Ubicado en pleno corazón de Villa Urquiza, el mítico estudio El Pie cierra sus puertas para siempre. Fue fundado por Alejandro Lerneren 1992 y guarda recuerdos de grabaciones de artistas como Charly García, Joaquín Sabina, Gustavo Cerati, León Gieco, Fito Páez, Diego Torres, Vox Dei, Rata Blanca y tantos más. “Lo pude bancar casi 30 años pero en los últimos se hizo muy difícil. El coletazo de la pandemia con el estudio cerrado sin generar ganancias pero con gastos, me hicieron llegar a esa conclusión”, le confiesa Lerner a LA NACION.
-Debe haber sido difícil tomar la decisión…
-Sí, porque fue construido con todo el amor, toda la voluntad, y toda la pasión y la generosidad para que la Argentina tenga un estudio enorme, lleno de servicios para los colegas. Es un estudio que sigo bancando con mi trabajo de artista, pero pocas veces en los últimos años se pudo financiar, sobre todo porque los insumos que tienen que ver con la tecnología son en dólares y es cada vez más difícil.
«Voy a conservar algunas cosas que son mías, personales. Los teclados son míos, por ejemplo, y hay otras cosas demasiado amadas que no voy a largar. Buscaré a alguien con quien hacer un estudio personal, ya no comercial»
Alejandro Lerner
-Debes tener muchas anécdotas…
-Miles. El estudio está lleno de historias. Fue muy utilizado para las clínicas de los ingenieros más importantes del mundo. Vino Alan Parsons, que es muy amigo, Humberto Gatica, los mejores ingenieros de la historia han pasado por ahí. Geoff Emerick, el ingeniero de Los Beatles, vino a dar una clínica de tres días y después se quedó otro más para trabajar conmigo; uno de esos días vino Charly a la clínica, le dieron granas de grabar y había unos 25 ingenieros jóvenes de latinoamericanos que habían pagado su entrada para ver a Geoff. Pero Charly quiso grabar con un pianito Wurlitzer que tenía armado, y yo le pasaba los acordes porque era una canción mía. Después quiso grabar con el Hammond, un órgano que gracias a Dios voy a mantener, y después quería seguir así que le dije que no era una grabación mía sino una clínica.
Él, con su voz característica, me contestó: “Yo estuve en un montón de clínicas” (ríe). Durante la construcción del estudio pedí que hicieran un tubo de bomberos que va del primer piso hasta abajo y la gente se volvía loca cuando le decían que yo ya bajaba y lo hacía por mi bati-tubo, que era un sueño de siempre. Bueno, lo tuve hasta ahora. El estudio creció mucho, había varios productores que tenían su propio lugar dentro de la estructura de Pie como Tweety González. Realmente es un lugar de culto que tuve que bancar yo solo, muy a pulmón.
-¿Qué recuerdos tenés de los inicios del estudio?
-Lo hicimos con un amigo de la infancia, en una fábrica de zapatos enorme. Con los años mi amigo no pudo seguir invirtiendo porque tuvo un problema económico y me quedé solo. Entonces le pedí ayuda a mi cuñado que durante un tiempo me dio un acompañamiento administrativo porque soy un artista, y a los 30 no tenía la menor idea de cómo administrar una empresa porque, por mi carrera, he seguido produciendo, componiendo, viajando y vivo gran parte de mi vida en los Estados Unidos. Tuve que aprender porque mi cuñado falleció y me vi solo con una empresa enorme que no tenía ninguna posibilidad de generar ganancias, porque a medida que la tecnología se fue haciendo más accesible, las cosas fueron cambiando.
Hoy se puede grabar un disco en una computadora, claro que con distintos niveles de calidad. Cambió mucho la cultura de grabación de un disco de la que yo conocí cuando empecé, y El pie tiene una consola gigantesca que tiene que ver con una era en la que se buscaba un sonido análogo. Tratamos de mantener el estudio aggiornado con una personalidad de espacio con teclados, piano, órgano, varias cosas. El Pie nunca fue pensado como un negocio sino como una inversión cultural.
«Empiezo a grabar mi último disco en febrero, creo que es la despedida que corresponde para cerrar el círculo»
Alejandro Lerner
-¿Vas a conservar algunas cosas o vendés todo?
–Voy a conservar algunas cosas que son mías, personales. Los teclados son míos, por ejemplo, y hay otras cosas demasiado amadas que no voy a largar. Buscaré a alguien con quien hacer un estudio personal, ya no comercial. Aparte, en los últimos diez años dentro de El pie construí otra locura que es una sala de ensayo para mí, porque a veces estaba ocupada y yo no podía grabar o ensayar porque necesitaba que se genere trabajo para mantenerse. Entonces tenía mi propia sala, espectacular, en el fondo donde estuvo Charly, Pedro (Aznar), un montón de amigos; tiene una especie de departamento íntimo con cocina propia, horno, heladera. Qué se yo… le puse todo el amor que se le podía poner.
-¿Estás grabando tu último disco en El Pie?
-Empiezo a grabar mi último disco en febrero, creo que es la despedida que corresponde para cerrar el círculo. También relanzamos, con video, la canción “Puro sentimiento” que hicimos con Carlos Santana. Hay proyectos espectaculares que no puedo anunciar hasta que no sean concretos. Quiero agradecerles a todos los artistas del mundo y a los ingenieros y productores que han pasado y han amado ese lugar tanto como yo. Agradezco que lo hayan elegido como un lugar para plasmar sus proyectos. Incluso, si tengo tiempo, quiero hacer un concierto de despedida con amigos, con invitados.
Entonces, El Pie será testigo, por última vez, de la magia de la música.
Fuente: Liliana Podestá, La Nación