En el primero de los dos conciertos de la gira «After Hours Til Dawn» que forman parte de su escala por la Argentina, el artista canadiense montó un soberbio espectáculo en el que pudo apreciarse su descomunal talento interpretativo y performático, rodeado además de un impactante marco en donde la habitual parafernalia desplegada en shows internacionales se puso, en este caso, al servicio de una propuesta conceptual.
De la mano de su disco «Starboy», de 2016, The Weeknd había tenía un frío debut cuando pisó suelo local por primera vez y, frente a unas monumentales gráficas, se movió en un escenario despojado de músicos y escenografía para manifestarse como un aceptable exponente del hip-hop.
Claro que desde entonces lanzó «After Hours», en 2020, y «Dawn FM», en 2022, dos discos que lo consolidaron como una gran estrella a escala mundial, dueño de una importante cantidad de hits.
Con ese par de anchos bajo la manga, además del anuncio previo de que se trataría de su despedida bajo ese seudónimo para encarar una nueva etapa en su carrera desde su nombre real, Abel Tesfaye, el canadiense aprovechó para que esta segunda chance resultara inolvidable para los fans argentinos, a partir del montaje de un espectáculo que quedará por mucho tiempo en la retina de quienes asistieron.
Inspirado en la estética del célebre filme clave del expresionismo alemán «Metrópolis», de Fritz Lang, se construyó una retrofuturista ciudad en el escenario; una pasarela que conducía al centro del campo de juego en donde se erigía una gigantesca efigie con aspecto de humanoide, y unos metros más avanzando sobre el terrero pendía una enorme esfera que representaba a la luna.
Todo ello se complementó con un impactante despliegue lumínico que se disparaba tanto desde el escenario como desde la silueta humana y se proyectaba también a la luna; que a la vez se replicaba en la pulsera que recibió cada espectador al ingresar al estadio; como también con llamaradas de fuego en el espacio principal y a lo largo de la pasarela.
En ese marco, The Weeknd se presentó como una especie de cyborg, vestido con un enterito con camuflaje militar y un casco lumínico, escoltado por un cuerpo de bailarinas ataviadas en una suerte de burka pero de color pastel, transitando por un futuro distópico.
Por su parte, entre la ciudad construida en el escenario se ubicaban los tres músicos encargados de la totalidad de las partes musicales que sonaron en el concierto, a saber, un baterista, un tecladista y un guitarrista. El propio protagonista de la noche abordó un teclado adicional en algunos pasajes puntuales.
La mitad del show, que en su totalidad se extendió por un poco más de dos horas y contó con un repertorio de 40 canciones, transcurrió en medio de esta puesta conceptual, con The Weeknd en un posible rol de jefe de una resistencia en una ciudad apocalíptica, y las bailarinas, con movimientos artísticos más ligados a la expresión corporal que a lo acrobático, desplazándose por la pasarela, copando el escenario y rodeando en plan de custodia a la efigie gigante.
En ese tramo del concierto, el canadiense se movió musicalmente por el hip-hop y una gama de estilos dentro de la gran familia de los llamados ritmos urbanos, aunque se colaron algunas gemas pop, como el caso de «Can´t Feel My Face», que sirvieron para descontracturar.
Allí también aparecieron algunos grandes éxitos como «Starboy», «Party Monster», «Pray For Me» o «Crew Love», por citar apenas algunos; y precisos pasajes claves en la narración escénica con «Hurricane» y «The Hills» cuando la ciudad ficticia se prendió fuego.
Hacia la mitad del show, luego de «Circus Maximus», finalmente The Weeknd se quitó el casco y dejó por primera vez su cara al descubierto bajo una larga ovación. Fue también un momento de quiebre musical, en donde la idea de recital se impuso por sobre el concepto propuesto en la primera parte.
Entonces, el canadiense se movió por otros estilos musicales con predominio del pop, pero abordado desde una sólida base de R&B, música disco y algún retazo devocional y soul; lo que permitió comprobar que se trata de un notable cantante, con un importante y amplio registro vocal.
También fue en ese pasaje en donde la banda, camuflada hasta ahí en la gran puesta, pasó a un primer plano y sobresalieron los tratamientos sonoros realizados por un excelso guitarrista, el arsenal de teclados y el potente pulso de la batería.
«Faith», «After Hours», «Earned It» e «In the Night» levantaron al público aún más de lo que había ocurrido en el primer tramo, pero fue con los grandes momentos ofrecidos con «Out of Time» y «I Feel It Coming» que llegó una larga y ruidosa ovación.
The Weeknd, que había bajado hacia los vallados para compartir estas dos interpretaciones cara a cara con los fans, se tomó una pausa de varios segundos para disfrutar del largo vitoreo.
«Los extrañé y creo que ustedes también a mí», dijo antes de encarar «Die for You» y asegurar, en un juego de palabras que sirvió para anunciarla, que «moriría por la Argentina».
Ya en medio de un éxtasis generalizado, el ambiente se tornó fundamentalmente bailable cuando llegó el turno de «This Morning», «Save Your Tears», «Less Than Zero» y, obviamente, el tándem «Blinding Lights» y «Tears in the Rain».
Para el cierre, luego de pasar casi toda la segunda parte del concierto yendo y viniendo por la pasarela, por primera vez, el canadiense se ubicó en la cima de una de las estructuras edilicias montadas en el escenario. Desde allí comandó el baile final con «Creepin´», «Popular», «In Your Eyes» y «Moth to a Flame».
The Weeknd repetirá esta noche en River y se despedirá así no solo de la Argentina, sino también del nombre con el que ganó popularidad. En lo que respecta a la escena local, puede quedarse tranquilo de haber dejado ese mote en un lugar muy alto, como para que Abel Tesfaye continúe el legado.
The Weeknd: polémicas y exposición, un costoso paso en falso como actor y la posibilidad de revancha con el público argentino
El músico se reencontró con la audiencia local después de un deslucido paso por el Lollapalooza de 2017 -y la cancelación de su serie The Idol- dispuesto con sus mejores armas: los singles que lo mantuvieron a tope.
Cuando el 1° de abril de 2017 The Weeknd terminó su show en el Hipódromo de San Isidro, en el marco de Lollapalooza Argentina, la sensación fue agridulce. Por un lado, su show, un unipersonal que lo tenía como un David tratando de ganarle protagonismo a la pantalla-Goliat sobre sus espaldas, había sido una propuesta que sobresalía del resto del cartel al menos en términos de sonido (The Strokes y Metallica como principales atracciones del fin de semana, Martin Garrix y Flume en el escenario electrónico y un recorrido retro que iba desde Duran Duran hasta Rancid). Por otro, tal vez esa misma singularidad terminó por complicarle la dinámica con el público, más expectante y contemplativo de lo que se esperaría para un show de The Weeknd y que había sido para The XX un comportamiento ejemplar el día anterior. El debut de The Weeknd en la Argentina pasaba desapercibido. Sin pena ni gloria.
Seis años y medio después: The Weeknd tocará en River no una, sino dos veces. Este miércoles 18 y el jueves 19. Y entre aquel debut y esta consagración pasaron tantas cosas en su carrera como en el pulso de la música pop. El reggaetón y el trap -fundidos en esa etiqueta haragana llamada música urbana- monopolizaron el algoritmo a nivel masivo. Un sonido homogeneizado que parece plantear el fin de la historia en términos de consumos musicales de alta rotación. Parado a un un costado muy cercano de esa tendencia y siempre dispuesto a flirtear con ella, la música de The Weeknd (nacido en Ontario, Canadá, con el nombre de Abel Makkonen Tesfaye) se ha desarrollado con un pulso pop y la pista de baile como territorio a conquistar en última instancia, sea a través de los cortes originales de sus canciones o a través de remix posteriores. Entre sus discos de estudio, sus EP y sus colaboraciones, su obra es un muestrario de mucho de lo que puede ser la música pop en la última década. El r&b como base, el hip hop más como fuente y herencia generacional que como técnica y una sumatoria de matices que van desde el trap hasta el dance, el reggaetón o el soul. Rosalía, Bad Bunny, Drake, Travis Scott, Justice y Florence + The Machine son algunos de los nombres con los que colaboró The Weeknd en estos años de featuring para todo el mundo.
Consolidado como una estrella pop a nivel global, hoy The Weeknd es el resultado de una carrera cuyos inicios pueden rastrearse hasta 2009 y que tienen en Kiss Land, su disco debut, un mojón que cumple 10 años. Pero su gran carta de presentación fue se álbum posterior Beauty Behind The Madness y su hit “I Can’t Feel My Face”. Unos versos iniciales en los que cantaba como un outtake del Michael Jackson de los 80 y un estribillo de pop noventoso lo llevaban por primera vez en su carrera al #1 del ranking de Billboard y la revista Rolling Stone lo elegía como Canción del Año. Crítica y masividad de la mano, una combinación que no siempre se da.
Acusaciones y fracasos
A partir de entonces, The Weeknd pasaría a jugar definitivamente en las grandes ligas de la música pop. Starboy, su disco posterior, contó con producciones de Daft Punk, Diplo y Metro Boomin, entre otros. Un dúo de pop sofisticado con todos los pergaminos, un DJ que maneja todos los rincones de la electrónica para el dancefloor y el productor de trap por excelencia; en ese orden. Y aunque el disco se extiende hasta perder contundencia, los singles lo mantuvieron a tope. Algo que comenzaría a revertir en sus trabajos posteriores (After Hours, de 2020 y Dawn FM, de 2022). Hoy, The Weeknd es un artista de discos y de singles. Y, aunque en menor medida, también de polémicas y exposición, como lo fue su relación con Selena Gomez en 2017.
Un puñado de acusaciones de plagio se sucedieron casi como si fuese una moda entre 2015 y 2021, todas con diferentes resoluciones. Algunas llegaron a juicios, otras quedaron en demandas, otras se resolvieron antes de llegar a la corte. Y luego su incursión como actor y creador de la serie The Idol no llegaría a buen puerto. Desde las críticas al contenido y la perspectiva machista del guion a las denuncias por el ambiente laboral tóxico detrás de cámaras, la serie contó solo con cinco episodios y fue cancelada luego de esa primera temporada.
Por supuesto que para el star system y su presente continuo, la velocidad con la que se dejan atrás los fracasos es la clave para seguir en las primeras planas. Y The Weeknd parece acostumbrado a esa dinámica, incluso cuando se trata de éxitos, como si le esquivara también a dormirse en los laureles. Superó adicciones, superó una niñez con padre ausente y sus dos River serán también la superación de aquel debut inconsistente en tierras argentinas. Aquel día en el Hipódromo de San Isidro, había terminado su show con “The Hills” un trap/pop narcótico que, visto a la distancia, parecían estar presagiando el futuro de su relación con nuestro país y deslizando una estrategia a largo plazo: “Tu hombre está en la ruta, promocionándose”, dicen los versos iniciales de la canción. Y esa promoción puede dar frutos. Seis años y seis meses después.
Fuente: Sebastián Chaves, La Nación