su peluquera y dos guardaespaldas. Dos días antes ensayó con las cantantes Brandy Norwood y Monica Arnold, ante su productor Clive Davis, el tema que cantaría en la fiesta previa a la entrega de los premios Grammy. Fiesta que coronó con Jesus Loves Me a dúo con Kelly Price…
Tarda demasiado. Sus cuatro acompañantes irrumpen en el lugar. Whitney flota en la bañera, boca abajo, exánime. De su nariz brota un hilo de sangre. Llaman a Emergencias. Inútil. Está muerta. Hora del final: once menos cinco de la noche.
Autopsia: muerte accidental por asfixia (había agua en sus pulmones). Rastros recientes de Xanax y cocaína.
Más de siete años después, el martes 15 de octubre de 2019, El Salón de la Fama del Rock & Roll anunció que Whitney encabeza la lista de artistas nominados para entrar en 2020. Primera cantante reconocida post mortem.
La dramática vida (y el trágico fin) de Whitney Elizabeth Houston empezaron en Newark, Nueva Jersey, el 9 de agosto de 1963. A los 11 años ya canta en el coro góspel infantil de la iglesia New Hope Baptist de su barrio. A los 16, su excelsa voz de mezzosoprano anticipa la estrella que será, llamada The Voice (La Voz): versión femenina del apodo que acompañó a Frank Sinatra hasta el final…, y todavía.
El canto le llega por vías directas: Cissy Houston, su madre, canta, y también sus famosas primas Warwick (Dionne y Dee). Y por si poco fuera, tiene una madrina reverencial: Aretha Franklin.
¿Primer disco simple?: Life´s a Party, 1978, banda de Michael Zaguer. La piedra fundacional de una carrera colosal: dos Emmy, seis Grammy, treinta Billboard Music Awards, veintidós American Music Awards…: ¡415 en total entre 1977 y 2012!, y 170 millones vendidos de discos simples, álbums, videos.
La banda sonora del inolvidable film El Guardaespaldas, 1992, con Kevin Costner –el partner perfecto–, cincuenta semanas en el primer lugar de las listas, y su tema I Will Always Love You –nadie olvidará esa despedida en el aeropuerto–, es aún el simple más vendido por una mujer en la historia de la música…
Pero también crece en otros sentidos. Su belleza, a principios de los 80, la convierte en modelo, y su talento la convierte en actriz, productora de cine, empresaria de sí misma…, y dueña de más de 100 millones de dólares… que menguarán hasta sólo 20 el día de su muerte.
Dos cifras que resumen sus cortos 48 años en el mundo. Una luz cegadora (el éxito), y un infierno se sombras (las drogas).
El 18 de julio del 92 se casa con el cantante Bobby Brown, y un año después nace Bobbi Kristina, su única hija. Según la revista Vanity Fair, el novio confesó que “el día de nuestra boda fue la primera vez que la vi drogarse. Inhaló cocaína antes de llegar al altar”. Pero la cocaína no fue su único escalón a la muerte. También consumió marihuana, heroína y mezclas demoledoras: los medicamentos Kanax, Benadryl, Flexiril, con cada una de aquellas, y también todo tipo de drogas nuevas que llegaran al mercado negro.
Pero la confesión de Bobby Brown acerca del día de la boda no lo exime: también él era drogadicto duro, y el matrimonio se retroalimentó en noches destructoras y durante años…
Según los íntimos de Whitney, que en vano trataron de impedir ese casamiento, “ella estaba obsesionada por Bobby, la aterraba perderlo”, y David Robert, uno de sus guardaespaldas, recordó que “esa obsesión la convirtió en una esclava. Él la sometió a todo tipo de abusos físicos y psíquicos, y ella lo perdió todo: hasta su dignidad”.
Ya en los primeros dos años la obliga a cancelar conciertos: nada más grave para el negocio. Ese mismo año 94, ella anuncia que espera su segundo hijo, pero no mucho después, también públicamente y con dolor, dice que no habrá hijo: “Sufrí un aborto”.
En el 2002, muy flaca, admite urbi et orbi que consume cocaína y marihuana. A raíz de esa confesión, la entrevista Diane Sawyer, periodista insignia de la cadena de tevé ABC News. Hacia el final, Diane pregunta:
– ¿También consume crack?
– No. Dejemos algo en claro: el crack es barato. Gano demasiado dinero como para consumir crack. Eso nunca.
En cuanto al otro secreto a voces, las palizas de Bobby a Whitney, la célebre Oprah Winfrey dispara:
– ¿Su marido le pega?
– Me abofeteó una vez, pero yo le di golpes en la cabeza por lo menos tres veces.
Las tinieblas de la droga se alargaron hasta Bobbi Kristina Brown, su hija. Drogadicta desde la adolescencia, el 31 de enero de 2015 su pareja, Nick Gordon, protegido por Whitney desde los 12 años, la encontró –estremecedora simetría– flotando en la bañera, inconsciente. En coma desde ese día en el hospital Cedars-Sinaí Los Ángeles, murió seis meses después: 26 de julio, apenas a sus 22 años.
Madre, hija y John Russell Houston, padre de Whitney, están sepultados en el Fairview Cemetery, Nueva Jersey.
Pero, ¿qué drama secreto atormentó a Whitney, al punto de decir, muchas veces, “apenas puedo con mi vida”?
Según el documental del director Kevin Macdonald sobre ella estrenado en el Festival de Cannes 2018, basado en parte sobre testimonios de amigos de la súperstar, fue abusada desde niña por su prima Dee Dee Warwick, dieciocho años mayor. “Con ella perdió la inocencia”, dice, frontal, Gary Jones, asistente de Whitney durante años. Y su hermano, Gary Garland Houston, confiesa que “alguien de nuestra familia abusó de mí cuando tenía siete u ocho años, y también de mi hermana. Esa triste experiencia la llevó a cuestionar su sexualidad, y es una de las razones que la empujó a la droga”. El documental, llamado Whitney, sugiere que los abusos sucedían cada vez que la madre, Cissy, estaba de gira.
Pero jamás se sabrá si esos fueron los únicos fantasmas que urdieron su desdicha. Sólo ella conocía la verdad profunda.
Por fortuna queda –eterna– su irrepetible voz. Feroz y celestial al mismo tiempo…
Fuente: Infobae