El tiempo vuela en todos lados menos en la habitación de la Clínica de Rehabilitación Integral (ALCLA) donde Sergio Denis (70) se encuentra internado. La vida del músico entró en un compás de espera aquella noche fatídica del 11 de marzo, cuando cayó de un escenario en San Miguel de Tucumán, desde tres metros de altura, y golpeó su cabeza contra el piso.
Estuvo internado varias semanas en un hospital de Tucumán, lo trasladaron a un centro médico de Buenos Aires y desde principios de mayo se trabaja en su rehabilitación en esta reconocida clínica del barrio de Núñez donde también se encuentra Santiago Bal, y donde estuvo Gustavo Cerati hasta el día de su muerte.
El parte médico se repite: «El músico se mantiene estable, compensado hemodinámicamente, sin interrupciones agudas. Su estado neurológico no presenta cambios significativos«.
Junto al esfuerzo y la dedicación de sus doctores está el amor de sus seres queridos, quienes mantienen una firme presencia en la vida cotidiana del artista. Sus familiares y amigos lo visitan de manera constante, acompañándolo y esperando el día que por fin logre despertarse.
En ese pequeño cuarto de 4 x 3 metros, precedido por un baño (entrando a la derecha), solo hay una cama. Ni tele ni radio, nada. Hay una sillita, claro, que sirve de refugio para las emociones que se van sucediendo: aliento, esperanza, angustia y pena.
El que va casi todos los días es Carlos Hoffman, el hermano de Sergio, quien vive a tres cuadras del lugar. Nora Hoffman, su hermana, viaja cada vez que puede desde Coronel Suárez a Capital para darle un beso y charlarle un poco: las más de 6 horas en micro bien lo valen. Federico y Victoria, sus hijos, se van turnando para estar con él. Todos ellos se encargan de cuidar que al músico no le falte nada, aunque están más que conformes con la manera en que el equipo médico lo cuida.
Carlos Hoffman, hermano de Sergio.
Las enfermeras lo mantienen bien higienizado: su cuerpo no tiene escaras ni otras complicaciones. También lo miman y tratan de llevarle algo de alegría. A veces improvisan un show cantando sus temas más conocidos, otras lo sorprenden poniéndole algún rico perfume.
Su hermana, Nora Hoffmann.
Bárbara Hoffman, la hija mayor de Sergio, vive en Lago Puelo, pero se mantiene al tanto de todo y de vez en cuando se expresa en redes sociales. En estos días, al cumplirse seis meses del accidente de su padre, escribió una fuerte carta que publicó en Facebook. Allí transmitió su dolor pero también cierto fastidio por lo que les toca enfrentar.
«Ya 6 meses… Durante todo este tiempo hubo, hay y habrá de por vida mucho sufrimiento», comenzó diciendo. Y en otra parte comenta: «Lamentablemente nunca se lo nombró tanto en los mejores momentos de su carrera y sí en esta situación y eso jode«.
«Muchos mensajes fueron muy lindos y alentadores pero como en todo, muchas personas fueron muy desubicadas y faltas de respeto (sic)», agregó. Luego cerró: «Papá sigue sin cambios, aún no despierta. Esperamos lo mejor para él, que tanto lo merece«.
La fuerte carta que publicó Bárbara, la hija de Sergio.
Todos ellos están conectados a través de un grupo de chat que crearon después del accidente.
Diego Colombo también forma parte de ese círculo íntimo. Es el histórico abogado de Sergio, pero mucho antes que eso es su amigo y hombre de confianza desde hace más de 50 años. Va a verlo todos los viernes, y la semana pasada fue testigo de un momento que lo estremeció.
Diego Colombo, abogado y amigo de Sergio Denis desde hace más de 50 años.
«Fuimos a verlo con Federico, con el hijo, y le decíamos lo de siempre: ‘Negro, tenés que salir’, ‘Dale Negro, con fuerza, que te esperamos’, ‘Vamos a salir y vas a estar bien’», le relató a Clarín, en exclusiva.
«Y bueno, en un momento lagrimeó. Le dije a Federico que tenía una lagrimita y se la sacamos con el dedo. A veces soy exagerado con mi deseo y veo o siento cosas que no son, pero la lágrima estaba ahí, la tocamos», explicó Diego.
Sergio en los Premios Gardel 2018. Foto: Emmanuel Fernández.
No es el único que nota que el cantante se moviliza con ciertos estímulos. En algún momento, Cacho Castaña se comunicó con Carlos para sugerirle que no dejen de hablarle a Sergio, que insistan, que tengan fe, que él vivió una situación similar y que, cuando despertó, se acordaba de todo.
Cada vez que alguien entra a la habitación, Sergio abre sus ojos. «Pero tiene una mirada distinta, no es perceptiva«, aclara Colombo. Se alimenta a través de una sonda, por supuesto. Si bien perdió algo de peso y masa muscular, su aspecto no es para nada chocante.
Nadie se pone plazos: todo este proceso está regido por la paciencia y la fe. Esa actitud que Sergio sacó a relucir a lo largo de su vida cada vez que tocó fondo, como cuando quebró y perdió todos sus ahorros, en los años noventa, o luego cuando estuvo a punto de quedarse sin voz. Siempre volvió.
En esa pequeña habitación donde desde hace meses todo es silencio y quietud, Sergio y los suyos la están peleando día tras día.
Fuente: Clarín