El ebook de Paul McCartney, gratis en Bajalibros
“Hay una anécdota que ilustra cómo pocas la genialidad del joven Paul McCartney. Corría 1965 y se despertaba en la casa de los padres de su novia del momento, la actriz Jane Asher. Inmediatamente, escribió lo que había sonado en su sueño, pero era tan buena, incluso para lo que había compuesto hasta aquel momento, que estaba convencido que no podía ser suya, que debía ser una copia de alguna canción incrustada en su subconsciente. Sabía que estaba ante algo grande, llamó a Lennon, que a la hora estaba en la casa de sus suegros, a pesar de que, por su carácter, nunca era muy bien recibido ahí. Paul ya la había grabado en un magnetófono de cinta, y Lennon lo ayudó con algunos toques, pero poco más. Se la llevó a distintos productores, se la mostró a sus compañeros de banda, a George Martin, y nada, nadie la había escuchado, no existía antes, pero existía ahora. McCartney se la tarareaba a sus compañeros durante meses, ya hartos de escucharla. Terminó siendo la primera canción de los Beatles compuesta casi enteramente por uno de ellos, con el oído y las manos mágicas de Martin, que agregó la sección de cuerdas, la primera vez que se hacía en una canción pop de ese estilo. La canción, que originalmente se llamaba “Scrambled eggs” (“Huevos revueltos”) porque eso era lo que olía en la casa de los padres de Asher mientras la escribía, actualmente es la más versionada de todos los tiempos, y se llama “Yesterday”.
Todo lo que podría escribirse sobre esa canción ya está escrito y reescrito, pero sirve como indicador para intentar dimensionar un poco la genialidad de un hombre que parece que siempre estuvo ahí, porque es parte de la banda de sonido de nuestras vidas a tal punto que no podríamos concebir las mismas sin su obra.
Así empieza el prólogo de Paul McCartney. Siempre Beatle, el libro electrónico que Leamos -la editorial digital de Infobae- ofrece en forma gratuita. (Aquí, cómo registrarse y leerlo de manera muy sencilla).
El libro hace un detallado recorrido por la carrera de McCartney, desde sus éxitos con los Beatles, su faceta como solista, hasta sus polémicas y relaciones personales. También aborda temas como su trabajo con Wings, su constante reinvención y la compleja relación con John Lennon, George Harrison y Ringo Starr. Uno de los artículos hace un recorrido por diez álbumes fundamentales, comenzando conPlease Please Me(1963), primer disco de los Beatles, y resaltando la energía de temas como “I Saw Her Standing There”. Luego analiza otros álbumes icónicos de la banda como Help! (1965), que incluye “Yesterday”, la canción más versionada de todos los tiempos, y Revolver (1966), donde Paul se destaca con canciones como “Here, There and Everywhere”. También se menciona el icónico Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band(1967), considerado uno de los discos más importantes de la música pop por su carácter conceptual e innovador.
Ahora que el músico está de gira por América Latina, Paul McCartney. Siempre Beatle lleva a los lectores una mirada íntima y reveladora sobre uno de los músicos más influyentes del siglo XX.
En el libro hay artículos de Matías Bauso, Mario Mactas, Marianela Insua Escalante, Fernando Soriano, Daniel Bajarlía, Pablo Andisco y Lala Toutonian. El prólogo, que aquí se reproduce completo, lo escribió Gonzalo Fiore Viani.
Paul McCartney. Siempre Beatle (Prólogo)
A mediados/finales de los años 50, cuando el rock and roll era un fenómeno que prometía arrasar con todas las viejas costumbres, Lennon era el James Dean liverpuliano, con tupé, campera de cuero y jean ajustados. Paul era el chico bueno que toda madre quería para su hija, pero su pasión por el rock and roll y los sonidos que llegaban al puerto desde los Estados Unidos los emparejaban. También su trágica adolescencia, ambos habían perdido a sus madres siendo muy jóvenes, y habían encontrado en los discos de vinilo el refugio a sus problemas. Por sobre todas las cosas, los Beatles fueron una gran banda de rock and roll y ahí están las fotos y las grabaciones que sobreviven de los primeros tiempos para atestiguarlo. Los gritos de Paul en la primera canción del debut, “Please Please Me”, de 1962, lo deja más que claro. Los gritos a lo Little Richard podrían haber sorprendido a los oyentes desprevenidos, pero no a quienes seguían a la banda desde sus días en The Cavern y en los antros sudorosos de Hamburgo. La habilidad de Paul para imitar los sonidos vocales de Richard hicieron que la banda toque muchas de sus canciones en vivo, juntos a otros hoy clásicos del entonces recién nacido rock and roll. Lo que Buddy Holly fue para Lennon, Little Richard lo fue para McCartney, Elvis Presley y Chuck Berry, por supuesto, fueron lo más grande para todos ellos. Cuando se habla de los Beatles en contraposición con los Rolling Stones, suele olvidarse que sus raíces eran prácticamente las mismas, aunque mientras los segundos bebían más del rhythm and blues, los primeros lo hacían más del viejo rock and roll, algo que Paul mantuvo a lo largo de toda su vida.
Paul McCartney. Siempre Beatle, el libro que editó Leamos
La historia de cómo se conocieron con Lennon es famosa: a los 15 años fue a ver a los Quarrymen, un grupo de skiffle, una especie de versión británica del rock and roll, allí se los presentó un conocido en común. Al poco tiempo, lo invitaron a ser parte de la banda, y se hicieron inseparables. Su relación se convirtió en algo tan profundo que incluso Jane Asher, novia durante la beatlemania, estaba celosa de la conexión que sentían. Como en muchos romances, tuvieron su caída a finales de los 60, con la separación de los Beatles y el crecimiento personal de cada uno, pero nunca dejaron de frecuentarse. Es conocida la anécdota de cuando estaban los dos juntos en el departamento de Lennon, el mítico Dakota neoyorquino, mirando el programa de comedia “Saturday Night Live”, y el presentador lanzó un desafío a los Beatles para reunirse. Casi se suben a un taxi y lo hacen, pero desistieron en el último momento. Contaba Lennon que durante esta época Paul solía llamarlo o aparecer en su casa sin avisar, a veces junto a Linda, a veces solo, en muchas ocasiones, con su guitarra a cuestas, quizás para tentar a su viejo amigo a volver a componer juntos, siempre sin éxito. Existe una grabación de calidad dudosa, pero que puede encontrarse fácilmente en Internet bajo el título de “A tooth and a snore”, de un valor histórico incalculable por tratarse de la última vez que Paul y John tocaron juntos, en 1974. Con la participación, nada más ni nada menos, que de Stevie Wonder, Harry Nilsson, Jessie Ed Davies y Bobby Keys, la grabación fue registrada durante famoso Lost Weekend, el fin de semana perdido de Lennon, separado de Yoko, en Los Angeles. Paul lo invitó a participar del siguiente disco de Wings, Venus and Mars, de 1975, que se estaba grabando en Nueva Orleans. Lennon estuvo a punto de ir, pero decidió volver a Nueva York para reconciliarse con Ono e inició su retiro por cinco años. El reencuentro musical propiamente dicho nunca se produjo, pero uno puede especular con que lo hubieran hecho en algún momento, quizás durante el Live Aid de 1985 o durante los Anthology.
Paul McCartney y Julian Lennon a los 4 años. (Central Press/Getty Images)
“Lo único que hiciste fue ‘Yesterday’, y desde que te fuiste solo eres ‘Another day’” le llegó a cantar John Lennon a Paul McCartney en “How do you sleep”, del disco Imagine, de 1971. “Another Day” había sido el single solista debut de Paul, y se había convertido en febrero de ese año en uno de los primeros hits de un ex Beatle tras la separación de 1970. Más allá de lo injusto del ataque, del cual Lennon se arrepentiría poco tiempo después, hay por lo menos tres grandes falsedades allí: la ya comentada, y las frases “So Sgt. Pepper took you by surprise” “”Así que Sgt. Pepper te tomó por sorpresa”) y “Those freaks was right when they said you was dead” (“Esos freaks tenían razón cuando decían que habías muerto”). Aludía irónicamente al famoso mito de que el verdadero Paul había muerto en un accidente de auto en 1966 para luego ser reemplazado por un doble, pero cuando Lennon le dice que Sgt. Pepper… tomó por sorpresa a su amigo, es otro mito, que pasó a la historia como una verdad. Lo cierto es que la idea de la banda ficticia y el disco conceptual fueron de Paul, que fue el último en irse del centro de Londres, cuando todos sus compañeros, incluido Lennon, adquirieron casas en las afueras de la ciudad, se casaron y comenzaron a formar familias, McCartney continuaba frecuentando los eventos de vanguardia londinense y maravillándose por la música clásica contemporánea de compositores como Karlheinz Stockhausen o John Cage. Fue el último del grupo en probar LSD, introducido en el consumo del alucinógeno por su amigo, el malogrado Tara Browne (el hombre del accidente de auto tomado como inspiración para “A day in the life”) en diciembre de 1965, pero se convirtió en el primero de los Beatles en anunciarlo públicamente, lo que provocó un lógico escándalo en la prensa británica, y, por supuesto, el enojo de Lennon. Paul, con su fama de “blandito”, también fue el que compuso “Helter Skelter”, seria contendiente a la primera canción de heavy metal de la historia. También fue el que en el final intentó mantener, como sea, unida a la banda, el que los quiso hacer volver a los escenarios, y también el primero en anunciar la separación, un 10 de abril de 1970, a pesar de que el grupo ya había terminado hace meses, con la partida de Lennon.
“How do you sleep” era una respuesta a “Too many people”, incluida en el disco Ram, publicado en 1971. Allí Paul le lanzaba varios dardos a su ex compañero: “Too many people preaching practices, don’t let them tell you what you wanna be (…) That was your first mistake, you took your lucky break and broke it in two” (Algo así como “Demasiada gente predicando, no les dejes que te digan que es lo que queres ser (…) Ese fue tu primer error, tomaste tu oportunidad y la partiste en dos”). Paul lo admitió en una entrevista a la revista Playboy en 1980: “Él estaba predicando mucho y me tenía un poco harto. En una canción escribí: ‘Demasiada gente predicando’. Creo que era la frase, quiero decir, era una puya contra John y Yoko. No había nada más en el disco sobre ellos. Oh, y también la frase ‘tomaste tu oportunidad y la partiste en dos’”. Lennon, por aquel entonces híper politizado y con vínculos con el antisistema, se lo tomó pésimo y odió Ram, pero también lo hizo la crítica estadounidense, la biblia de la contracultura por entonces. La revista Rolling Stone publicó una crítica escrita por el periodista Jon Landau destrozando el disco: “Ram representa el nadir de la descomposición del rock de los sesenta hasta ahora. Para algunos, incluido yo, Self-Portrait de Dylan tenía segura esa posición, pero al menos este último era un disco que podías odiar, que podías sentir algo sobre él, incluso si solo era arrepentimiento. Ram es tan inconsecuente e irrelevante de manera colosal que no puedes criticarlo. Es difícil concentrar tus energías en él, incluso que no te guste u odiarlo”. Otros medios del momento como la revista británica New Musical Express o el Village Voice neoyorquino también lo despedazaron sin piedad. A día de hoy, Ram está considerado como uno de los primeros ejemplos de indie pop y calificado con notas perfectas por medios hipster como Pitchfork o Uncut. Cuando se separaron los Beatles, Paul, que había hecho todo, sin éxito y hasta el final para mantener unida a la banda, cayó en una depresión de la que solo pudo salir, según sus propias palabras, gracias a su esposa Linda Eastman, el gran amor de su vida. Encerrados en su finca en Escocia, Linda lo ayudó a armar Ram, el primer disco acreditado a ambos, poco después de su debut solista, McCartney I, con muchas influencias folk y vuelta a las raíces de grupos de la época como The Band.
Paul McCartney, en el escenario, en 2022. (Christopher Smith/Invision/AP, archivo)
El crítico de The Times, Kenneth Peacock Tynan, escribió en junio de 1967 -unos días después de la publicación de Sgt Pepper– que se trataba de “un momento decisivo en la historia de la civilización occidental”. No se equivocó. Y por más exagerado que pueda parecerle a algunos, Paul McCartney es uno de los hombres más importantes en la historia de la cultura de la civilización occidental. A diferencia del álbum homónimo -que, con su impronta casera y casi amateur, a su vez, también podría ser considerado el primer gran ejemplo de bedroom pop o pop de habitación-, Ram tiene una producción más profesional, que lo emparenta con los siguientes discos de Paul, ya con su banda de los 70, Wings. A partir de entonces, el británico ya no pretendía cambiar la faz de la cultura occidental ni mucho menos, sino, simplemente, hacer buena música pop, tontas canciones de amor. McCartney se acostumbró a ser, salvó excepciones, criticado por la inteligencia rockera que lo trataba de un mero compositor pop cuyos mejores días habían quedado atrás, como si eso en sí mismo fuera un pecado cuando hablamos del tipo que había compuesto las canciones más importantes de la década del 60. Esto, por supuesto, es falso, y queda a la vista cuando uno hace un repaso por los discos no solo de Wings, sino solistas, publicados hasta bien entrados los 2020. Tras nueve días arrestado en Japón por posesión de marihuana en enero de 1980 -cuentan que Lennon también estuvo enojado por esto, ya que el que siempre había sido “antisistema” era él, y solo había sido arrestado por lo mismo, en Londres durante 1968-, decidió disolver Wings y lanzarse como solista, eso sí, siempre con Linda a su lado.
Otra anécdota que habla de una búsqueda e intento de experimentación permanente es la del viaje a Nigeria, en 1973, para grabar “Band on the Run”, que acabaría siendo el éxito más importante de Wings y uno de sus discos más valorados: “Fui a Lagos y lo primero que me ocurrió es que me acusaron de robar la música de las personas negras. ‘¡Ha venido a robar la música!’. Así que pregunté, ¿quién ha dicho eso? Estaba en los periódicos… Era Fela, claro. Lo llamé por teléfono y le dije: ‘Ey, no estoy acá para eso, simplemente adoro la música africana y quiero recrear ese ambiente”. Paul se refería a Fela Kuti, leyenda nigeriana del afrobeat, género que en los últimos años experimentó un gran crecimiento comercial y que, en aquel momento, apenas comenzaba a despuntar fuera de África. Paul decidió ir a Lagos para embeberse del ambiente y la escena del lugar, hastiado de Londres y todavía intentando sacarse de encima el mote de ex Beatle. Pero no fue bien recibido por los lugareños, comenzando por el mismo Kuti, que temía que el inglés fuera a “robarle la música” en un acto de colonialismo más. Después de algunos intentos fallidos donde Fela le aseguraba, quizás en tono de broma, que no sabía quién era Paul McCartney y que no conocía a ningún grupo llamado The Beatles “porque nunca han tocado en África”, terminaron conociéndose, y Paul contó: “No hay nada como la música africana’, me dijo. Así que nos convertimos en buenos amigos y me invitó al Afrika Shrine, su mítico club a las afueras de Lagos. Pasé una noche fantástica, fue una experiencia salvaje. Y él tocó una canción que nunca he sido capaz de encontrar grabada. Pero fue muy intenso, cuando acabó yo estaba llorando”.
La obra de Paul siempre fue contrastada, no solo con lo que hizo durante sus años Beatles, sino también con lo que hicieron sus ex socios, sobre todo Lennon. Más allá de clásicos absolutos como “Band on the run” o discos poco valorados en su momento que adquirieron un estatus mítico con las nuevas generaciones como los ya mencionados McCartney I o Ram, podemos encontrar obras como McCartney II, de 1980 con el hit new wave “Coming Up” o el experimento a lo Devo de “Temporary Secretary” -personalmente me gusta mucho, pero gran parte de sus fans la detestan-. También Tug of War de 1982, que incluye “Here Today”, bellísimo homenaje a Lennon, que llevaba ya dos años muerto, Flowers in the Dirt de 1989 con Elvis Costello como nuevo socio creativo, Flaming Pie de 1997, grabado en medio del diagnóstico de cáncer de Linda y la reunión de los Beatles sobrevivientes para los Anthology, con la participación de Ringo Starr y George Martin en las consolas, Run Devil Run, a finales de los 90, un especial tributo a ese rock and roll primitivo que tanto lo marcó en sus comienzos. En los 2000, volvió a tener un nuevo “renacimiento”, al menos para la crítica, con esa obra maestra crepuscular que es Chaos and creation in the backyard, de 2005, y producido por el hombre responsable del sonido Radiohead, Nigel Godrich, sugerencia del mismísimo Martin. Otros discos como Memory almost full de 2007 o McCartney III de 2020, grabado íntegramente por él mismo en plena cuarentena por la pandemia del covid-19, están lejos de ser meros ejercicios nostálgicos y se encuentran a la altura de la leyenda del hombre que los hizo. No debe ser fácil seguir haciendo música e intentando para alguien que, de acuerdo con prácticamente todo el mundo, alcanzó su cima creativa y de fama a los 30 años. Sin embargo, Paul sigue en la suya.
Los Beatles, en 1964. Un mito sin fin. (Foto AP/Archivo)
Más allá de los ataques inmediatamente posteriores a la separación de la banda, Lennon siempre dejó en claro que su admiración por su ex compañero se mantenía intacta. En una entrevista con Playboy en 1980 declaró que “Paul es uno de los bajistas más innovadores”, ya que “la mitad de las cosas que están sucediendo ahora son directamente sacadas de su época en los Beatles”. Eso era tan cierto en 1980 como lo es en 2024 y como probablemente lo será dentro de 15 o 20 años. Es verdad que con muchos más géneros musicales en el siglo XXI que los que existían a mediados de los años 60, hoy, el rock and roll o la canción pop al estilo Beatle hace tiempo que no son los géneros dominantes. No obstante, eso no ha hecho que Paul baje su ritmo musical o su influencia sobre el rock y otros géneros de ninguna manera. En una entrevista de 2022, McCartney comentó que sigue escuchando música nueva cada vez que puede, y que le gustan cosas más contemporáneas como St. Vincent, Khruangbin, Beck o Dominic Fike, aunque su principal pasión sigue siendo el rock and roll de los años 50 y 60, sumado al soul y el R&B de Motown y Stax, que tanto lo influenció desde sus épocas en los Beatles, además de la música clásica. Está claro que absolutamente toda pareja de compositores en cualquier estilo musical remotamente parecido al pop o al rock será siempre comparada con aquella dupla irrepetible que formaron Lennon y McCartney. Tan excepcional que, a pesar de haber durado apenas ocho años de grabaciones, continúa impregnando la cultura popular y siendo la vara con la que se mide todo lo demás.
Paul también es, y por sobre todas las cosas, un preciosista de la canción, quizás, el más importante de todo el siglo XX. Ahí está no solo la obra firmada con la imprescindible y mágica conjunción de personalidades que fueron los Beatles, sino también su obra solista. A finales de 2022 se publicó el box set que incluye todos los singles de 7 pulgadas junto a sus lados B publicados por McCartney a lo largo de su vida, o, por lo menos, hasta esa fecha. Lo primero que uno piensa tras escucharlo es qué se está ante el corpus de trabajo más importante de la historia de la música popular, y lo más probable es que uno no se equivoque. Son 159 canciones, la primera es Another Day de 1970 y la última es Women and Wives en colaboración con St. Vincent, de 2021. Su música es tan atemporal y fuera de todo tipo de modas o tendencias de la industria que artistas actuales mega exitosas como Taylor Swift lo consideran un referente creativo y le profesan su admiración en público. No sólo sorprende la calidad y la extensión, sino los períodos de tiempo en los que se publicó, pocos artistas logran mantener semejante nivel durante tantas décadas. Al momento de escribir estas líneas, Sir James Paul McCartney tiene 80 años, 12 discos de estudio con los Beatles, 26 álbums solistas -incluyendo Wings-, y cientos de clásicos a sus espaldas. Seguramente esta lista mute en los próximos años, porque si algo ha caracterizado a Paul durante toda su vida es que nunca se quedó quieto, siempre atento al siguiente paso.
Paul McCartney es nombrado Acompañante de Honor por la reina Isabel II (AP)
A pesar de su movimiento permanente, Paul nunca quiso separar realmente a los Beatles. Durante la famosa entrevista del director de Rolling Stone, Jan Werner, a John Lennon en 1970, este definió al fallido proyecto Get Back como “instigado por Paul y para Paul”. Por aquel entonces los Beatles ya estaban prácticamente terminados, Lennon en esa entrevista también contó que, a esas alturas del partido, todos se “sentían solo acompañantes” del bajista. Para aquel momento ya no se soportaban entre sí, y, viéndolo en retrospectiva, también es imposible que hubieran durado demasiado más. En otros grupos de rock británico la situación era diferente, en los Stones, la dupla Jagger-Richards funcionaba y lo sigue haciendo porque uno escribe las letras, pero otro hace toda la música, en los Kinks era Ray Davies quien componía, en los Who, Pete Townshend, pero en los Beatles había dos compositores del calibre de Lennon y McCartney, sumado a un Harrison que cada vez pedía más pista y aportaba mejores composiciones que se sostenían por derecho propio.
A pesar de los intentos desesperados de Paul por volver al grupo a sus raíces de tocar rock and roll en vivo, la suerte estaba echada. Los Beatles podrían haber ingresado bien a la nueva década, la prueba está en que tanto la música de Abbey Road como la de sus integrantes en solitario no desentona para nada con el resto de lo que sonaba por aquel momento. Pero solo quedaba algo para cimentar el mito y era separarse. Eso también lo hicieron primero, y mejor, que nadie.
Antes de cerrar este humilde ensayo que servirá a modo de prólogo, no puedo dejar de contar algo personal. Aunque Paul es uno de mis músicos preferidos -por si no quedó claro-, solo pude verlo una vez en vivo. Fue en Córdoba, en el año 2016, y no lo olvidaré jamás, tocó tres horas y no faltó absolutamente nada, incluso hizo Temporary Secretary, para horror de gran parte del público, lleno de nostálgicos de los Beatles y de Wings. Fui con mi madre, igual de emocionada que yo, y ahí, in situ, terminé de comprender la grandeza del hombre. Generaciones enteras, padres y madres con hijos y hasta abuelos con nietos, disfrutando hasta las lágrimas por igual, escuchando, quizás, por primera vez en vivo, las canciones que los acompañaron durante todas sus vidas. Otra experiencia increíble fue visitar Abbey Road, cruzar la calle donde habían cruzado mis héroes mientras escuchaba Golden Slumbers es algo que no olvidaré jamás. Lo que para mucha gente no es más que un cruce peatonal normal, para cientos de millones de personas es algo parecido a una especie de tierra santa, donde el ambiente se nota electrizado, como si en cualquier momento la magia puede volver a reflotar. No hace falta ver a McCartney en vivo ni cruzar Abbey Road para entender su grandeza, esta ya se manifiesta en su capacidad para crear música atemporal que ha llegado a emocionar y acompañar a millones de personas a lo largo de los años.
Abbey Road, el cruce que no deja de ocurrir.
Mucha agua bajo el puente pasó desde los tiempos que aquel adolescente tímido de 15 años conoció a John Lennon, aquel joven de pelo revuelto compuso “Yesterday” en la casa de sus suegros o aquel hombre de mediana edad que giró por todo el mundo con su esposa y sus hijos, algo muy poco habitual en el mundo del rock y más aún en el de una mega estrella como él. Hizo mucho después de eso, porque si sos Paul McCartney no hay muchas más opciones que continuar componiendo, grabando y tocando en vivo. Siempre inquieto e interesado por buscar nuevos sonidos, a lo largo de su carrera, McCartney ha explorado una amplia variedad de géneros musicales, siempre ha estado dispuesto a arriesgar y a explorar nuevos territorios, desde el rock and roll hasta la música clásica, pasando por el jazz, el folk o incluso la música electrónica con proyectos como The Firemen junto a Youth de Killing Joke a mediados de los 90. ¿Se puede aportar algo nuevo sobre uno de los músicos más famosos de todos los tiempos que no se haya dicho ya?
Lo cierto es que su obra es tan, pero tan grande y abarca tanto que la respuesta es un rotundo sí, es posible hacerlo sin temor a ser redundante o a caer en lugares comunes. Siempre hay aristas nuevas por descubrir y por analizar de la obra de un genio. Por eso, más de 270 años después de la muerte de Johan Sebastian Bach, se sigue escribiendo sobre él. En términos de importancia para la historia de la música, McCartney no está lejos. Por ello, este libro es un aporte tan interesante como necesario, pero más imprescindible aún es que vayan y escuchen las canciones. El refugio siempre va a estar ahí. Paul cantaba en 1967 si todavía lo íbamos a necesitar cuando tuviera 64. Sin dudas, lo seguiremos necesitando, año tras año, cada día más.
Fuente: Infobae