Nada se pierde, todo se transforma: la célebre frase del químico Lavoisier vale también -salvando las distancias- para el rock and roll. Este baile, que reflejó en los años ’50 un estado de rebelión adolescente, parecía haberse perdido en los años ’70. Pues bien, no. El rock and roll, como buena parte de esa extraordinaria familia de bailes sociales surgidos en la década de 1930, ha vuelto con una fuerza inusitada. Digámoslo de una vez: nunca se fue del todo.
Hay un progenitor en esta casta a la que pertenece el rock and roll y se llama Lindy Hop. En los años sombríos que siguieron a la Gran Depresión de 1930, los salones nocturnos del barrio de Harlem hervían con el ritmo de las bandas de jazz. Los jóvenes negros quemaban sus energías y sus frustraciones en una nueva forma de baile, acompañado por la música que tocaba para ellos la orquesta de Count Basie o el trompetista Dizzy Gillespie en el legendario Salón Savoy. Era un baile de parejas, a la manera occidental, pero con la improvisación propia de las danzas del Africa negra y con movimientos tomados de la acrobacia y de tomas del jiu-jitsu.
También era un baile de competencia informal entre la gente que frecuentaba el Savoy y que practicaba frenéticamente nuevos pasos y destrezas en su casa y en la calle. Otro género similar de la misma época es el “Jitterbug”, pero llevaría mucho tiempo internarnos en las sutiles diferencias entre estas danzas y también entre las de sus herederos.
Parejas bailando rock and roll, una tradición que sigue en pie. Foto Shutterstock
Todo cambió con el Twist
El Lindy Hop no sobrevivió a la aparición del twist y de otros bailes en los que cada persona bailaba por su cuenta y prácticamente sin necesidad de aprender pasos. Pero a comienzos de la década del ‘50, cuando Bill Haley y Elvis Presley volvieron tremendamente popular una nueva forma de música inspirada en el rhythm-and-blues negro, el viejo baile de Lindy Hop estaba allí, listo para volver a la pista bajo otro nombre: rock and roll.
Rafael Mendaro es un bailarín y maestro de rock and roll y un verdadero pozo de sabiduría en lo que se refiere a su historia, su evolución, su fuerte resurgir en las últimas décadas y también sobre lo que él define como una manera de bailarlo propiamente argentina.
En cuanto a él mismo, descubrió el rock de una forma casual: hace algo más de veinte años volvía de una clase de tango caminando por la calle Monroe y en un barcito vio gente bailando rock and roll. Se acerca al profesor y le dice: “Yo bailo rock y me gustaría…”. “A ver”, lo interrumpe el profesor, cuyo apodo era “Elvis” (jopo incluido). Le señala una chica: “Bailá con ella”. Luego de dos o tres pasitos su compañera lo abandona: “Vos creés que bailás rock, pero no; se baila de a dos y estás haciéndolo solo”. Al domingo siguiente Rafael estaba allí de nuevo y no mucho tiempo después fue asistente de Elvis.
El rock and roll se baila de a dos. Nadie se salva solo. Foto Shutterstock
Rock alrededor del reloj
Bill Haley, uno de los precursores del rock and roll. Foto Archivo Clarín
La juventud argentina aprendió a bailar rock and roll con la película de Bill Haley Rock alrededor del reloj, estrenada en 1955. Cuenta Rafael: “Los pibes tenían que ir al cine por lo menos diez veces para poder sacar los pasos. No había aquí ni tradición ni escuela, pero el furor fue tan grande que llegó a haber concursos todos los fines de semana; desde el Luna Park hasta el más modesto club de barrio. Y así apareció un rock and roll argentino, con pasos que no se hacen en ningún otro lado y variantes influidas, por ejemplo, por el zapateo del malambo»
Y sigue: «Hay un estilo nacido en el sur del gran Buenos Aires, gracias a un maestro que baila folclore; formó gente, sus alumnos lo fueron copiando y así se irradió esa forma. El tango también de alguna manera influyó. Tangueros como Miguel Zotto, que baila muy bien rock, le dio un toque de tango y fue después muy imitado”.
Después del gran auge de los ’50 y ’60, el rock and roll resistió en algunos reductos (como también tuvo que hacerlo el tango hasta la década del ’80). Ya desde los años ‘90 el rock está muy presente, particularmente en el Gran Buenos Aires; pero es preciso ir a esos lugares con cierto respeto por su tradición de baile y sus códigos. Hay que ganarse un espacio en la pista y estar preparado para que te empujen y te saquen. «Entonces –dice Rafael- tenés que ir a tomarte una cerveza tranquilo y volver cuando las cosas se calmen”.Play VideoVideo: Bailando rock and roll con Bill Haley
Es una cultura muy instalada, más que en la ciudad de Buenos Aires donde predomina un rock más salsero, más de los ’90. El de los barrios suburbanos es más agresivo, más fuerte.
Y es preciso hablar de algo fundamental: la cultura del disc-jockey; son individuos con una gran autoridad, muy respetados y que parecen predicadores. Cada uno tiene su colección de cd’s que no comparte con nadie y pueden gastarse mucho dinero en traer música negra de afuera, influida por el jazz y el blues. Son rarezas de la época de oro que jamás se escuchan en una radio. Quizás en un baile pasan dos o tres temas de Bill Haley o un poquito de Elvis, pero los consideran comerciales: “Es como en las milongas, nunca se bailan tangos de los ‘70, o música de Piazzolla, o cantados por Julio Sosa. Siempre son orquestas de alrededor de la década del ‘40. Hay una música para escuchar y otra para bailar”.
En Europa también se baila
Hasta los niños bailan rock and roll Foto Shutterstock
En los Estados Unidos y prácticamente en toda Europa estos bailes de pareja hoy se imponen, con múltiples festivales y concursos internacionales. En Alemania, por ejemplo, tiene una gran presencia otro miembro de la misma familia, el boogie-woogie. El swing, el más parecido al Lindy Hop original por sus características acrobáticas, arrasa; y está desplazando a la afición por el tango que detentaba la supremacía de los bailes de salón en todo el mundo desde hace no menos de 30 años.
La transmisión del rock argentino fue dándose, en parte, de una manera generacional porque el rock de los barrios tiene también algo familiar.
Dice Rafael: “En una cancha de Fuerte Apache (en el barrio de Ciudadela, patria de Carlos Tevez) se arman encuentros de rock and roll los domingos a la tarde –estamos hablando de prepandemia- y puede verse a los gurrumines en un costado bailando muy bien. Y por otra parte hay escuelas muy grandes, como la de La Viruta, que es también un templo del tango, o Gente de Rock, más nueva. Pero hay una diferencia entre, por un lado, los que aprendieron en las escuelas de los últimos tiempos y que bailan de un modo más formal; y por el otro, el bailarín que aprendió en los propios bailes, practicó con el picaporte de la puerta y tiene una gran musicalidad, pero no sabe lo que está haciendo”.
El Rey. Elvis Presley, a quien los disc jockeys puristas consideran «muy comercial» en el baile del rock and roll. Foto AP
Fuente: Clarín