Steve Ray Vaughan fue un artista de florecimiento tardío, que tuvo un desenlace trágico en 1990, cuando la vida parecía por fin sonreírle. Cuatro años antes, había dejado una larga adicción al alcohol y a las drogas y un matrimonio complicado; y se sentía motivado y con nuevos proyectos musicales. El guitarrista texano había golpeado a comienzos de los años ’80 a las audiencias con una avasallante creatividad y una sentida aspereza en su forma de tocar, quizás como su infancia hecha en la dureza de un hogar disfuncional, conviviendo con el alcoholismo y la violencia doméstica.
El pequeño Stephen se había apoyado en su hermano tres años mayor, Jimmie, que no sólo le inculcó el amor por la música: también había sido un bastión en donde refugiarse de esa violencia casi cotidiana. Talentoso e inspirado, logró desarrollar un inconfundible estilo y sonido con el que cerró la brecha entre el blues y el rock and roll. Y mientras que muchos de los guitarristas de aquellos años continuaban buscando nuevas técnicas de interpretación y sonidos renovados, Stevie Ray fue al hueso; bien lo definió Carlos Santana “toca la verdad desnuda”.
Como a otros artistas de blues a Vaughan lo perseguía un destino trágico. En la madrugada de un tormentoso 27 de agosto de 1990, después de haber cerrado con Eric Clapton, Buddy Guy, Jimmie Vaughan y Robert Cray el Festival Alpine Valley, en Wisconsin subió a un helicóptero para viajar hacia el aeropuerto de Chicago. Visibilidad cero y la impericia del piloto hicieron que el aparato chocase contra la ladera de un monte. Tenía 35 años.
Estampa clásica. Stevie Ray Vaughan, con su guitarra y su sombrero.
Nunca se confirmó que Clapton le haya cedido su lugar en el helicóptero, aunque algunas versiones así lo señalaban al enterarse que Vaughan pensaba regresar en automóvil al aeropuerto de Chicago. Una recapitulación de lo que sucedió ese fin de semana apunta a confirmar que tanto Stevie Ray, como su hermano Jimmie y su esposa Connie, tenían reservados tres lugares en uno de los helicópteros. A medida que trascurrió el domingo 26 de agosto, el tiempo se fue poniendo cada vez más tormentoso y adelantaron en una hora el comienzo del festival que tuvo un histórico cierre con una versión de Sweet Home Chicago, en la que se sucedieron los solos de Clapton, Cray, Guy, Jimmie y Stevie, que al parecer se llevó los mayores aplausos.
El basckstage era puro festejo y se lo veía a Clapton haciendo planes para mantener a este súper grupo en actividad. Muy por arriba les pidió que tratasen de no comprometerse en febrero y marzo de 1991 porque se estaba organizando un homenaje a Jimi Hendrix, en el Royal Albert Hall, de Londres. En la carpa detrás del escenario todo era abrazos y felicitaciones hasta que el propio Clapton cortó el festejo para decirles “el tiempo está empeorando y avisan de tormentas fuertes, levantemos esto y partamos”. Como siempre, la historia se prolongó por demás y cuando llegó el momento de partir la tormenta estaba sobre el valle.
La organización había dispuesto cuatro helicópteros, con cuatro asientos más el del piloto, y una serie de vans para el traslado de músicos y técnicos. Cuando los Vaughan llegaron al helicóptero asignado encontraron que de los tres lugares reservados, dos habían sido ocupados por el guardaespaldas de Clapton, Nigel Browne y el asistente del secretario de Turismo de Wisconsin, Colin Smythe. En el restante asiento estaba el manager de Clapton, Bobby Brooks; quedaba uno libre y Stevie Ray le dijo a Jimmie: “Quisiera ocuparlo, porque necesito volver cuanto antes”; Jimmie y Connie aceptaron quedarse y esperar a que el helicóptero regresase a buscarlos.
La investigación demostró que el helicóptero no estaba preparado para viajar sin instrumental y el piloto Jeff Brown decidió hacer el vuelo de manera manual, casi sin visibilidad. El aparato subió a mucha velocidad y quedó registrado que en el corto trayecto que hizo intentó ir por debajo de las nubes sin darse cuenta de lo engañoso del terreno, ya que es un valle profundo rodeado de montes. Quienes vieron el despegue señalaron en la pericia que fue el único helicóptero que se dirigió en sentido contrario a la dirección que debía tomar. El choque ocurrió a sólo un kilómetro de donde había despegado, pero nadie se enteró hasta la mañana siguiente, ya que no hubo explosión. El nerviosismo de esas horas en que se lo dio por perdido concluyó cuando desde el cielo lo vieron sobre la ladera de una pista de esquí.
Jimmie Vaughan y su hermano Stevie Ray.
Vaughan y sus ocasionales acompañantes murieron de manera instantánea por el choque. No hubo fallas mecánicas y la causa de su muerte fue una hemorragia interna por la disección de la aorta, además tenía destruido el bazo y el hígado y fracturas de cráneo y piernas. La autopsia reveló que no había restos de alcohol o de drogas. Uno de los más famosos blues es Call it Stormy Monday y Vaughan fiel a su estilo de bluesman murió un lunes tormentoso.
Días antes del accidente, le contó a sus compañeros de banda -el baterista Chris Layton y el bajista Tommy Shannon- que había tenido un sueño en donde veía su propio funeral rodeado de gente que acompañaba el cortejo y “yo me sentía aterrorizado, pero en calma”. Antes de subir al helicóptero, Vaughan se despidió de Layton con un “Te amo”.
El 30 de agosto, Stevie Ray Vaughan fue enterrado en el Lauren Land Memorial Park, en Dallas ante unas 4000 personas, entre los que estaban su hermano Jimmie, su esposa Connie, la novia de Stevie Ray, Janna Lapidus, Eric Clapton, Stevie Wonder, Bonnie Raitt, Buddy Guy, Dr. John y los ZZ Top. Un mes después, Jimmie Vaughan lanzaría el disco grabado junto con su hermano Family Style, que superó las ventas de todas los anteriores discos de los Double Trouble, la banda de Stevie.
Stevie Ray Vaughan le dio tanta alma al blues que logró ponerlo de pie. Sus cinco discos Texas Flood (1983), Couldn’t Stand The Weather (1984), Soul to Soul (1985), Live Alive (1986) e In Step (1989) y una carrera de ocho años reescribieron el manual de la guitarra blusera que grandes artistas como Robert Johnson, Big Bill Broonzie, Elmore James, Muddy Waters, B.B. King, Albert King y hasta Hendrix habían creado. Venía de una tradición de blues blanco que tenía como figuras a Peter Green, Clapton, Johnny Winter y Mick Taylor. Y todos quedaron eclipsados por ese estilo francamente revolucionario, al punto que el mundo de la guitarra se sentó y tomó nota.
Monumento que recuerda al virtuoso guitarrista de rock y blues Stevie Ray Vaughan, en Austin, Texas. Foto: Getty Images.
Si bien Vaughan siempre atrajo la atención por su música y sus geniales interpretaciones, detrás había un hombre con serios trastornos emocionales. Nació el 3 de octubre en Dallas, Texas, en un hogar complicado a causa de los serios problemas de alcoholismo de su padre Jimmie Lee Vaughan, un rudo recolector de asbesto (amianto), por cierto, un producto altamente cancerígeno y si bien, luchó contra su adicción, las repetidas escenas de violencia familiar marcaron a un tímido y sensible Stevie que encontró en su hermano mayor Jimmie, una forma de salvoconducto. Precisamente Jimmie fue el que lo interesó por tocar la guitarra aunque inicialmente quería ser baterista. “Un tiempo quise ser baterista, pero no había ninguna por ahí, así que me decanté por lo que había a mano, la guitarra”, dijo el artista que con siete años tocaba algunos acordes y podía seguir alguna que otra canción. También por esta época, Vaughan comenzó a beber “a los seis años ya bebía. Mi padre era alcohólico y bebía todo el tiempo y a mí me gustaba mezclar los restos de las botellas y beberlos a escondidas; me sentía un genio haciendo eso sin imaginar lo que me esperaba”. Para aquellos que gustan de las coincidencias, el padre falleció el mismo día que Stevie Ray cuatro años antes, en 1986.
El alcohol acompañó la carrera de Vaughan desde sus comienzos hasta octubre de 1986 junto con la cocaína que habría empezado a consumir hacia mediados de los setenta y antes metanfetamina, seconal y marihuana. En 1979, tuvo los primeros problemas con la ley al encontrarlo un policía que lo arrestó al verlo consumir cocaína y debió pagar una fianza de 1.000 dólares para recuperar la libertad. El maravilloso Muddy Waters, advertido de la situación, dijo “Stevie Ray podría ser el mejor guitarrista que haya existido, pero si sigue con el polvo blanco no llega a los cuarenta”. Lo condenaron a dos años de libertad condicional que por argucias legales no cumplió con las promesa de “alejarse lugares y personas”, en cambio sí decidió rechazar el servicio de cuartos en los hoteles que se hospedaba durante sus giras. No quería denuncias ni testigos.
Pero esta vida no podía durar demasiado, y los problemas comenzaron a hacerse muy evidentes durante la grabación de su tercer disco Soul To Soul, un muy buen trabajo que anticipaba musicalmente el deseo del artista de abrirse a nuevos sonidos aunque en el estudio los abusos de alcohol y cocaína obligaron a posponer una tras otra las sesiones. Uno de los técnicos recordaba esos días de la siguiente manera: “Llegábamos al estudio, nos drogábamos y jugábamos ping pong”. Dicen que se lo veía a Vaughan desconcentrado, quejoso por su falta de inspiración y con problemas para hacer sus partes. Volvamos sobre la música, por ese tiempo sumó al trío al tecladista Reese Wynans y al saxofonista Joe Sublett para darle un tono más de soul y aunque fue un disco de blues, tiene una paleta sonora más amplia.
Ahora bien, los verdaderos problemas surgieron en toda su magnitud durante la grabación del siguiente disco que por contrato discográfico con el sello Epic debía ser en vivo (1986), un material que reúne buena parte de temas de los discos anteriores tocados crudamente; podríamos decir que la compilación muestra temas sin mucho ajuste, pero ese no es el punto, ya que hay algunas interpretaciones excelentes como las versiones de Commit A Crime, de Howlin’ Wolf, Supertition, de Stevie Wonder y Voodoo Child, el clásico de Hendrix. El disco contiene cuatro conciertos de una gira cargada de una energía muy negativa a raíz de los abusos. Shannon le dijo al manager de la banda en julio de 1986, “vamos a chocar a toda velocidad contra una pared de ladrillos”, mientras que el flamante tecladista Wynans señalaba azorado “todo es muy ilógico con ellos”.
Cumbre blusera, Stevie Ray Vaughan y Freddie King.
El colapso sobrevino en septiembre de 1986, en Alemania, durante la gira con con Double Trouble. “Soy alcohólico y vivía en una realidad distorsionada; la mayoría de mis valores habían desaparecido y estaba todo realmente mal; finalmente dejé de pelear y pude pedir ayuda”, señaló Vaughan en una entrevista con Musicradar. Se internó en Londres y tuvo cuatro semanas en un centro de rehabilitación de la clínica Charter y se sumó a los grupos de Alcohólicos Anónimos desde donde edificó su recuperación.
El principal temor de Vaughan al salir de su rehabilitación, en noviembre de 1986, era no poder estar a la altura de su nueva gira debido a su sobriedad, algo completamente desconocido para el artista. A poco de comenzar ese tour, los nervios se fueron aflojando para dejar en evidencia a un guitarrista inspirado y con una potente motivación para hacer su próximo disco que debió esperar que terminará sus trámites de divorcio con Lenny y así grabar In Step (1989), su obra maestra y último disco, con el que logró un Disco de Oro y el premio Grammy a mejor disco de blues; el mejor álbum de estudio según los propios músicos. “Se llamó In Step porque finalmente estoy en sintonía con la vida, con mis sentimientos y con mi música”, dijo Vaughan. En el disco parece haber encontrado su propia voz y trasmite una honestidad emocional superior; hay una apertura real en su música que se preveía en Soul to Soul, aunque también dureza como en el boogie The House Is Rockin’, o el vertiginoso Scratch-n-Sniff o Travis Walk, un ardiente instrumental. Un disco que se abre a todas las facetas de Vaughan, como el brillante Riviera Paradise. Un disco hermoso que tiene una carga agridulce sabiendo ahora el desenlace de este gran artista.
Stevie Ray Vaughan. Guitarra vas a llorar.
Cuando ocurrió el accidente que le costó la vida, Vaughan estaba en un gran momento, sus temas sonaban con una carga de energía adicional, era la música de un superviviente que había logrado salir de su propio infierno. Modesto como siempre cuando le contaron todo lo que su hermano Jimmie se ufanaba orgulloso de él, dijo: “pero sigue tocando mejor que yo”.
Fuente: Clarín