No caben dudas: la vida de Rubén Blades es de película. En cincuenta años de exitosa carrera artística este gran músico panameño escribió más de doscientas canciones, grabó cuatro decenas de discos, ganó diecisiete premios Grammy y se convirtió en un referente ineludible de la salsa. También trabajó como actor en Hollywood, estudió Derecho en Harvard y se postuló a presidente de su país.
https://youtu.be/fervFP8n4Eo
Todas esas vivencias están reflejadas -con mayor o menor despliegue, según el caso- enYo no me llamo Rubén Blades, el documental de su compatriota Abner Benaim que sigue en cartel en los cines y desde hoy en HBO GO y Flow.
Exhibido en varios festivales (entre otros, el de Cine Latino Nueva York, la ciudad en la que Blades ha pasado buena parte de su vida, y el de Cine y Música del South By Southwest (SXSW), en Austin (Texas), donde se llevó el Premio del Público), el film está armado sobre la base de declaraciones del propio protagonista y testimonios de artistas de renombre que lo conocen a la perfección, como Sting, Paul Simon, Residente, Gilberto Santa Rosa, Danilo Pérez y Junot Díaz. Hace poco Blades dijo que esperará a cumplir 75 años para verlo (hoy tiene 70). «Ya no soy capaz de soportarme viéndome a mí mismo durante una hora y media -aclaró-. Tampoco me metí mientras Abner lo filmaba. No quise opinar. El objetivo de la película no es que me agrade a mí. No me gusta inmiscuirme en el trabajo de los otros».
Benaim ya era fan de Blades antes de conocerlo. En 2009 terminó su ópera prima, Chance (2009), una ficción que batió récords de audiencia, con más de 140.000 espectadores en salas panameñas, y quiso mostrársela al músico, que en ese momento era ministro de Turismo de Panamá. Blades aceptó y lo invitó a su casa. Cuando se encontraron, el cantante, fiel a su estirpe de gran conversador, le contó jugosos detalles de su vida y su carrera. Benaim se dio cuenta muy rápido de que todas esas historias merecían tomar estado público. Diez años después de aquella primera cita, la película es un hecho. Y más allá de los datos interesantes de la extensa trayectoria de Blades, también se mete con un espeso asunto familiar: el de Joseph Verne, un hijo de 39 años que el artista no reconoció durante mucho tiempo. Recién en 2014, luego de la evidencia que aportó un test de ADN, Blades aceptó ser el padre de Joseph. «No necesito ver la película para reconocer el impacto de ese hecho -admite-. Es algo que mi hijo y yo ya procesamos y entendimos. Hemos hablado mucho del tema, lo hemos asimilado. Como él dice: ‘Ahora miremos hacia adelante, no hacia atrás’».
Aunque alguna vez dijo que «la música caribeña se está produciendo hoy como si fueran chorizos» (diario español El País, 1999), Blades prefiere no emitir juicios sobre la actualidad de la música latina, atravesada por fenómenos emergentes como el reggaeton y el trap: «Los gustos varían, y más en el área del entretenimiento -sostiene-. Cada panorama musical está determinado por la generación que le corresponde. No puedo juzgar, porque mi criterio está basado en una realidad que es parte del pasado, la que me formó. Determinar la calidad de algo es una función del tiempo».
En su prolífica carrera como actor, Blades trabajó con actores de la talla de Christopher Walken y Mickey Rourke (en Homeboy, de 1988), Denzel Washington y Samuel L. Jackson (en Mo’ Better Blues, de 1990) y Anthony Hopkins (La guerra de un solo hombre, de 1991). «Me saca de mi zona de confort, que es la música. Eso es lo que más me atrae de la actuación -afirma-. Haber participado en proyectos en los que no tuve el control, con gente muy talentosa, me ayudó a crecer como persona y profesionalmente».
En el terreno de la música sigue en plena actividad: participa en las grabaciones de discos con Boca Livre, Roberto Delgado y Gazu, diagrama planes con una banda que armó no hace mucho -bautizada Paraíso Road Gang- y acaba de terminar una colaboración con Chic Corea. Sigue instalado en Nueva York, aunque asegura que «se está convirtiendo en otra ciudad, una en la que todo es carísimo y que vive de una imagen que no existe».
Cuando piensa en su lugar en la historia de la salsa, el género con el que se hizo famoso en todo el mundo gracias a aquellos notables discos que grabó con Willie Colón para el sello Fania en los 70 y los 80, cree que se ganó un lugar importante, pero también se ocupa de destacar a otros referentes que considera fundamentales: «Willie, Arsenio, Machito, Mario Bauzá, Tito Puente, Celia Cruz, Héctor Lavoe, Fania All Stars, El Gran Combo, Larry Harlow con Miranda, Kako, Louie Ramírez… ¡Somos muchos! Nadie hace nada solo».
A lo largo de medio siglo, Blades ha construido un cuerpo de obra generoso y muchas veces cargado de magia e inspiración, pero fue Pedro Navaja, esa perfecta crónica social de la vida de algunos antihéroes de Nueva York que brilló en Siembra, disco que grabó con Willie Colón en 1978, la canción que lo puso en boca de todos. «Esa historia no tiene fecha de expiración -dice él-: un tipo que se creyó el más vivo es castigado por su arrogancia, una víctima se defiende de su atacante, un tercero resulta beneficiado por la tragedia ajena y se lo agradece a Dios… Es como una gran película. Y el coro, ‘la vida te da sorpresas’, continúa muy vigente».
De Venezuela y Roger Waters
Rubén Blades siempre ha estado interesado en la política. Tanto como para haberse presentado en 1994 como candidato a presidente de Panamá (entre siete candidatos de esas elecciones generales, quedó en el tercer lugar, con el 20% de los votos). Más tarde, en 2004, apoyó la candidatura presidencial de Martín Torrijos. Cuando el hijo de Omar Torrijos llegó al poder, fue nombrado ministro de Turismo, un cargo que ocupó hasta 2009. También se manifestó varias veces en contra del bloqueo económico de los Estados Unidos a Cuba. «El apoyo popular determina el éxito de un artista, y siempre existe un espacio para opinar cuando se logra cierta popularidad -analiza-. Las nuevas generaciones enfrentan los mismos problemas que la gente ha enfrentado en el pasado, pero agravados. Por eso canciones que hice hace mucho, como ‘Plástico’ y ‘El padre Antonio y su monaguillo Andrés’, siguen siendo muy escuchadas. El artista tiene un rol importante cuando los medios de comunicación están controlados por el poder, al servicio de la corrupción y pensados para mantener un statu quo de mediocridad».
Respecto del reciente Venezuela Live Aid, evento del que participaron unos cuantos artistas internacionales -entre ellos, Ricardo Montaner y Diego Torres- y de la postura diferente del británico Roger Waters, que apoya a Maduro, Blades elige la mesura: «Lo que debemos hacer es analizar los hechos objetivamente. Pero la mayoría reacciona emocionalmente. Hubo un contenido político detrás de la ayuda humanitaria a Venezuela, es cierto. Pero la crisis humanitaria existe y debe ser tenida en cuenta. La opinión de Waters no es una actitud. No la califico ni la descalifico, es su opinión. Y yo prefiero no opinar sobre las opiniones de otros, aun cuando no las comparta».