Eran las 3 y 5 de la tarde del 24 de junio de 1935 en Medellín, cuando el piloto Ernesto Samper Mendoza, al comando del avión Ford Trimotor matrícula F-31 de la empresa SACO, Servicio Aéreo Colombiano, comenzaba las maniobras de despegue en el Aeropuerto Olaya Herrera, rumbo a Cali. A unos metros, esperaba para hacer lo propio el piloto de otro avión del mismo tipo, de la SCADTA, Sociedad Colombo Alemana de Transportes Aéreos. Samper carretea. El banderillero le hace señas para que pare. Samper acelera. Incomprensiblemente, el avión de SACO se desvía y embiste al de SCADTA, que esperaba su turno para el despegue. El choque fue de frente y ambas aeronaves estaban cargadas de combustible. La explosión fue inmediata.
En pocos minutos, todo fue chatarra, humo y cuerpos calcinados. Diecisiete personas en total quedaron absolutamente carbonizadas, entre ellas, Carlos Gardel, “el morocho del Abasto”, considerado el más grande cantor de tangos de todos los tiempos y una de las figuras más importantes del siglo XX. Con él, viajaba su letrista, el brasileño Alfredo Le Pera y sus guitarristas, Ángel Domingo Riverol y Guillermo Barbieri (padre del conocido humorista Alfredo y abuelo de la actriz Carmen Barbieri).
El juicio penal en Colombia culpó, principalmente, al viento y si acaso había responsables, no se los podía imputar ya que estaban todos muertos. La causa se cerró. Fin de la historia oficial.
Este miércoles, a 85 años de aquel «accidente», la Fundación Internacional Carlos Gardel (FICG) lanza Vuelo siniestro, un libro de 384 páginas, impreso en papel ilustración, con más de 150 fotos inéditas, en el que el Ingeniero mecánico colombiano Mauricio Umaña y su hija Manuela reúnen los expedientes judiciales desaparecidos en el año 1935 y recuperados hace tan solo seis años en el altillo de la biblioteca del Archivo General de la Nación de Colombia. También aparece el libro La Verdad, escrito por el abogado apoderado de la SCADTA, Alfonso Uribe Misas y prohibido en su momento por el Gobierno de Colombia. Además del texto y las imágenes, Vuelo siniestro tiene un código QR que permite al lector ver, en su dispositivo móvil, material audiovisual original coloreado y una simulación del choque que acabó con la vida del “Zorzal criollo”.
“En esa época se hablaba del juicio penal, acá nadie fue responsable, fue un huracán que apareció de golpe para despedir a Gardel, fue una cosa absurda”, se lamenta Umaña desde su casa en Miami, en diálogo con Clarín. El colombiano, además de ingeniero apasionado por la aviación, es hijo de un experto en comunicaciones que trabajó como instructor en la compañía de aviación SCADTA durante 25 años. Por eso, Mauricio supo que el mismo día del accidente, un equipo de expertos enviado por el abogado de la compañía alemana, Alfonso Uribe Misas, había realizado una inspección ocular y había llegado a la conclusión de que el piloto Ernesto Samper Mendoza y la compañía SACO, como subsidiaria directa, tenían responsabilidad en el hecho.
A la hora de embarcar para hacer el tramo Medellín-Cali, Samper separa al piloto a cargo del vuelo
“Ahí fue donde entró la mano del gobierno colombiano para que la verdad no se conociera. No se publicó nada. A ese informe lo ocultaron, lo desaparecieron”, denuncia Umaña.
El accidente del avión donde iba Gardel, en Medellín
-Pero, ¿qué fue exactamente lo que descubrió Uribe Misas y por qué el gobierno colombiano se empeñó tanto en ocultarlo?
Según relató a Clarín el titular de la FICG y editor de Vuelo siniestro, Walter Santoro, “cuando Gardel comienza la gira por Centroamérica y Caribe, se hace mucho más famoso de lo que ya era. Entonces, Samper Mendoza, que era de familia ilustre y uno de los dueños de la SACO, quiso llevarlo él mismo, por el prestigio que le daba, a pesar de que su carnet no lo habilitaba para hacer ese tipo de vuelos. Ese día, Samper almuerza en el Club Social de Medellín y se alcoholiza. En el expediente aparecen testigos que dicen que Samper Mendoza tenía dos perritos. Uno, se llamaba «Soda» y el otro, «Whisky».
Ernesto Samper, el piloto del avión de Gardel.
A la hora de embarcar para hacer el tramo Medellín-Cali, Samper separa al piloto a cargo del vuelo para ser él mismo en persona quien tuviera el privilegio de llevar a Gardel. Esto hace que el copiloto decidiera no volar con él y, en su reemplazo, Mendoza pone a un chico inexperto.
Además, el avión iba sobrecargado. No solo llevaba a los pasajeros sino, también, todos los baúles con las pertenencias personales de Gardel; una escenografía, un telón que pesaba muchísimo.
El sobrepeso exigía que el despegue se hiciera en contra del viento para lograr sustentabilidad ya que, de lo contrario, debería ganarle a la velocidad del viento y, para eso, necesitaba más pista para poder despegar. Sin embargo, Samper empieza a carretear a favor del viento. Aunque el banderillero le hace señas para que no avance, él acelera. Por otra parte, también falló el copiloto que, por inexperto, no accionó una palanca que debía levantar la cola del avión para el despegue.
Accidente. Una imagen del libro «Vuelo siniestro».
Todas estas negligencias sumadas contribuyeron a que el avión no lograra la sustentabilidad necesaria para despegar y se ladeara hasta chocar con el de la compañía alemana SCADTA, que estaba detenido.
La razón del encubrimiento
Santoro explica: “Desde los años 20, Estados Unidos venía viendo el desarrollo de los alemanes en América, toda la aviación de América era manejada por los alemanes. Entonces, existe un plan estratégico de parte de los Estados Unidos, ejecutado a través de la empresa Panam, que empieza a armar aerolíneas en el resto de América con socios locales. En el caso de Colombia, intentan comprar la aerolínea alemana (la SCADTA), los alemanes se niegan a venderla y entonces, arman una empresa paralela asociándose con el gobierno colombiano (la SACO) para competir con los alemanes y poder sacarlos de América. Samper Mendoza era una persona de clase alta, integrante de la sociedad ilustre de Colombia, había estudiado en los Estados Unidos y, por sus contactos, logró convertirse en socio de esta aerolínea. Si la imagen de Samper se veía afectada, toda esa verdad podía salir a la luz.
Uribe Misas había escrito un libro llamado La Verdad donde cuenta lo ocurrido. “Cuando el abogado de SCADTA intenta publicar este libro, en el año 38, es amenazado de muerte y se tiene que ir de Colombia, se exilia en Miami. A partir de ahí, el libro queda frenado, empiezan a surgir todo tipo de rumores con respecto al accidente y, en los años 50, su hijo vuelve a intentar publicarlo y el gobierno colombiano le da trabajo a la familia, los compra para que el libro no se publique. Hasta que, en 2014, la Cadena Caracol da a conocer que se había encontrado, en el altillo de una universidad, el expediente judicial del accidente aéreo”, relata a Clarín Walter Santoro.
Umaña, por su parte, ya llevaba años investigando y recabando información. “Yo tenía unas copias muy viejas de esos archivos que me había entregado hacía muchos años un gran investigador gardeliano, pero me faltaban muchas hojas así que, apenas vi la noticia en Caracol, viajé de Miami a Medellín y fui a la biblioteca donde estaban esos documentos”, explica Mauricio Umaña.
Santoro agrega: “Le dicen que, por orden del gobierno central, el expediente no estaba abierto al público y que debían digitalizarlo, para preservarlo, antes de enviarlo a Bogotá pero no tenían presupuesto para hacerlo y él ofrece hacerse cargo a cambio de poder quedarse con una copia”.
“Llevé a un experto. Se hizo una labor muy difícil porque los documentos, si se tocaban, se destruían. Se tomaron fotografías de todos los archivos y entonces, se me autorizó a escoger las hojas que me faltaban. Estaba trabajando en esto cuando mi amigo de la Academia de Filatelia, Manuel Arango, me contactó con Camilo Uribe Posadas, un bisnieto de Alfonso Uribe Misas. Camilo nos dio una bolsa grandísima, llena de documentos, fotografías, todos los archivos judiciales que tenía su bisabuelo. Manuel Arango se encargó de llevarlos a la Biblioteca Nacional de Bogotá, contrató a alguien para que hiciera la recuperación de los documentos y me entregó las copias de galera. Organizamos todo, fue un trabajo de muchos años. Si no hubiera sido por esas copias que estuvieron guardadas por 80 años, no se sabría nada sobre este juicio”, remata Umaña.
¿Cómo reaccionarán los descendientes de Samper Mendoza cuando vean el libro?
Según Mauricio Umaña, “Toda la familia sabe muy bien la verdad. Uno de los sobrinos nietos de Ernesto Samper Mendoza fue presidente de Colombia (Ernesto Samper Pizano 1994-1998). Su hermano es un gran escritor y periodista, Daniel Samper Pizano: él lo toma con humor, una vez escribió: ‘Mi tío mató a Gardel’ ”.
Fuente: Clarín