El músico argentino instalado en Los Angeles se abrió camino en la industria del cine y ya compuso para grandes producciones sin perder su esencia; dice que también admira la carrera de Trent Reznor, de NIN, y Atticus Ross, creadores galardonados de la música de grandes series
Cuando era chico, el compositor argentino Ramiro Rodríguez Zamarripa era fanático de Karate Kid, la saga de películas protagonizadas por Ralph Dimaggio que cuenta los derroteros de un adolescente que crece en Los Angeles y abraza los conocimientos milenarios del arte marcial para ganarse un lugar en un contexto adolescente de aventuras de todo tipo.
Lo que nunca había imaginado este joven y formado músico porteño radicado en Los Angeles es que décadas después él estaría abrazando otro arte milenario, el de la música, y que estaría trabajando y componiendo en esa misma ciudad para la banda sonora de Cobra Kai, la exitosa serie de Netflix basada en la película. Y, muchos menos, que obtendría el masivo reconocimiento de Hollywood, que ya lo empieza a señalar como el nuevo Gustavo Santaolalla en la competitiva industria de la música para cine.
“Para mí, es un sueño hecho realidad”, dice Ramiro, de 30 años, con modestia y bajo perfil desde su casa de Los Angeles. Pero sus composiciones son de un altísimo perfil en Hollywood. Además del hit de Netlix, Rodríguez Zamarripa compuso música para Kung Fu Panda de DreamWorks y para Jurassic World: Camp Cretaceous; también para la serie PEN15 de la plataforma Hulu, nominada a múltiples Emmys y para la serie documental de Epix Helter Skelter: An American Myth, de la directora y creadora Lesley Chilcott, en la cual colaboró también con el compositor Christophe Beck (Frozen, The Hangover, Edge of Tomorrow).
Sus trabajos son notorios: ha contribuido con composiciones en Central Park, de AppleTV creada por Josh Gad, con la participación de Kirsten Bell y Stanley Tucci, entre otros reconocidos actores. Y también compuso para la exitosísima miniserie Die Hart, de Quibi, protagonizada por Kevin Hart, John Travolta y Josh Hartnett.
Su historia es inspiradora para aquellos que creen en el compromiso y el estudio como modo de vida. Descubrió que la música era lo suyo a los 13 años, cuando estudiaba guitarra e instantáneamente conectó con la parte más compleja del arte: la teoría musical. Eso le abrió otras puertas, impensadas para la edad. “Desde muy chico, descubrí que allí había una carrera profesional. Y entendí a la música para cine como algo inquietante y complejo. Podía ver la película, pero lo que más movilizaba mis sentidos era la música. Me fascinaba que la música de películas abarcara muchos géneros musicales, y que distintas películas dependiendo de las historias que tratasen abordaban un amplio abanico de estilos musicales “, explica, al recordar sus primeras impresiones.
Su carrera se basó en el esfuerzo de subir un peldaño tras otro. Cuando terminó el colegio, decidió estudiar Composición y Producción Musical en la Universidad Católica Argentina (UCA), y se graduó con honores. Luego de recibirse, y ya como un multiinstrumentista formado y versátil, su pasión por la música de cine hizo que decidiera mudarse a Los Angeles, el epicentro de la industria, con el fin de realizar el Programa de Música para Cine en UCLA (University of California, Los Angeles). Durante este periodo, Ramiro realizó una pasantía con Tim Davies (La La Land, Frozen, Ant-Man, and the Wasp), donde contribuyó con música para la banda sonora de Trollhunters, una seria animada de Dreamworks, creada por el célebre director mexicano Guillermo del Toro. A través de una recomendación personal de Tim Davies, continuó su carrera uniéndose a Attitude City Music, una compañía liderada por el reconocido compositor Leo Birenberg.
Hoy, sin perder la modestia que lo caracteriza, puede visualizar el impacto que produce su obra y el camino abierto por Santaolalla, por quien Ramiro tiene una gran admiración. “Santaolalla, que es un referente indiscutido, inauguró un sonido signature en Hollywood, un sonido Latinoamericano, que absorve elementos de toda la región. Y ese sonido es una guía reconocible en la industria, que permite generar e integrar mundos, sin perder originalidad”, sostiene.
Su trayectoria, a pesar de su corta edad, es deslumbrante, incluso para los entendidos, e incluye películas como Staten Island Social Club, de los renombrados Impractical Jokers de TruTV; Second Born Royals, de Disney+ y el hit independiente Plus One, la película ganadora del Audience Award 2019 del Tribeca Film Festival.
Cuando no se encuentra trabajando para Attitude City Music, Ramiro se enfoca en proyectos personales como el documental Iron Family, que se estrenó en el festival de cine de Wisconsin, o la película Come To Your Own, estrenada en el festival de cine NFMLA. Recientemente, colaboró con Jonathan Hartman (Superstition, Dark/Web), el compositor nominado a un premio Emmy, en la música para Interrogator, un proyecto de la prestigiosa compañía británica Games Workshop.
Pero aún le quedan sueños por cumplir, como colaborar con quienes visualiza como sus referentes mas cercanos en la actualidad: el líder de la banda Nine Inch Nails, Trent Reznor, y el productor Atticus Ross, que combinan la electrónica, el procesamiento de sonidos y la experimentación para crear ambientes climáticos de profundidad en el cine. “Ese sería un sueño hecho realidad…”, remata Ramiro haciendo una vez más gala de su modestia, mientras se despide para ir al estudio a seguir componiendo.
Fuente: La Nación