Timbas hasta altas horas y presuntos encuentros entre Marilyn y Kennedy: la sombría historia de la mansión de Frank Sinatra

Acaba de salir a la venta por más de ocho millones de dólares Farralone, el hogar del mítico cantante que diseñó el arquitecto William Pereira con la asistencia de su -por entonces alumno- Frank Gehry.

En ese lugar se jugaba a póquer hasta altas hora de la madrugada, en millonarias timbas regadas en bourbon o champán francés en las que participaban el anfitrión, Frank Sinatra, y huéspedes como Dean Martin, Angie Dickinson, Sammy Davis Jr. o Joey Bishop. Lucille Ball y la rica heredera neoyorquina Dora Hutchinson se bañaron juntas en su piscina. Paul McCartney y Miley Cyrus cantaron y tocaron la guitarra en sus jardines. Escenas de Mad Men, Embrujada, Californication, Salvajes o Dreamgirls se filmaron en sus lujosas estancias. Hermès la tiñó de rojo para la presentación de sus colecciones primavera/verano de hace dos años. También aparece en videoclips de primeras espadas del negocio musical como Rihanna, Beyoncé, Usher o Mariah Carey.

Más aún, en la casa de invitados de la mansión angelina conocida como Farralone se citaban para tener relaciones sexuales, según diversos testimonios no del todo contrastados, Marilyn Monroe y John Fitzgerald Kennedy en primavera de 1962, antes y después de que la estrella de Hollywood le cantase al presidente demócrata un cumpleaños feliz inolvidable.

Sí está confirmado que Sinatra residió en el lugar de manera intermitente entre 1954 y 1963. En este rincón del valle de San Fernando, en el rico vecindario de Chatsworth, al pie de la sierra de Santa Susana, el cantante encontró refugio en los días en que se estaba divorciando de Ava Gardner y tuvo breves romances con Lauren Bacall y con la bailarina y actriz británica Juliet Prowse.

Lauren Bacall
Lauren Bacall con un sonriente Frank Sinatra en 1954.Screen Archives (Getty Images)

La mística tenía un precio

Estos días, Farralone es noticia porque vuelve a estar a la venta. Esta vez, a un precio superior a los 8 millones de dólares pero inferior a los 9 que costaba el año pasado o los más de 21 que se pedía por ella en 2021. Sus actuales propietarios aseguran haber obtenido por la villa un rédito de más de 750.000 dólares alquilándola para rodajes de películas y series, pero no han conseguido evitar que se siga devaluando.

Incluso, en una maniobra comercial difícilmente comprensible, han decidido cambiarle el nombre: ahora se llama Byrdview, aunque la prensa se sigue refiriendo a ella por esa contracción de Far (lejos) y Alone (en solitario) que la hizo famosa. En efecto, la mansión era un lugar perfecto para disfrutar de la soledad a solo media hora del centro de Los Ángeles: con apenas 35.000 habitantes en un área muy extensa, Chatsworth es uno de los barrios periféricos con menor densidad de población del área metropolitana, y Farralone está en lo alto de una colina de acceso restringido y discreto.

Reportajes como este de Architectural Digest hacen pensar que el palacete tal vez valga lo que cuesta. Para empezar, la finca ocupa una superficie de alrededor de cuatro acres (más de 15.000 metros cuadrados) en el corazón de la Reserva Natural de Chatsworth, con espléndidas vistas del valle de San Fernando, las estribaciones de Los Ángeles y las montañas circundantes. Cuenta con jardines, terrazas, miradores y una piscina exterior.

La mansión, a la sombra de árboles centenarios, es un edificio de pulcra estética futurista con más de 600 metros cuadrados habitables, cuatro dormitorios, siete cuartos de baño y paredes de cristal móviles. La diseñó en 1941 el arquitecto de origen portugués William Pereira, autor de construcciones tan emblemáticas como la pirámide Transamerica de San Francisco, el Theme Building del aeropuerto internacional de Los Ángeles, la librería Geisel de San Diego, el campus de la universidad Pepperdine de Malibú o el hotel Disneyland de Anaheim.

La mansión es un edificio de estética futurista con más de 600 metros cuadrados habitables, cuatro dormitorios, siete cuartos de baño y paredes de cristal móviles.
La mansión es un edificio de estética futurista con más de 600 metros cuadrados habitables, cuatro dormitorios, siete cuartos de baño y paredes de cristal móviles.Scott Everts para Sotheby’s International Realty

Así era el futuro en 1941

Pereira era un hombre peculiar. Aficionado a la ciencia ficción y al automovilismo, defendió un tipo de modernidad espectacular y accesible, muy cinematográfico, heredera del art déco, en deuda tanto con el Metrópolis de Fritz Lang como con la obra de John Carter o Edgard Rice Burroughs.

Aunque se crio en Chicago y sus primeras obras pueden rastrearse en varias localidades del Medio Oeste estadounidense, se instaló en Los Ángeles con su hermano Hal, también arquitecto, en la década de 1930 y desarrolló en California el grueso de su carrera. Contratado por un fondo inmobiliario propiedad de los grandes estudios, se convirtió en el arquitecto oficioso de Hollywood. Tanto, que incluso le ofrecieron la oportunidad de ejercer de director de arte en clásicos del cine negro como El cuervo (1942), primera película de Alan Ladd, o del cine bélico, como Desde que te fuiste (1944)Con Piratas del mar Caribe obtuvo un Óscar a los mejores efectos especiales.

En la construcción de Farralone, Pereira contó con la asistencia de un joven alumno de Arquitectura de excepcional talento, un tal Frank Gehry. La mansión fue un encargo de Dora Hutchinson, heredera de la fortuna del Chase Bank de Manhattan. En los meses que precedieron a la entrada de Estado Unidos en la Segunda Guerra Mundial, Hutchinson se había hartado de la, en su opinión, decadente y provinciana alta sociedad neoyorquina y buscaba en lugar en el área de Los Ángeles en que organizar grandes fiestas con sus nuevos amigos de la élite de Hollywood.

Sus celebraciones del Cuatro de Julio, con despliegues de pirotecnia sin apenas precedentes en la zona, se convirtieron en legendarias y atrajeron la atención de ilustres como Ava Gardner o Judy Garland. Garland acabaría casándose con Vincente Minnelli en los jardines de Farralone (que por entonces se llamaba aún de Fox) el 15 de junio de 1945, en una ceremonia a la que acudió la plana mayor de la Metro-Goldwyn-Mayer y que dio pie a uno de los matrimonios más tortuosos del Hollywood clásico, lastrado por las infidelidades y el consumo de drogas.

Dean Martin (left) and Frank Sinatra
Dean Martin y Frank Sinatra en una cena en 1961.Bettmann (Bettmann Archive)

De Lucille a Marilyn pasando por Frank

Años más tarde, Dora hospedó durante meses a una amiga íntima, Lucille Ball, que por entonces estaba atravesando una crisis conyugal con su marido y compañero de reparto en I Love Lucy, el cubano Desi Arnaz. En 1954, Hutchinson se cansó de atiborrarse de margaritas junto a la piscina y decidió volver a Nueva York, alquilando la casa a un Frank Sinatra que acababa de quedarse solo en Palm Springs después de que su aún esposa, Ava Gardner, se mudase a Madrid. Se acababan así tres años de legendarias trifulcas matrimoniales coronados por algún que otro romance clandestino y una sobredosis de barbitúricos.

Sinatra celebró la vuelta a la soltería convirtiendo Farralone en sede oficial de las timbas de póquer del Rat Packkermeses etílicas en las que auténticas fortunas cambiaban de manos en un pestañeo y que solían acabar con baños en la piscina al amanecer. Los cruces de naipes en la mansión de Chatsworth entre Frank y Dean Martin acabarían consolidando la pasión de ambos por los juegos de azar: en 1960 comprarían juntos Cal-Neva, un casino-hotel a orillas del lago Tahoe, escenario en años posteriores de las míticas orgías de los hermanos Kennedy, Jack y Bob.

Por entonces, Sinatra había acogido ya a Marilyn como huésped habitual de Farralone. Tanto, que la actriz acabó alquilándole la casa de invitados. Allí se produjeron, en teoría, los nunca confirmados encuentros entre Marilyn y Kennedy. Monroe trabajaba por entonces en la que acabaría siendo su última película, la incompleta Alguien tiene que ceder (Something’s Got to Give), de George Cukor, y tenía serios problemas con el consumo de alcohol y anfetaminas.

Farralone fue diseñada en 1941 por el arquitecto de origen portugués William Pereira.
Farralone fue diseñada en 1941 por el arquitecto de origen portugués William Pereira.Scott Everts para Sotheby’s International Realty

Uno de los biógrafos de la actriz, Jason Spada, afirma que Marilyn y JFK se conocían desde 1954, pero el acercamiento definitivo entre ambos se produjo en 1962, a instancias de Sinatra, más que acostumbrado a esas alturas a ejercer de alcahuete para su ilustre e incontinente amigo. Lo paradójico de esta historia es que la primera vez que lo amantes pasaron la noche juntos no fue en Farralone, sino en la mansión que tenía en Palm Springs otro cantante, Bing Crosby, simpatizante del partido Republicano.

Sinatra se había ofrecido a hospedar a Kennedy en su viaje oficial a Los Ángeles como había hecho en sus frecuentes visitas privadas. Incluso había hecho reformas en su residencia para acomodar a la escolta presidencial. Pero el FBI recomendó al jerarca que no se dejase ver en público con Sinatra, cuya amistad con los líderes mafiosos del clan Genovese era ya pública y notoria. De ahí que Crosby acabase siendo el anfitrión oficial del presidente y que Kennedy, de ser cierto sus encuentros con Marilyn en la mansión de la colina, solo acudiese a Farralone de incógnito.

Marilyn falleció en extrañas circunstancias el 4 de agosto de 1962, poco después de su (presunta) primavera de amor en la casa de huéspedes. A Kennedy lo mataron en Dallas el 22 de noviembre de 1963. Sinatra se desembarazó poco después de una mansión que le traía tal vez pésimos recuerdos.

En los últimos sesenta años, Farralone ha seguido teniendo inquilinos y visitantes de postín que han contribuido a su mística. Paul McCartney acudió a una de las fiestas organizadas en la propiedad y acabó empuñando una guitarra acústica para ofrecer un concierto improvisado. Miley Cyrus escogió los jardines de la finca de Pereira como escenario para una de sus célebres Backyard Sessions.Y Beyoncé, al parecer, pidió precio por la propiedad, pero no se decidió a comprarla.

La pregunta es por qué un lugar con semejante historia se vende ahora por un tercio de lo que se pedía por él en plena pandemia. En cualquier caso, como en las partidas de póquer de Sinatra, los interesados en ganar la mano deberán estar dispuestos a poner mucho dinero sobre la mesa.

Fuente: El País