Los empleados del aeropuerto de Ezeiza están acostumbrados a las muchedumbres. Entre la habitual ida y vuelta de los pasajeros, los encargados de transportarlos y la ocasional pero repetida escena de los famosos y sus tumultos no sorprenden a nadie. Y sin embargo, cuando esta semana cientos de jóvenes se instalaron en los accesos de entrada del aeropuerto para acampar en espera de su ídolo, su paciencia, tranquilidad y convicción debe haber sorprendido a más de uno.
Es que hace unos días, desde que se anunció que Kim Seok-jin, más conocido en todo el mundo como Jin de BTS, vendría a la Argentina para participar del show de Coldplay de este viernes, la ciudad se tiñó de violeta, el color oficial de la banda y de sus fanáticos reunidos bajo el título de ARMY (el acrónimo de Adorable Representative MC for Youth, algo así como Adorable Representante Maestro de Ceremonias para la Juventud). Un grupo tan apasionado y nutrido que se quedó con las ganas de ver de cerca al cantante a su llegada a Buenos Aires cuando, por cuestiones de seguridad, Jin tuvo que dejar el aeropuerto por un acceso secundario y vedado al público.
Sin embargo, como es habitual para él y para el resto de los integrantes del grupo, rápidamente publicó sus disculpas, agradeció el amor de sus fans y los invitó a verlo en el concierto del viernes en River. No hacía falta, claro. Desde que se supo de su visita y la organización puso a disposición del público un remanente de entradas, los integrantes locales de Army compraron sus tickets y agotaron las localidades para ver el show por las pantallas de salas Cinemark, Hoyts y Cinépolis, que lo transmitirán en vivo en pantalla grande, como ocurrirá en todo el mundo. De todos modos, el gesto del ídolo implicó un reconocimiento a sus fieles seguidores, parte de un ejército que se cuenta de a millones en todo el mundo.
Mucho se ha escrito sobre la influencia de los siete muchachos coreanos en la juventud global, su conquista de los Estados Unidos –a mitad de año visitaron al presidente Joe Biden en la Casa Blanca– y del impulso que le dieron a la ola coreana (o Hallyu) que incluye el interés por el cine, la comida, la música y la TV del país asiático. Más recientemente, el futuro de la banda K-pop frente a la inminente obligación de sus integrantes de cumplir con los 21 meses de servicio militar en su país fue analizado como cuestión de Estado, y no solo en la prensa de Corea del Sur. En el centro del debate, que ocupó jornadas enteras del Parlamento coreano, estuvo Jin, el mayor del grupo. El artista, que el 4 de diciembre cumplirá 30 años y, según anunció hace unas semanas la productora de la banda, comenzará el proceso de alistamiento desde fines de este mes, una vez concluidos sus compromisos como solista. Buenos Aires y el concierto de Coldplay en el que interpretará “The Astronaut”, la canción que coescribió con Chris Martin, será una de los últimos que cumplirá.
“Cuando comencé a entrenarme para debutar como artista soñaba con poder convocar a una audiencia de mil personas. Esa era mi meta en aquellos días”, explicaba Jin el año pasado en una entrevista con la revista Rolling Stone. Y a aquel joven de 21 años, que ya había participado en la adolescencia de las audiciones de SM, una de las más poderosas empresas productoras de artistas de su país –de las que salió más asustado que convencido– recibió un día la oferta de probarse en una productora nueva. Esa vez dijo que sí y se sumó a una primera versión de lo que sería BTS o Bangtan Sonyeondan, que suele traducirse al inglés como Bulletproof Boyscouts (o Boyscouts a prueba de balas).
Siguieron unos años de duro entrenamiento para todos los integrantes pero sobre todo, dice Jin cada vez que le preguntan, para él, que no se había formado como cantante o músico, a diferencia de sus compañeros. Es que el muchacho, que el viernes se subirá al escenario junto a Coldplay para cantar frente a más de 50 mil personas en realidad siempre soñó con ser actor, y estaba formándose como tal cuando se sumó al proyecto BTS.
“En aquel tiempo y ahora también, es cierto que lo que al resto de los integrantes del grupo les sale naturalmente a mí me lleva más esfuerzo. Por ejemplo, los otros integrantes aprenden una coreografía y enseguida la sacan, pero yo no puedo hacer eso. No quiero ser una carga para ellos así que suelo llegar una hora antes a los ensayos y quedarme más tiempo una vez que terminaron para seguir practicando”, contaba Jin en la entrevista con Rolling Stone en la que no descartó que algún día tal vez pueda intentar suerte en la actuación. No sería nada raro. En Corea del Sur los artistas musicales suelen trabajar también como intérpretes, tanto en teatro como en cine y TV. De hecho, V, su compañero de grupo, es uno de los protagonistas de la miniserie Hwarang (2016, disponible en Netflix). Claro que eso, si llega a ocurrir, será más adelante.
Por ahora, Jin está dedicado a la campaña de promoción de su nueva canción como solista que será además una especie de gira de despedida antes de su ingreso al servicio militar. Un hasta luego del que inesperadamente Buenos Aires -y sus miles de fanáticos locales- tendrán el privilegio de participar.
Fuente: Natalia Trzenko, La Nación